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La digitalización de la salud

14 de Noviembre de 2018//
(Tiempo estimado: 5 - 10 minutos)

Médico, científico, inventor, empresario e innovador, formado en Stanford y Harvard, Daniel Kraft cuenta con más de 25 años de experiencia en la práctica clínica, investigación biomédica e innovación en el cuidado de la salud.

Sin embargo, señala que nos encontramos ante una de las épocas más apasionantes de este sector, y asegura que estamos a punto de vivir un cambio de paradigma en el cuidado de la salud gracias al desarrollo de nuevas tecnologías médicas que ya representan el presente y futuro de la asistencia sanitaria y la medicina.

Health-care vs. sickcare

La aparición de las tecnologías exponenciales ha tenido un enorme impacto en el ámbito médico y sanitario. Se trata de un sector muy amplio que abarca desde la prevención hasta la longevidad, pasando por los diagnósticos, las terapias, la genética, las epidemias, las enfermedades infecciones o las crónicas, y todas ellas están experimentando los efectos de la digitalización.

La principal característica que define al actual entorno es que cada vez se presta menos atención a la promoción de la salud (health-care) y se incide más en el tratamiento de la enfermedad (sickcare). Los profesionales médicos obtienen información de los pacientes a través de analíticas sencillas como la temperatura corporal o la presión sanguínea, y en función de los resultados juzgan si es oportuno o no realizar una consulta. Es decir, se trabaja desde un punto de vista reactivo que actúa cuando el paciente ya está aquejado de una enfermedad y presenta síntomas graves como un infarto, un derrame, o un cáncer en un estadio avanzado.

Pero la llegada de las tecnologías exponenciales puede abrir la puerta a una nueva forma de trabajar que, utilizando datos continuados y constantes, nos permita ejercer una medicina proactiva. Así se podrán prever enfermedades y actuar de una forma mucho más eficaz si estas aparecen.

Los planteamientos de futuro no solo se van a centrar en la prevención, sino también en la optimización de nuestra salud con el objetivo de lograr un sustancial incremento de la longevidad. Hay quienes predicen que llegaremos a vivir siglos, pero personalmente no creo que eso sea posible, ni siquiera pensando en un futuro a largo plazo. Sin embargo, tengo claro que vamos a poder vivir de forma saludable y sin sufrir los achaques derivados de la edad durante más tiempo. Podremos llegar a ser centenarios y continuar andando, pensando y siendo autónomos.

Nuevos modelos de salud

Vivimos en un entorno donde la información está muy compartimentada, es decir, las especialidades médicas no comparten su conocimiento. Seguimos definiendo la salud en base a las diferentes partes del cuerpo, algo absurdo en una era genómica conectada. El reto al que nos enfrentamos consiste en conectar toda la información de la que disponemos, y esto ya comienza a ser una realidad.

La tecnología es tan accesible que se encuentra en nuestros bolsillos o es muy fácil de obtener. Pero es necesario planificar cómo podemos optimizar estos nuevos métodos para conseguir que tengan un impacto lo más positivo posible en nuestra salud. Por ejemplo, en el sistema sanitario de Estados Unidos la gran mayoría de los recursos se dedica a combatir enfermedades crónicas, en vez de estimular la prevención.

Por otro lado, la tecnología está propiciando la aparición de nuevos modelos de salud que nos permiten acercarnos a entornos con menos recursos. La medicina está saliendo de los hospitales y llega directamente a los pacientes a través de la tele-medicina. Este servicio nos permite anticiparnos a sus necesidades futuras y evita que el enfermo tenga que ir a los hospitales, porque se pueden atajar enfermedades en fases iniciales.

Quienes necesitan servicios médicos tienen hoy mucho más poder de decisión. Pueden comparar hospitales, valorar a los médicos, elegir entre diferentes precios de productos farmacéuticos… Incluso están apareciendo valoraciones quirúrgicas que analizan el porcentaje de éxito de diferentes profesionales y sus costes para poder elegir el que más nos convenga. Todo esto está a nuestro alcance gracias a los aparatos inteligentes que llevamos en nuestros bolsillos.

De hecho, los smartphones se están convirtiendo en grandes aliados de nuestra salud. Los relojes inteligentes, por ejemplo, son capaces de realizar diagnósticos y mandárselos a nuestro médico. Existen aparatos del tamaño de un grano de arroz con gran conectividad que se pueden introducir dentro de nuestro organismo para transmitir información médica. Y la llegada de la tecnología 5G va a multiplicar las capacidades de mantener conectados nuestros organismos con el entorno médico, generando multitud de posibilidades en el contexto big data.

Cuando hablamos del futuro de la medicina, tendemos a pensar esencialmente en tecnologías de información, pero este planteamiento reduce enormemente las posibilidades. La impresión 3D, la genómica, la nanotecnología, la Inteligencia Artificial y otras innovaciones tecnológicas se están uniendo con el objetivo de solucionar los grandes retos que existen actualmente en el sector a nivel mundial, como el envejecimiento de la población o la democratización del acceso a la sanidad, porque muchas veces influye más en nuestra salud nuestro código postal que el genético.

La salud tiene tal importancia que el entorno empresarial se ha interesado en ella, y grandes compañías como Amazon, Google o Facebook están creando servicios que van desde interactuar con los pacientes hasta farmacias online que distribuyen los medicamentos directamente. Todo esto va a generar un cambio en nuestra forma de relacionarnos con la medicina.

Hacia una medicina exponencial

He tenido la oportunidad de involucrarme en la actividad de Singularity University prácticamente desde sus inicios hace ya 10 años. Un importante porcentaje de nuestros alumnos procedía del entorno sanitario, y esto nos permitió crear un proyecto de medicina exponencial. El programa contó con la participación de médicos, técnicos, inversores, e investigadores que se unieron para explorar el futuro de la medicina. Cuando se es capaz de reunir diferentes espectros profesionales ocurren cosas mágicas.

Hemos podido experimentar con la impresión 3D o los drones médicos; hemos realizado genomas completos y hemos conocido las posibilidades que ofrecen los últimos avances en nanotecnología dentro de nuestro organismo. Incluso organismos públicos como la FDA (Food and Drug Administration) han podido acelerar sus procesos introduciendo un software como recurso médico en toda su estructura.

Es cierto que nuestro genoma es importante, pero es nuestra conducta en el tiempo lo que tiene impacto a largo plazo. Hoy es posible medir nuestro comportamiento, porque la tecnología está avanzando mucho más allá de los acelerómetros de pulsera. Existen tatuajes digitales capaces de vigilar prácticamente todos los elementos de nuestro fisiología y conducta. Los datos que aportan permiten analizar importantes cantidades de información, para que los médicos puedan tratar a los pacientes de forma preventiva.

Si antes teníamos capacidad para medir el peso, ahora también podemos calcular la forma, el equilibrio entre grasas y músculos o la hinchazón en los tobillos de los pacientes cardíacos. Esta información permite a los profesionales optimizar las terapias. La hipertensión es el primer factor de riesgo de muerte súbita, pero hoy todos podemos medir la presión utilizando pulseras médicas, y cuando estén conectadas con nuestros médicos estos podrán avisarnos si ven algún tipo de riesgo. 

Google está fabricando lentes de contacto que analizan el azúcar en la sangre, chips sub-dérmicos capaces de estudiar parámetros fisiológicos en tiempo real, sensores en la espalda que observan la postura y nos informan de cómo corregirla, anillos que miden nuestras pautas de sueño… Apple incluso acaba de comprar una compañía que fabrica sensores para colchones.

La tecnología nos permite desde medir los temblores del Párkinson para adecuar las dosis farmacéuticas, hasta controlar las calorías que ingerimos. Las oportunidades son tantas y el volumen de innovación tan elevado que resulta difícil de seguir.

Más allá del individuo, también se puede actuar sobre problemas sociales. Tenemos tal cantidad de datos que empieza a ser posible atajar problemas como la tasa de suicidios. Las conductas, al ser analizadas, pueden servir como aviso para personas en riesgo. La Inteligencia Artificial nos ayudará a ser predictivos respecto a estas conductas, y nos permitirá actuar sobre aspectos como la depresión. Están naciendo aparatos capaces de interactuar (chatbox), que permiten definir el estado de ánimo de las personas. Evidentemente, esto no reemplazará a los psicólogos, sino que será una herramienta a su disposición.

Quienes no deseen llevar nada encima, también podrán beneficiarse de los avances tecnológicos. Los ingenieros del MIT están trabajando con wifis modificadas capaces de detectar los signos vitales de 10 personas en una habitación. Pueden incluso medir sus patrones de sueño.

Vamos a entrar en un mundo donde nuestro ser digital va a generar información de forma continuada. El reto consiste en hacer llegar toda esta información a los responsables de nuestra salud. Con la app de salud del iPhone se puede enviar esta información al médico; y desde hace seis meses ya es posible descargar en el móvil todo tu historial médico para compartirlo. Estamos viendo cómo los diferentes elementos comienzan a conectarse entre sí para comprender del significado de toda esta información. La Universidad de Stanford está utilizando la información genómica y los historiales clínicos de 10.000 voluntarios para avanzar en la comprensión del genoma humano y su impacto en la salud.

Cuando el motor de un vehículo detecta un problema, nos aparece en el cuadro de instrumentos una señal de advertencia. ¿No sería magnífico que todos tuviéramos una señal de advertencia antes de que se produjese una “avería”?

Ayuda para cambiar de hábitos

Los datos y la información son muy relevantes, pero dado que la mayoría de los problemas de salud tienen una relación directa con las conductas, ¿qué podemos hacer para conseguir impactar sobre ellas y cambiar nuestros hábitos? Necesitamos nuevas fórmulas que nos ayuden, y en este sentido se han diseñado programas como Google Coach, que ofrece un entrenador personal. Incluso Alexa -la interface de Android- se preocupará por nuestra salud. Todos estos sistemas se van a integrar para ayudarnos a influir en nuestros hábitos. Habrá sistemas que incluso nos hagan un chequeo toda las mañanas realizando un escáner de retina cuando nos levantemos.

La realidad virtual también va a impactar mucho en la salud. Ya se están utilizando técnicas de aprendizaje quirúrgico. Dentro de poco, veremos cómo un cirujano de San Francisco guía a otro en Ciudad del Cabo durante una compleja intervención quirúrgica. Además, los médicos podrán practicar y entrenar en quirófanos virtuales para operaciones que van a realizar en la vida real.

La genómica es otra gran revolución en marcha. El coste de realizar un mapa genómico ha pasado en unos años de 1.000 millones de dólares a unos pocos centenares. Con esta información se puede conocer el riesgo que tenemos cada uno de nosotros de desarrollar  ciertas enfermedades como el cáncer o la diabetes; incluso nuestra respuesta a ciertos medicamentos. Es más, es posible diferenciar a los tres tipos de diabéticos que existen a través del genoma y personalizar los tratamientos.

La microbiota, esa colección de bacterias que tenemos en el intestino, tiene un papel muy importante en muchos aspectos de nuestra fisiología. Influye en la obesidad, en las enfermedades cardiovasculares, e incluso, en enfermedades cognitivas como el Párkinson o el Alzheimer. Ya es posible actuar sobre ella a través de trasplantes fecales y empieza a ser frecuente que esta se analice para recomendar una alimentación de forma individualizada.

La detección temprana es crítica. Cuanto antes diagnostiquemos una enfermedad, mejores resultados obtendremos en su tratamiento. Ya es posible diagnosticar Alzheimer 10 años antes de que se desarrolle gracias al escáner de positrones (PET scan). Big data va a revolucionar la cardiología, y los sensores de muñeca podrán predecir con suficiente antelación los problemas cardiovasculares. 


Daniel Kraft, responsable del área de Medicina de Singularity University y fundador de la conferencia Exponential Medicine.

Texto publicado en Executive Excellence nº152, oct.2018.