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La educación digital

24 de Noviembre de 2016//
(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

La Asociación para el Progreso de la Dirección está celebrando en 2016 su 60º aniversario. Como cierre a un año tan significativo, su 4º Congreso Nacional reunió un plantel directivo de primer nivel, cuyas ponencias analizaron 20 tendencias identificadas por APD como los principales motores del cambio mundial, y de España. La educación y la forma de aprender es una de ellas, y César Alierta, presidente ejecutivo de Fundación Telefónica, fue el responsable de aportar luz sobre este tema.

La tecnología está suponiendo una auténtica revolución en la educación a todos los niveles. El aprendizaje se está volviendo personalizado, pero también social, colaborativo y continuo; pues la necesidad de formación será permanente durante toda la vida. La educación se está trasladando a un entorno ubicuo, donde además desaparecen las clases magistrales, el profesor se convierte en un guía y priman las habilidades frente al saber académico.

Con estas premisas, César Alierta reflexionó sobre las oportunidades de la digitalización para la economía, la democracia y la educación. Desde que en abril de 2016 abandonara la presidencia de Telefónica, tras 16 años al frente de la teleco, Alierta se ha volcado en la actividad de la Fundación, que canaliza la acción social y cultural del Grupo. La educación constituye una parte esencial de la estrategia y son múltiples las iniciativas que desarrollan, especialmente en América Latina, convencidos de que un mundo digital y solidario es posible. Para hacerlo realidad, en Fundación Telefónica mejoran las oportunidades de desarrollo de las personas a través de proyectos educativos, sociales y culturales, adaptados a los retos del mundo digital.

A continuación, exponemos algunas de las ideas que Alierta compartió:

“Si bien el desarrollo social y económico de la humanidad hasta la revolución industrial es casi plano; desde 1850 hasta 1990, cuando empieza la era digital, es espectacular. Lo más importante es que las previsiones apuntan a que entre 1990 y 2030 tendremos cuatro veces más desarrollo social y económico que el que tuvimos con la revolución industrial. 

Lamentablemente, parece que no todo el mundo es consciente de esto. Quienes han votado a Donald Trump en Estados Unidos no saben que van a vivir el mejor modelo de expansión de los próximos años, pero hay que desterrar los esquemas antiguos de los 90, porque ya no funcionan en el mundo digital. La Comisión Europea ya está trabajando en implantar la nueva agenda digital europea, y también en España el Gobierno lo está haciendo, pues la agenda digital es clave. 

Debemos ser conscientes de que la democracia va a ser digital, y eso pasa por dos segmentos: que no haya viralización y que mi opinión solo la sepa yo, y nadie más. Conseguir esto ya es posible gracias al big data. 

La historia del progreso de la humanidad está basada en dos factores: la educación y la innovación; y hoy la digitalización está teniendo un impacto especialmente positivo en ambas áreas.

Un aumento del 10% de la digitalización de un país supone un aumento del PIB per cápita del 40%. En las últimas dos décadas –que ciertamente no han sido muy digitales–, la quinta parte del crecimiento del PIB mundial se debió a la digitalización. Por eso me resulta sorprendente que los modelos de los macroeconomistas clásicos no incluyan la digitalización, cuando el consumo y la inversión es –y va a ser– digital. Por el contrario, siguen utilizando esquemas de los años 90. 

Una oportunidad para las empresas

Ante este escenario, hay una cosa clara: las empresas no tienen otra opción más que ser digitales. 

La innovación pasa por tres fases fundamentales: primera, conocer las necesidades de la gente, del consumidor; segunda, ser disruptivo ofreciendo productos y servicios que las personas, implícitamente, están manifestando que les hacen falta, aunque no se dan cuenta; y por último, hacerlo, desarrollar esa innovación. El big data permite saber lo que realmente quiere la gente, y permite a las empresas innovar, ser punteras y mucho más competitivas.

El mundo es global por la digitalización. Quienes estamos en la UE vamos a vivir una integración mucho más rápida, y España tiene una oportunidad histórica como nunca, porque es el puente de unión entre Europa y América latina, un mercado natural con más de mil millones de personas. 

Además, en España hay más hogares y empresas basadas con fibra óptica que en el conjunto de Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. Nosotros somos 47 millones y ellos son 260. 

Aprender en el ecosistema digital

El gran reto de Europa y de nuestro país es adaptar las necesidades educativas y formativas a este nuevo entorno del ecosistema digital. 

El mercado laboral está cambiando radicalmente. Calculamos que, en España, de aquí a 2020 habrá un déficit de tres millones de jóvenes con formación digital. No podemos perder de vista que el 65% de los chicos de Educación Primaria de todo el mundo van a trabajar en profesiones que hoy no existen, pero que todas ellas tienen algo en común: la necesidad de conocimientos digitales para ser llevadas a cabo.

La tecnología tiene un potencial de crecimiento, competitividad y reducción de la desigualdad tremendo. La educación a través del mundo digital iguala las oportunidades en todo el mundo. En Telefónica empezamos hace cuatro años en América Latina con la operación digital, y hoy un niño en el Amazonas peruano tiene la misma formación y capacidad de trabajar que un niño de Munich; los dos saben saben lo mismo, y eso cambia radicalmente todo. 

Esta educación digital debe abarcar todas las fases de la vida: educación escolar, profesional, universitaria y formación continua. Claramente, hay que cambiar el sistema pedagógico de la universidad, pero lo más importante en este nuevo entorno es la formación continua a través del mundo digital, algo que no es complicado ni costoso. Los oficios tradicionales de la formación profesional también deben cambiar. Hoy es fundamental aprender programación, análisis de datos, etc.; y nosotros sabemos hacerlo. 

¿Por dónde empezar? Lo primero que hay que enseñar a un niño es a aprender a aprender. Desde Fundación Telefónica hemos desarrollado cursos para esto, y funcionan fenomenal en cualquier parte del mundo. El mayor problema radica en la formación de los profesores, que no son digitales.

Tampoco el sistema educativo tradicional se está actualizando para dar respuesta a las necesidades de la sociedad del conocimiento y la sociedad digital. Recuerden que solo en España necesitamos, en los próximos tres años, tres millones de chicos con conocimientos digitales. 

Las empresas también deben dar este proceso de aprendizaje y desarrollo de la digitalización. Frente a los profesionales tradicionales de marketing, ahora los más preparados son los chicos que estudian físicas, matemáticas e ingeniería de sistemas, porque son ellos quienes saben aprovecharse del big data. En Telefónica hemos promocionado esto con éxito a través del programa Talentum, y el 90% de las personas que han participado en él han sido contratadas al acabar los cursos.

El futuro de la universidad también merece una reflexión. La creciente demanda de formación universitaria pasa por el desarrollo de los MOOCs. Por eso, desde la Fundación Telefónica, junto con otros partners, hemos diseñado el programa Miríada X, que ya tiene 500 cursos. 

Me gustaría hacer una mención sobre la Fundación ProFuturo, un proyecto del que me siento muy orgulloso, porque es el gran proyecto para la educación digital de niños y adolescentes desfavorecidos. Está auspiciado por Fundación Telefónica y Fundación Bancaria “la Caixa”, y ya hemos conseguido escolarizar a dos millones de niños, niñas y adolescentes en Latinoamérica y África, aunque nuestra ambición es llegar a diez millones de niños en los próximos cinco años.


Publicado en Executive Excellence n134 noviembre 2016.

 


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