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Las Buenas Prácticas no son ninguna tontería

24 de Febrero de 2014//
(Tiempo estimado: 2 - 4 minutos)

Stephen M. Shapiro, un renombrado consultor americano especializado en innovación, acaba de escribir Best practices are stupid, libro en el que ofrece 40 formas de superar a la competencia mediante la innovación. Se queda un poco corto. Paul Simon, hace 30 años, ya nos cantaba “Fifty ways to leave your lover”. “50” y no solo 40…

 

Stephen enseña a sus clientes que la innovación (por cierto, qué poco se habla ahora de innovación en nuestro país, cuando no hace mucho era trending topic) no es generar nuevas ideas ocasionalmente y ya está; innovamos para permanecer por delante de la competencia. Necesitamos que la innovación, como parte indisoluble que es del excellence touch, sea un proceso repetitivo, sostenible y rentable, integrado en el núcleo de la cultura de la organización. 

Según su estadio de madurez en excelencia en gestión, encontramos al menos tres tipos de organizaciones donde la innovación se abre camino. Aquellas en que prima la generación de ideas (son las más numerosas) mediante la convocatoria de concursos, premios o iniciativas similares. Las que trabajan para que se convierta en un proceso que permita abordar problemas, generar soluciones, evaluarlas y desarrollar planes de implantación. Finalmente están las más escasas, aquellas donde la innovación está instalada en todo lo que la organización hace. Las organizaciones con más alto nivel de excelencia, 500+ puntos EFQM, están en este último estadio. Saben muy bien cómo dar los primeros pasos y cómo ir progresando, hasta lograr que la innovación forme parte de la cultura de la casa. Además,  esos niveles tan altos de excelencia, exigen llevar a cabo acciones de benchmarking constantemente, para averiguar qué logran y cómo, no solo sus competidores sino, sobre todo, aquellas organizaciones que alcanzan los mejores resultados en cada parcela. Exactamente lo mismo que hace cualquier deportista de alta competición.

La innovación desafía tu capacidad para cambiar, generar más valor y permanecer por delante de tu competencia. Así es como la entendemos en el Club Excelencia en Gestión y en eso estamos de acuerdo la mayoría, incluido Stephen. Por ese motivo decir, como él señala en su libro, que cuando copias una buena práctica, tú no vas a ir por delante, que solo es un juego de “a ver si te doy caza”, es contar verdades a medias con el propósito de justificar un titular llamativo. 

Primero, copiar a la competencia, en materia de gestión, es algo que muy difícilmente ocurrirá. Ninguna organización compartirá voluntariamente, con competidores, prácticas que le otorguen cierta ventaja competitiva. Al contrario, levantará todos los muros posibles para evitar que eso ocurra, lo vemos continuamente. Por tanto, copiar a la competencia, insisto en materia de gestión, no es que sea estúpido, es altamente improbable. Segundo, ¿qué diferenciación obtendremos aprendiendo de aquellos de quienes, precisamente, nos queremos diferenciar? El Sr. Shapiro habría quedado mucho mejor si al decir que aprender best practices is stupid, se estaba refiriendo a hacerlo de la competencia.

Aprender buenas prácticas de otros que no son competencia directa tiene su dificultad, naturalmente, pero también enormes beneficios. Por ejemplo, imaginemos lo que un hospital,  o una cadena de ellos, podría aprender estudiando a fondo el proceso de admisión de cadenas hoteleras, dos sectores muy diferentes. Respuesta: conocer buenas prácticas que podrían resultar hasta incluso revolucionarias en el sector hospitalario.

Estudiar, aprender y adaptar buenas prácticas de otras organizaciones que operen en sectores distintos al nuestro, sí que puede ser una estrategia de innovación inteligente. Ahora bien, puesto que este proceso, si es riguroso y no superficial, normalmente resultará muy exigente en términos de dedicación, energía y liderazgo, debiera centrarse en aquello que es factor clave de éxito o diferenciación. De otro modo, y en esto sí que estamos de acuerdo con nuestro ínclito autor, puede convertirse en un ejercicio magnífico de desperdicio.

Nuestra Asociación se creó para favorecer el intercambio y benchmarking de experiencias de gestión, en un entorno abierto y multisectorial, y en eso estamos volcados..., mientras el Sr. Shapiro no se cargue la idea.


 

Juan Liquete, secretario general del Club Excelencia en Gestión.

Artículo publicado en Executive Excellence nº109 feb14