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Manuel Elkin Patarroyo: un ejemplo de solidaridad

19 de Julio de 2010//
(Tiempo estimado: 7 - 14 minutos)
Manuel Elkin Patarroyo

“La caridad hacia el que la merece no es caridad, sino justicia”. Son palabras de la Madre Teresa de Calcuta pero bien podrían haber salido de la boca de Manuel Elkin Patarroyo. Este científico, nacido en Colombia en 1947, ha hecho de la solidaridad y la justicia su bandera vital. Predica con ejemplo, como debe ser, y tiene claro, como decía San Francisco de Asís –paradojas de la vida– que “cuando más damos es cuando más recibimos”.

Manuel Elkin Patarroyo estudió Medicina en la Universidad Nacional de Bogotá y completó sus estudios en la Universidad Rockefeller de Nueva York. Pronto, su interés por la investigación biomédica le lleva a crear un laboratorio que será posteriormente el germen del Instituto de Inmunología en el que desarrollará su actividad principal. 

Sus primeros trabajos se centran en el estudio de los marcadores genéticos, constatando que existen factores internos dentro del organismo humano, de carácter genético, que predisponen a la adopción de determinadas infecciones. 

187 ElkinEn 1979 logra determinar las características genéticas que hacen que un sujeto sea más vulnerable ante determinadas enfermedades infecciosas, como la lepra, la tuberculosis o la fiebre reumática. Gracias a ello, permite abrir una nueva línea de investigación en la lucha contra estas enfermedades, al poder desarrollar una medicina preventiva que se centraría fundamentalmente en los sujetos predispuestos genéticamente a contraerlas. 

Más adelante, su línea de investigación toma otro camino y centra sus esfuerzos en el estudio de las vacunas, fundamentalmente contra la malaria, enfermedad que afecta casi exclusivamente a las poblaciones del Tercer Mundo, donde las condiciones sociales, económicas, higiénicas, ambientales y alimenticias dificultan, cuando no extienden, la erradicación de la enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas y causa 2 millones de víctimas anuales.

A finales de la década de los ochenta, este joven investigador acapara las portadas de los periódicos de todo el mundo con la esperanzadora noticia del descubrimiento de la primera vacuna contra la enfermedad. Aunque su revolucionario descubrimiento no es todo lo efectivo que sería deseable –el porcentaje de eficacia oscila entre el 40%-60 % y en niños menores de 5 años hasta el 77 %–, los resultados permiten albergar notables esperanzas acerca de la erradicación de la enfermedad mientras nuevas investigaciones en curso terminen por perfeccionarla: “Tengo el compromiso con la humanidad de entregarle una vacuna contra la malaria eficaz al 90% en el 2008”.

Pero si Patarroyo es admirado por sus investigaciones científicas, lo es aún más por sus gestos humanos. Su visión humanista le empujó a donar su descubrimiento a la Organización Mundial de la Salud (OMS) rechazando ceder/vender la patente de la vacuna a las multinacionales farmacéuticas, consciente de que ello elevaría considerablemente el precio del producto final y perjudicaría especialmente a los más desfavorecidos, que son a quienes va dirigida.

En un mundo en el que “el dinero es la medida de todas las cosas”, Patarroyo ha sabido abstraerse de esa realidad en la que estamos inmersos, tomar distancia y “no quedarse pegado a los sentidos”, como diría Aristóteles. La recompensa del “pueblo” ha sido grande. Las muestras de afecto que le dispensan por todos los lugares del planeta por donde pasea son constantes. En alguna ocasión ha dicho, “no soy adinerado, pero sí muy rico, porque tengo el cariño de la gente”.No soy adinerado, pero sí muy rico, porque tengo el cariño de la gente

Capacidad de trabajo, compromiso y paciencia son sólo algunos rasgos que definen a Patarroyo. La humildad es otra de sus señas de identidad. Tiene más de dos docenas de doctorados “honoris causa”, pero le quita importancia. Los premios también son numerosos. En 1994 recibía el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, y su biografía aparece recogida en el libro “Patarroyo. Pasión por la vida” de Javier Julio García Miravete.

Cuando uno observa comportamientos como el de Patarroyo llega a la conclusión de que otro mundo mejor es posible. Charlamos un rato con este científico de reconocimiento mundial a su paso por España para impartir algunas conferencias.

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Estimado Doctor...

MANUEL ELKIN PATARROYO: Perdone que le interrumpa. Antes de comenzar me gustaría que no me llamase Doctor. Me gusta tener una relación cercana y próxima a la gente, y los títulos personales crean barreras a la comunicación y a mí no me interesa poner barreras a la gente. Me gusta comunicarme sincera y transparentemente con todo el mundo. Me siento orgulloso de ser así. Me han concedido 26 doctorados honoris causa: Canadá, España, Costa Rica… pero eso es sólo un reconocimiento y un cariño de la gente, nada más. Es como una palmada en la espalda para que siga luchando. Simplemente llámeme Manuel o Elkin. 

F. F-S.: Gracias Manuel. Vd. se negó a ceder / vender la patente de su vacuna contra la malaria a las multinacionales farmacéuticas, donando su descubrimiento a la OMS. Mahatma Ghandi decía que el “problema no es que haya poco para muchos sino que no hay suficiente para unos cuantos”. ¿Podríamos afirmar que el problema de la pobreza y las desigualdades sanitarias es más una cuestión de carencia de voluntades que de falta de medios?

M. E. P.: Sí. Básicamente no hay una apropiada y equitativa distribución de los bienes para que esa gente tenga salud. Pienso que los Estados, dentro de lo poco que deben garantizar, es vida, salud y educación. El resto puede estar en manos privadas que sea gestionado de la manera más eficiente posible. Gran parte del presupuesto público debería concentrarse fundamentalmente en esos tres temas: salud, educación y vida. Existirían mayores recursos financieros para estas necesidades que estarían cubiertas en más capas de la población.

F. F-S.: Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001 y Profesor de Columbia (Nueva York) afirmaba en estas mismas páginas que “la esperanza era que la globalización redujese las diferencias entre países ricos y pobres pero que el gap lejos de estrecharse se ha ensanchado”. ¿Veremos algún día un mundo más justo?

187 Elkin perfil dchaM. E. P.: Personalmente creo que el gap no se debe tanto a la distribución de la riqueza como a la distribución y acceso al conocimiento que es donde está la plusvalía. Con el desarrollo tecnológico, como por ejemplo el acceso a Internet, ese gap se puede acortar, pero es algo que han de asumir los Países en Vías de Desarrollo (PVD). No obstante, creo que el problema radica más en la falta de interlocutores válidos para ser capaces de hacer útil ese conocimiento. 

Ese gap se puede superar en la medida que los países tengan gente capacitada para asimilar ese conocimiento que está en el ciberespacio y utilizarlo de manera útil. Desafortunadamente, al no existir un apropiado desarrollo científico y tecnológico en nuestros países para preparar personas que asimilen ese conocimiento, vamos a quedar nuevamente rezagados. Perdimos, como diría Gabo (Gabriel García Márquez), nuestra segunda oportunidad sobre la faz de la tierra.La diferencia entre países ricos y pobres no es tanto una cuestión de distribución de riqueza como de acceso al conocimiento

Estamos en un momento fantástico para la humanidad. La gente no se ha percatado que antes el poder de los países radicaba en el poder de acceso al conocimiento. Las grandes universidades del mundo se clasificaban en función del tamaño y calidad de sus bibliotecas. Hoy día todo está en Internet. Nuestros países pueden acceder a ese conocimiento, pero nuestros países no tienen individuos que puedan hacer de puente entre ese conocimiento y la población. La gente piensa que tener científicos es tener a personas trabajando encerrados en un laboratorio, y no es así. Las compañías más inteligentes han sabido tener a científicos cerca de sus CEOs y Comités Directivos para que les traduzcan el lenguaje de la ciencia y lo puedan aplicar rápida y eficazmente. En nuestros PVD no existe esa visión. Se piensa que los científicos deben estar en sus laboratorios trabajando. Una de las principales funciones del científico es traducir ese lenguaje que está flotando para que se ponga a disposición de las compañías y se haga tangible y útil.

F. F-S.: Vd. ha manifestado que “el conocimiento debe servir al bienestar colectivo; no a los intereses privados. Siempre debe primar el interés social y público sobre el individual. No creo que siendo el conocimiento universal, alguien tenga que apropiarse de él para su beneficio particular, como las multinacionales farmacéuticas. Lo que nosotros aportamos es relativamente poco. Por eso, no debemos quedarnos con el conocimiento de forma individualista, egoísta y absurda”. Esa vocación de servicio a la comunidad que Vd. manifiesta y predica, ¿cómo se aprende y de dónde viene, por qué nos da la impresión que la educación es el origen de todo?

M. E. P.: Sin duda. Mi agradecimiento es máximo a la educación que me proporcionaron mis padres. Ellos siempre me insistieron que no había nada más fascinante que el conocimiento. Por encima de cualquier otro placer, está el conocimiento. También me ensañaron que no hay nada más gratificante que ser útil a los demás. Nací con esa forma de pensar, de eso me nutrí y lo único que he hecho ha sido plasmar lo que aprendí de ellos. Existe una confusión grande entre educación y formación. La educación se da en casa y la formación en los colegios. No hay nada más gratificante que ser útil a los demás

Creo que la generación del conocimiento, evidentemente en las áreas de educación y salud que son primarias, debe revertir a la humanidad. Otra cuestión es la satisfacción de los bienes de lujo o placer, como la compra de un coche nuevo o una botella de vino. Pero el conocimiento que se genera para el beneficio y bienestar de la humanidad debe ir hacia la misma prácticamente sin coste.Existe una confusión grande entre educación y formación; la educación se da en casa y la formación en los colegios

F. F-S.: Entonces, ¿qué es lo que opina sobre las patentes de mapas genéticos y similares?

M. E. P.: No estoy para nada de acuerdo. Afortunadamente se ha dado marcha atrás y hoy en día son de acceso público. El conocimiento se basa en otro conocimiento previo que a su vez se estableció en virtud de otro conocimiento anterior, y así hasta Pitágoras. Una persona lo que hace es colocar un ladrillo para que otra pueda colocar uno más, y así sucesivamente hasta que se construye el gran edificio del conocimiento. Por tanto, si este conocimiento es para beneficio de la humanidad el coste ha de ser el coste de producción más una pequeña utilidad que permita continuar con la cadena del desarrollo.El conocimiento que se genera para el beneficio y bienestar de la humanidad debe ir hacia la misma prácticamente sin coste. El conocimiento se basa en otro conocimiento previo que a su vez se estableció en virtud de otro conocimiento anterior. Una persona lo que hace es colocar un ladrillo para que otra pueda colocar uno más, y así sucesivamente hasta que se construye el gran edificio del conocimiento

F. F-S.: Vd. decía en cierta ocasión: “Si se llega a desarrollar una metodología lógica, racional para la obtención de vacunas, se habrá hecho uno de los aportes más significativos a la humanidad”. ¿Cuáles son las principales amenazas para que esto ocurra?

187 Elkin intimoypersonalM. E. P.: Ése es mi proyecto de vida, que hoy día es colectivo, “nuestro proyecto de vida”; el proyecto de la gente que trabaja en nuestro instituto. Estamos persiguiendo desde hace muchos años, y ya estamos muy cerca de conseguirlo, (quiero dejar claro que no es un sueño por el número de papers científicos publicados que así lo demuestran), el desarrollo de vacunas contra la malaria, el dengüe, la neumonía, la tuberculosis, el sida, las bronconeumonías, las diarreas, etc, que son los principales problemas de la salud publica de la humanidad. 

Para mí el problema nunca ha sido nunca conceptual; las herramientas están ahí. Hoy día se puede analizar la composición química de las moléculas y volverlas a sintetizar yendo más allá de lo que la naturaleza ha creado para que se obtenga el resultado que se desee: más potentes, menos potentes etc. El principal problema consiste en que nuestro país no entiende que he sido sometido a un boicot sistemático. No me preocupa la parte científica, para la cual estamos organizados y estructurados, pero continuamente he sido obstaculizado en el camino hacia esta meta. Reflexionando, he llegado a la conclusión de que existen otros intereses contrapuestos que no desean que nuestras investigaciones tengan éxito. Es comprensible y no culpabilizo ni hago juicios de valor, simplemente intento encontrar soluciones a los numerosos problemas que van surgiendo. 

F. F-S.: Han pasado trece años desde que se le concedió el premio Príncipe de Asturias. Desde entonces, son muchos los hechos que han dificultado su labor de investigación. ¿Cambiaría algo de lo que ha hecho para soslayar los problemas que últimamente le han acuciado?

M. E. P.: La gente interpretó mi silencio como: “Patarroyo está muerto”. Pero puedo mostraros las últimas publicaciones internacionales (más de 140) en los más prestigiosos journals científicos. La razón por la cual dejé de vacunar se debió a que nuestra vacuna tenía una eficacia de entre el 30% y el 50%. Entonces, decidí continuar investigando, y tracé un plan a 10 años de tal manera que tuviésemos éxito descubriendo aquello que nos faltaba en el rompecabezas de las vacunas. La vacuna de la malaria, además de ser muy importante, es personalmente un modelo experimental por múltiples razones. Y estamos concluyendo. Con la primera vacuna, que fue desarrollada a través de ensayo y error, descubrimos cuatro puntos de contacto a través de los cuales el parásito de la malaria se adhiere al glóbulo rojo, pero existen más puntos de adhesión del parásito a los hematíes. Hasta un total de 50 y los hemos descubierto ya. Estamos en el proceso de comprobación de las mismos (ya está culminado). Esperamos poder entregar una vacuna a finales del 2008 o principios del 2009. El primer resultado nos condujo a un éxito parcial del 40% y en una actitud que considero honesta, aunque mucha gente no lo entendió así, decidí dedicar estos últimos 15 años al perfeccionamiento de la misma, y ésa es la razón por la cual dejé de vacunar desde 1994. 

F. F-S.: ¿Cómo se gestiona un cambio organizacional como el que Vd. ha vivido; desde la abundancia a la precariedad; desde ser el centro de atención a la privacidad relativa?

M. E. P.: Ese cambio no ha sido dramático. Cuando hay gente que te quiere no es difícil. Para mi satisfacción, después de haber descubierto la primera vacuna y donarla he continuado recibiendo el mismo cariño y afecto.  No  puedo caminar en Colombia. Todo el mundo me felicita: “Doctor, para delante”. Me ocurre lo mismo en España y en otras partes del mundo. En esta visita voy a la Universidad de Alcalá de Henares; luego a Pamplona, después a Mallorca y de vuelta otra vez a Alcalá, antes de regresar a Bogotá. Si no tuviese pasión y convicción no podría haber continuado con este proyecto.

F. F-S.: Hace poco, Sami Nair nos decía que una de las mejores formas de crear una verdadera Unión Europea era la centralización de los proyectos de Investigación aunando esfuerzos. ¿Por qué se investiga de forma tan independiente? ¿Existen aproximaciones y puntos de colaboración con otras iniciativas?

M. E. P.: Estoy de acuerdo con el concepto de Sami Nair, pero dentro de unos límites. No considero que deban existir cincuenta grupos investigando la malaria, sino dos o tres iniciativas fuertes, lo mismo que en el caso de la Toxoplasmosis o en la Leismaniosis. Estos esfuerzos han de estar centralizados en los países donde la enfermedad tenga mayor impacto. La malaria, por ejemplo, debería investigarse en Colombia, Malawi e India, por ejemplo, pero no establecer networks grandes que no conducen a nada. He visto fallar estrepitosamente, a lo largo de mis treinta y tantos años trabajando en la vacuna de la malaria, a esos networks. Cada uno trabaja de manera individualista.


Entrevista publicada en Executive Excellence nº42 may07


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