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¿Está vuestro excellence touch… standing in the shadow?

23 de Abril de 2012//
(Tiempo estimado: 2 - 4 minutos)

Recuerdas a los Rolling Stones en: “Have you seen your mother, baby, standing in the shadow?”, porque su contenido señala en parte lo que me gustaría desarrollar a continuación, pero sin banda sonora, claro. Peter Senge, en su libro La Quinta Disciplina, dice que en un mundo cada día más interconectado y donde nuestro trabajo se está volviendo más y más complejo y dinámico es necesario que las organizaciones, para permanecer competitivas, aprendan sistemáticamente y así logren innovar constantemente.

En este contexto, ya no es suficiente con que sea solo la cúpula directiva la que se ocupe de este cometido, sino que debe ocurrir en todos los niveles de la organización. La buena noticia es que ello es perfectamente posible porque aprender es consustancial con el ser humano, ¡nos encanta aprender!

Tras más de 20 años trabajando con empresas y organizaciones de muy diferentes tamaños y sectores, hemos descubierto la importancia de instaurar ciertas disciplinas, para lograr que las organizaciones aprendan de forma continuada. Una de ellas es el pensamiento sistémico, es decir, ver la organización como un conjunto de actividades relacionadas entre sí como si de un ecosistema se tratase. Y para gobernar ese ecosistema empresarial es imprescindible contar con un sistema de gestión, vivo y formalizado. Además, si ese sistema de gestión se inspira en los principios de la excelencia, es altamente probable que se consigan buenos resultados en toda la organización, a lo largo del tiempo. Al fin y al cabo, los principios de la excelencia en gestión nacieron de un trabajo de Tom Peters en los años 80. Él analizó a un centenar de empresas del Fortune 500 que tenían éxito sostenido y ese análisis le permitió identificar lo que estas tenían en común que, además, explicaba el porqué de su éxito a lo largo de los años.

Posteriormente, organizaciones como la EFQM se ocuparon de crear un modelo de excelencia para trasladar estos principios al día a día de cualquier organización. Con este modelo hoy podemos medir el nivel de excelencia y extraer las fortalezas y debilidades que lo determinan. Esto nos ha permitido crear un completo sistema de reconocimiento que culmina con el Premio Europeo a la Excelencia en Gestión que es como los Oscars de la gestión.

Pero hablando de reconocimientos, hay gente que nos achaca que existen ya demasiados: premios, certificados, sellos, etc., y que la mayoría no es más que una medalla otorgada con escaso rigor, conseguida con el único fin de hacer creer a una parte del mercado que se es excelente, a esa parte del mismo que no puede distinguir lo sólido de lo superficial, cuando realmente se está muy lejos de serlo. Y hay que decir que en parte tienen razón los que así piensan, pero es un grave error meter a todos en el mismo saco.

Tener un sistema de sistema de gestión que use como referencia el modelo EFQM y esté evaluado por entidades serias, como la EFQM o el Club Excelencia en Gestión en colaboración con las principales entidades de certificación, aporta un valor indudable y se diferencia claramente de otras certificaciones. Primero, porque ayuda a instaurar y mantener un sistema de gestión, internacionalmente contrastado y reconocido, para toda la organización. Segundo, porque contribuye a estimular el esfuerzo necesario para mantener la disciplina operativa. Tercero, porque en definitiva procura un futuro más seguro y más competitivo.

Si no parecen suficientes las razones de Peter Senge, que citaba al comienzo, para dotarse de un completo sistema de gestión, solo tenemos que echar una ojeada a lo que pasa cuando no existe tal sistema o este está en desuso. Me vienen a la memoria tragedias como la del crucero Costa Concordia de comienzos de año, o como el desastre ecológico ocasionado por el vertido de petróleo en el Golfo de México en 2010, o como el envenenamiento con trasfusiones de sangre contaminada provocado por ciertos hospitales, etc., podríamos desarrollar una lista interminable de graves incidentes cuyas consecuencias podían haberse evitado o minimizado. No nos engañemos, todo eso no fueron solo errores humanos, fueron fallos sistémicos muy graves, por la inexistencia de un completo sistema de gestión vivo y formalizado.

Contar con un sistema de gestión vivo, inspirado en los principios de la excelencia, es como caminar subiendo por una imaginaria escalera mecánica que nunca termina. Mientras permaneces subiendo escalones, te vas acercando al destino, pero en el momento en que te paras, la escalera te devuelve al punto de partida.

No dejes que vuestro excellence touch permanezca... standing in the shadow. 


 GESTIÓN EMPRESARIAL

Juan Liquete, secretario general del Club Excelencia en Gestión
Artículo publicado en Executive Excellence nº19 abr12

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