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Festival de Salzburgo 2020, la supervivencia del arte

23 de Noviembre de 2020//
(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

El Festival de Salzburgo nació en 1920, en tiempos de extrema necesidad, como un valiente proyecto contra la crisis. Uno de sus fundadores, Max Reinhardt, estaba convencido de que solo las artes podían reconciliar a las personas, incluso a los pueblos, que la guerra había enfrentado tan brutalmente entre sí.

Esta filosofía ha sido valientemente defendida por la directiva actual del Festival, cuando se cumplen 100 años de existencia, coincidiendo esta vez con otra grave crisis. Como invitada de honor del 12th Global Peter Drucker Forum, Helga Rabl-Stadler, su presidenta, manifestó el tremendo orgullo de haber conseguido la celebración Festival de Salzburgo 2020, demostrando “su valía como proveedor de significado y como empleador”.

La gestión de este logro en un momento tan complejo fue calificada por Richard Straub como un “ejemplo de la adaptación y el liderazgo en tiempos de COVID”, y así fue relatada por Helga Rabl-Stadler.

Arriesgar con valentía

“Hay riesgos que no nos podemos permitir, pero también hay riesgos que no podemos dejar de tomar”. Esta maravillosa frase de Peter Drucker describe exactamente la situación en la que nos encontrábamos la directiva del Festival de Salzburgo el pasado mes de abril.

Nos preguntábamos si debíamos darnos por vencimos frente al COVID y olvidarnos del plan de celebración del centenario de uno de los festivales musicales más importantes del mundo o si debíamos intentar seguir adelante con él, siempre garantizando y priorizando la seguridad de nuestros artistas, nuestros empleados y nuestra audiencia. Y esto último fue lo que finalmente hicimos, pudiendo dar ejemplo del poder de las artes en tiempos de impotencia.


La cancelación era la solución más cómoda, pero con la celebración del Festival pudimos dar ejemplo del poder de las artes en tiempos de impotencia


No teníamos ningún modelo a seguir ni nadie a quien dirigirnos para pedir consejo. Una gran incertidumbre imperaba, y continúa haciéndolo, en la actitud de las autoridades alrededor del mundo, ya fuesen del ámbito político, científico, de los negocio, y también cultural.

El bloqueo gubernamental estuvo acompañado por un bloqueo mental igualmente infértil por parte de aquellos responsables que deberían haber estado pensando más en alternativas y estrategias. No había respuestas y la política generalizada era: “Canceladlo todo. Anulad los grandes actos empresariales, los eventos culturales…”. La cancelación era la solución más cómoda. El hecho de que la Ópera Metropolitana de Nueva York cerrase sus puertas el 22 de marzo, y no haya anunciado su reapertura hasta el otoño de 2021, significa el cierre durante un increíblemente largo periodo de 18 meses. Esto no es solo un mazazo para los aficionados a la ópera, sino que también supone socavar la reputación de Nueva York como una metrópolis cultural, al desacreditar la importancia del arte.

Max Reinhardt, uno de los fundadores del Festival de Salzburgo, dijo: “El arte no es una mera decoración, sino nuestro sustento”. La cultura y el arte son sistémicamente importantes, son como alimento para la vida. Además de este significado, el Festival tiene una posición como empleador; y éramos muy conscientes de esta doble responsabilidad cuando decidimos tomar el riesgo –calculado– y celebrarlo este verano.

Siguiendo los principios de Drucker 

Puedo afirmar con toda seguridad que Peter Drucker habría estado muy satisfecho de la forma en la cual alcanzamos nuestras decisiones. Aplicando sus principios, llegamos a acuerdos. Tras semanas de discusiones tremendamente acaloradas, hicimos que toda la compañía tuviese el mismo objetivo: celebrar el Festival, a pesar de la pandemia.

Llevar esto a cabo requirió de mucho autocontrol y gestión personal por parte de todos, desde los miembros del Consejo de Dirección hasta cada empleado individualmente. Vivimos días de trabajo intenso y detallado. En una situación con tantas dudas, nuestro director artístico, Markus Hinterhäuser, preparó un programa que habría hecho honor a cualquier gran festival internacional fuera de los momentos de coronavirus. El director comercial, Lukas Crepaz, desarrolló una estrategia de seguridad y salud que hoy es un modelo utilizado por muchos otros organizadores de eventos en toda Europa. Por supuesto, durante todo el proceso de realización se rodeó de especialistas y médicos; pero quizá lo más interesante es que motivamos a nuestros propios empleados para que pensasen con nosotros. Nos transformamos en una organización focalizada hacia el aprendizaje, y así continuamos creciendo. Como todos sabemos, el COVID nos acompañará cierto tiempo, y debemos ajustar continuamente nuestras estrategias.


Gracias a una transformación digital brutal, generamos cientos de ideas para dar salida a las entradas y ofrecer un servicio más rápido y personalizado


Ahora bien, ¿cuál era la función de la presidenta como tercer miembro del directorio? Pues yo jugué el papel de optimista, que no perdió de vista la importancia del Festival incluso en los momentos más duros, y ayudé a que los empleados formasen parte de esta creencia.

En el microcosmos de una organización como el Festival de Salzburgo, la dependencia del clima económico es una realidad todavía más cierta que en cualquier otra compañía. Nuestro proyecto estuvo guiado, en todo momento, por el principio de satisfacer al cliente, algo que Peter Drucker siempre defendió.

Me llevaría un buen rato intentar hacer justicia a la actuación de nuestro departamento comercial. En febrero de 2020 ya se habían vendido 180.000 entradas para el Festival con un valor de 24,5 millones de euros. En junio, tuvimos que devolver completamente estas compras, y conseguimos vender 78.000 tickets para la oferta alternativa con el programa modificado, por un importe de unos 8 millones de euros. Fue una experiencia demencial, pero en septiembre tuvimos nuestra recompensa, diría que casi celestial: teníamos un Festival totalmente vendido. Gracias a una transformación digital brutal en este tiempo, generamos cientos de ideas para dar salida a las entradas y atender a nuestros clientes, que están en más de 80 países, ofreciéndoles un servicio más rápido y personalizado.

Quisiera terminar mi intervención reclamando coraje en tiempos de ausencia de valor y repetir la frase de uno de nuestros fundadores, el poeta Hugo von Hofmannsthal: “Allí donde la voluntad se despierta, ya casi se ha conseguido algo”. O las palabras que más me gustan del recientemente desaparecido Leonard Cohen: “Olvida tu ofrenda perfecta, siempre hay una grieta en todo; y es así como penetra la luz. Deja que entre”. 


Helga Rabl-Stadler. presidenta del Festival de Salzburgo, en el 12th Global Peter Drucker Forum

Texto publicado en Executive Excellence nº171, noviembre 2020

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