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La banca busca su lugar

14 de Diciembre de 2016//
(Tiempo estimado: 3 - 5 minutos)

Vivimos un contexto complejo donde las incertidumbres pueden hacer posible lo hasta ahora impensable. En banca, la creciente demanda regulatoria, la transformación digital y los bajos tipos de interés marcan la actividad y hacen cada día más difícil la rentabilidad financiera en un entorno de alta competencia.

Solo hace dos años de la gran reestructuración del sistema financiero en España que hizo desaparecer la mayoría de cajas de ahorro y redujo de 50 a 14 el número de entidades. Sin embargo, a día de hoy la banca continúa buscando su lugar, sometida a una situación de desasosiego ante los nuevos frentes que abren la regulación, la tecnología y los bajos tipos de interés. No obstante, en esa búsqueda el sector parece más enfocado en resolver su propia situación, esto es garantizar la estabilidad económica y mejorar su imagen, que en trabajar al servicio de las personas y de la economía real. Centrados en responder a los tres grandes desafíos ya mencionados, se pierde de vista un cuarto, central en la actividad bancaria: definir el rol de la banca en la sociedad y recuperar la credibilidad. 

¿Qué situación están generando estos tres desafíos que afectan de forma generalizada al sector? El primero, el regulatorio, nos trae una enorme avalancha de nuevas normativas que intentan controlar otra posible crisis del sector financiero, pero sin realizar una revisión profunda del modelo de negocio de la banca en este país y en Europa en general. 

El segundo desafío importante es la entrada de nuevos agentes tecnológicos en el sector de las finanzas y los pagos. Por un lado, las grandes corporaciones del mundo online, cuyo desarrollo tecnológico es imposible alcanzar en los ritmos que ellas marcan, suponen altos desembolsos por parte de las entidades bancarias para acercarse a su oferta. Por otro, la aparición de las nuevas fintech, empresas pequeñas que están dejando obsoletas muchas de las propuestas y de los servicios de los bancos y exigen una rápida actualización. Unas y otras no tienen la obligación de hacer frente a la alta demanda regulatoria bancaria, mientras los bancos se ven obligados a reencontrar su lugar, realizar importantes inversiones y cambiar en muchos casos la cultura de sus propias organizaciones. 

Por último, existe un tercer desafío que marca la actividad bancaria estos días y es la abundancia de liquidez en el sistema. Resulta difícil entender esta disponibilidad de dinero repentina, que no está asociada a la demanda de financiación por parte de las empresas y los emprendedores. Unos excedentes de liquidez generados por el propio sistema financiero, la llamada “expansión cuantitativa” promovida por el Banco Central Europeo para animar a las entidades financieras a prestar, y que deja los tipos de interés en mínimos históricos haciendo que el dinero pierda valor. Se trata de una liquidez artificial que no se corresponde con la realidad emprendedora y que facilita la creación de nuevas burbujas y círculos especulativos, e incluso empuja nuevamente a una gestión poco apropiada del riesgo. 

Así llegamos al final de 2016 con un contexto extraordinariamente exigente y competitivo, alimentado por un entorno de bajos tipos de interés que incide en la baja rentabilidad de los préstamos. Según el Banco de España, en solo dos años los intereses de los préstamos han bajado en un 55%, lo que incide de forma directa en la rentabilidad de los bancos y les empuja a una transformación radical del negocio para sobrevivir. La nueva política de comisiones en los cajeros, por ejemplo, apunta hacia esa búsqueda de rentabilidad adicional que supla las pérdidas por los bajos tipos de interés en los préstamos. Hay entidades que han optado por ofrecer de nuevo hipotecas al 100% o por una gestión del riesgo poco rigurosa. Otras apuestan por ofrecer seguros e incluso vender televisores en sus propias oficinas. 

Sea como sea, esto nos va a obligar a todos, bancos, clientes particulares y empresas, a repensar cuál es la relación razonable entre valor y precio, y a realizar un ejercicio mucho más transparente sobre el precio real de los servicios bancarios. Se acabó la época del todo vale, de 0 comisiones. Vendrá un tiempo en el que cada servicio tendrá que tener un coste razonable, que se refleje de forma transparente en la relación entre banco y cliente. El entorno de bajos tipos de interés ya no va a permitir que los intereses de los préstamos no guarden una relación transparente con el resto de los servicios que ofrecen las entidades financieras.

Ante este panorama, los bancos se enfrentan al dilema de garantizar su estabilidad económica o ponerse al servicio de la economía. La búsqueda del equilibrio necesario entre ambos objetivos será el que marque en cada caso si la propuesta de un banco hacia sus clientes se mide en términos de valor o precio. 


Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank España