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El estatus de líder extremo

20 de Febrero de 2017//
(Tiempo estimado: 5 - 9 minutos)
Steve Farber

Muchos de quienes se autodenominan líderes, en realidad, lo único que hacen es posar. Llevan la etiqueta, optan al título sin realmente poner toda la carne en el asador. Os invito a aproximaros al acto de liderazgo de la misma manera que uno se acerca a la práctica de un deporte extremo: aprendiendo a amar el miedo y las sensaciones que produce su práctica. Y para ello, evidentemente, hace falta compromiso personal. 

Como dice Terry Pearce: “Hay muchas personas que creen querer ser toreros, pero frente a un morlaco de 600 kilos descubren que lo único que realmente querían era llevar el traje de luces y recibir los aplausos“.

Si decides lanzarte al ruedo, has de amar el reto y la aventura. El amor es lo que hace que el miedo que se sufre merezca la pena. Si aceptas el miedo, como parte de la experiencia, el miedo crea y define esa experiencia. Deportes extremos no lo serían sin miedo, y este no tendría sentido sin el amor al deporte.

Lo mismo se puede decir del liderazgo extremo: es una interrelación dinámica entre miedo y amor. Todos aquellos que utilizan activamente la experiencia del miedo y del amor de forma diaria en sus intentos para cambiar su entorno -para mejorarlo- son líderes extremos.

El liderazgo extremo es intensamente personal e intrínsecamente asusta.El miedo puede salvar tu vida, evitando que hagas algo estúpido; pero también que hagas algo grande, que aprendas y crezcas

Haces lo imposible por cambiar la naturaleza de las cosas y eso es un reto que asusta, porque estás pidiendo, a ti mismo y a los que están a tu alrededor, que dejen la zona de confort. También porque no tienes garantía de éxito, nunca sabes cómo serás juzgado, y tu credibilidad está en juego. Es por eso por lo que no se puede participar del auténtico liderazgo sin sentir miedo.

Si bien es cierto que el miedo puede salvar tu vida, evitando que hagas algo estúpido, es igual de cierto que evita que hagas algo grande; que aprendas y crezcas. El miedo es una parte natural del crecimiento y dado que el crecimiento, el cambio y la revolución son parte de la agenda del líder extremo, el miedo viene con el territorio.Tu experiencia del miedo (o de la euforia, de la descarga de adrenalina) es tu indicador interno que confirma que estás moviéndote en la dirección correcta

Tu experiencia del miedo (o de la euforia, de la descarga de adrenalina) es tu indicador interno que confirma que estás moviéndote en la dirección correcta, que estás liderando. Si estás utilizando todos los nuevos conceptos teóricos, leyendo los últimos libros de liderazgo…, pero no experimentas esa constricción visceral, esa intuición, y no estás preocupado –con miedo– cada día, no estarás realizando nada significativo –y menos aún cambiando el mundo–; de hecho, ni siquiera lideras. 

Da un salto (leap) radical

Los líderes extremos dan saltos radicales constantemente (LEAP: Love, Energy, Audacity, Proof).

Cultiva el amor. El credo personal de un líder extremo siempre está relacionado con esta temática: haz lo que amas al servicio de la gente que ama lo que haces. Muchos consideran inadecuada la emoción del amor en los negocios. Creen que los buenos empresarios mantienen trabajo y corazón separados. La verdad es lo contrario. Es el corazón lo que aporta el fuego, la creatividad capaz de inspirar, motivar y generar lealtad, dando saltos de brillante innovación.Es el corazón lo que aporta la creatividad capaz de inspirar, motivar y generar lealtad

El amor es un elemento clave para que las relaciones líder-seguidor y coach-empleado sean productivas. Para ser un buen coach, tienes que preocuparte por las personas a las cuales impartes coaching. No es que tengas que enamorarte apasionadamente de todos los que trabajas, pero sí que necesitas encontrar algo que realmente te preocupe y te guste en tu negocio, y con cada uno de los individuos con los que te relacionas. Y esa sensación, además de ser real, ha de ser reconocida como tal por los demás. La clave consiste en encontrar la manera de genuina y sinceramente amar a tu cliente, para entonces actuar desde ese nivel de motivación.Las grandes relaciones empresariales se ganan sabiendo no solo cuándo has de mantenerte firme en tus principios, sino también cuándo has de sacrificar tus necesidades a corto plazo, para tener una relación a largo

Las grandes relaciones empresariales se ganan de una forma análoga a las relaciones románticas: prestando una atención casi obsesiva a las necesidades, deseos, esperanzas y aspiraciones de la otra persona. Sabiendo no solo cuándo has de mantenerte firme en tus principios, sino también cuándo has de sacrificar tus necesidades a corto plazo, para tener una relación a largo. Demostrando a través de tus acciones que realmente lo piensas, y lo sientes. Los líderes extremos de hecho quieren a sus clientes y hacen lo imposible para mejorar sus vidas.

Genera energía. La energía es real, tangible y palpable. Sabes cuándo la tienes y cuándo no. Sabes cuándo has de arrastrarte para salir de la cama y cuándo sales de un salto.

Puedo decir, en dos minutos, si la compañía en cuya recepción acabo de entrar es una empresa brillante, motivada y energética o es, sencillamente, un depósito de cadáveres. Las cosas no pasan por accidente. Hay alguien que está creando ese entorno y si es tu lugar de trabajo ese alguien eres tú.

Pregúntate a ti mismo si generas más energía cuando entras en un despacho o cuando sales. Hay algunas personas que son como aspiradoras de espíritu humanas, como vampiros chupadores de energía. Todo lo que necesitan hacer es entrar en un despacho y automáticamente absorben la energía del entorno. Asegúrate de no ser ese tipo de personas y que, cuando entres en un despacho, inyectes energía en lugar de llevártela.

La energía es aquello que hace que volvamos cada día a nuestro trabajo sin perder entusiasmo o pasión. Proviene, en parte, de tener un propósito más elevado. 

Las personas quieren sentir pasión en su trabajo y ser parte de ese propósito elevado. El trabajo del líder extremo es definir y redefinir, día tras día, ese propósito, que por sí solo es capaz de transmitir energía a la mayoría de las personas. Como dice Michael Cunningham: “Si chillas suficientemente alto y durante suficiente tiempo, un gentío terminará rodeándote para saber a qué viene tanto ruido. Es la naturaleza de las multitudes. Y no se quedarán mucho tiempo, a no ser que les des una buena razón para ello”.La energía es aquello que hace que volvamos cada día a nuestro trabajo sin perder entusiasmo. Proviene, en parte, de tener un propósito más elevado

Inspira audacia. La audacia es valiente y descarada, despreciando las constricciones habituales. La audacia que se inspira en el amor tiene coraje y no impudicia. Como decía Carly Fiorina: “La mayor obligación de un líder es hacer posible un entorno donde las personas pueden aspirar a cambiar el mundo”. Eso, evidentemente, es una afirmación de propósito audaz, y pide a gritos la pregunta de “cómo vamos a cambiar el mundo”.

Ese es el tipo de audacia correcta, la que demanda despreocupación –ignora– ante las constricciones más insidiosas que nos autoimponemos: “No puedo hacer eso. Yo no soy Gandhi ni la Madre Teresa o Martin Luther King”.

Eso es una mentira conveniente: creyéndola, abdicamos de nuestra responsabilidad frente a la necesidad de transformar el mundo en algo diferente. Todos tenemos una influencia directa sobre los que no rodea, sobre la industria, la compañía, el equipo, la comunidad de vecinos, la familia o cualquier persona de nuestro entorno próximo. Esos mundos no son menos nobles, todos suman y todos están dentro de nuestra área de influencia.

Así que, enfréntate al reto y pregunta: ¿cómo pudo cambiar el mundo que me rodea; el mundo de mis empleados, de mis clientes, y del mercado? Eso es audacia, y admito que es mucho más fácil preguntar que contestar, y hacer algo al respecto. Aun así, has de hacer algo.

Provee a los demás de pruebas. Jim Kouzes y Barry Posner nos han mostrado que la credibilidad es el cimiento del liderazgo: “Haz lo que dices”.

Has de jugarte la piel; has de poner tu reputación en juego.

Has de probarte, a través de la acción diaria y que pueda ser observada. Es tremendamente fácil hablar por hablar, pero si dices que amas a tu equipo, demuéstralo. Si dices que hemos de ser valientes e innovadores frente a nuestros clientes, demuéstralo. Si le dices a tus equipos que son tu activo más importante, demuéstralo en cada una de las decisiones que tomes. 

Cuando dices “aquí no puedo hacer esto” o “aquí no me dejan hacerlo”, tu credibilidad como líder extremo está tocada. Cuando estás convencido de que podrás cambiar las cosas para mejor, has de demostrarlo con coraje y evidenciarlo a través de tus acciones. Decía Gandhi: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.El cambio, la mejora y el éxito son el resultado de un esfuerzo colectivo

Generalmente, hablamos de responsabilidad como aquello que desesperadamente queremos que otras personas tengan. Mientras que el cambio, la mejora y el éxito son, a la postre, el resultado de un esfuerzo colectivo; nada realmente pasará si no te haces responsable de tus propias palabras. Solo así podrás decir que tienes estatus de líder extremo, es la única forma de demostrar que no es simplemente una pose.


Steve Farber, conferenciante experto en liderazgo, executive coach y autor de best-sellers.

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº136 feb17