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En quién confiamos y por qué

(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

El Center for Public Leadership, dependiente de la John F.Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, acaba de hacer público el Índice Nacional de Liderazgo correspondiente al año 2009 (www.hks.harvard.edu/leadership/nli).

Entre las novedades de este año destaca un ligero aumento de la confianza que los norteamericanos tienen en sus instituciones y principalmente en tres de ellas: el Ejército, el Poder Ejecutivo y el sector empresarial. Desciende este año respecto del año anterior la confianza en la profesión médica, en la clase política e instituciones de gobierno estatal, en los medios informativos y en el sector financiero (Wall Street). Y se mantienen en el mismo nivel la confianza en el gobierno local, la educación, la religión, el Tribunal Supremo y el Congreso.

Con independencia de si unos sectores suben o bajan respecto de índices anuales anteriores, por encima de cualquier otra consideración llaman la atención en la escala los dos extremos de la confianza del pueblo norteamericano. Si el índice 100 representa una confianza moderada, sólo hay tres instituciones que lo superen: el Ejército, la profesión médica y las organizaciones caritativas y no gubernamentales. De las tres, la única que llega a un índice 120 es el Ejército. Si vamos al otro extremo de la escala, el sector que menos confianza genera es el financiero (79,7), seguido a muy corta distancia por los medios informativos (77,0), en caída libre desde hace años a pesar de los muy meritorios esfuerzos de instituciones universitarias, profesionales independientes y la denominada “prensa de calidad” por recuperar la confianza perdida.

Lo significativo de esta encuesta, realizada sobre una muestra de 1.040 personas, es que lo que mide no es exactamente la confianza en instituciones abstractas, sino en la capacidad de las personas que las dirigen y representan es decir, en sus líderes. El 87% de las personas encuestadas cree que los problemas a los que se enfrenta la nación –y que no son sólo políticos o económicos—pueden ser resueltos mediante un liderazgo eficaz, mientras que el otro 13% restante opina que los problemas no pueden resolverse, independientemente de que haya buenos o malos líderes. Por lo tanto, identificar en qué consiste el liderazgo resulta por lo menos tan importante como señalar quién lo personifica de manera más clara. Y ésta es la principal novedad de la encuesta publicada en noviembre por el CPL, que por primera vez explora las razones y los factores detrás de la confianza generada o perdida por determinados sectores, concretados en forma de cualidades percibidas. Entre estas cualidades, la primera es la fiabilidad, esto es, la capacidad de lograr que los demás crean en nosotros y en lo que decimos. Muy vinculada a esta capacidad de lograr que los demás se fíen de lo que decimos, está la cualidad percibida de la competencia: se trata no sólo de poseer los conocimientos, destrezas y habilidades necesarios para realizar el trabajo propio con plena competencia, sino de que los demás perciban que efectivamente somos capaces de hacer las cosas bien. En tercer lugar, el líder debe ser percibido como alguien que trabaja por el mayor bien de la sociedad. Debe, también, compartir los mismos valores y objetivos de la gente común, obtener buenos resultados en aquello que emprende, y mantenerse en contacto con las necesidades y preocupaciones de la gente.

Las dos últimas posiciones en relación con cada uno de estos seis factores o cualidades que componen la imagen percibida de liderazgo son retenidas, en todos los casos, por el sector financiero y por los medios informativos, siendo éstos últimos los que ocupan la última posición en cinco de las seis variables. En concreto, los medios son el sector en el que menos cree la gente –incluso por detrás de Wall Street—y del que se opina que sus líderes son los menos competentes. Los norteamericanos piensan, además, que es un sector en el que se trabaja más por el interés propio que por el general; que no representa los valores medios de los ciudadanos; que no obtiene buenos resultados, y que está desconectado de lo que preocupa e interesa a la gente.

Lo que vienen a poner de manifiesto estos datos, de los que podemos encontrar réplicas menos sofisticadas en nuestro propio entorno, es que la crisis del periodismo por la que atravesamos desde hace al menos dos décadas y que se ha agudizado especialmente desde finales de los noventa, es mucho más profunda de lo que la crisis económica actual puede hacer parecer. De hecho, la debacle económica que está precipitando el cierre de medios tradicionales en todos los países no precede, sino que va después de la crisis de confianza en los propios medios y en el periodismo como profesión. Hemos tocado fondo. A partir de aquí, las visiones del futuro se reparten entre quienes sostienen que el periodismo profesional ha muerto y se inicia el reinado del periodismo ciudadano, y los que apuestan por un renacimiento inspirado en la recuperación de los principios y valores clásicos de la profesión: la adhesión a la verdad que exige adoptar la verificación como humilde disciplina de trabajo, la independencia en el ejercicio de la actividad, y la responsabilidad social de medios y profesionales, al servicio de la libertad. “El periodismo de calidad es una profesión”, recordaba David Simon, propietario del Baltimore Sun entre 1982 y 1995, ante la subcomisión de Comunicaciones, Tecnología e Internet del Senado estadounidense el pasado mes de mayo, en texto transcrito por Felipe Sahagún en el número 17 de la revista “Cuadernos de Periodistas”, que edita la Asociación de la Prensa de Madrid (http://www.apmadrid.es/). Una profesión que exige formación, dedicación, intensidad y, por tanto, recursos. “Si no se consolida la idea de que el contenido tiene valor, el periodismo profesional de calidad no tiene ningún futuro”, señalaba Simon en otro momento de su comparecencia. Periodismo, calidad y valor son términos, por tanto, indisociables. El periodismo no se vende, el periodismo se compra, proclama Arcadi Espada desde su nuevo proyecto en internet (http://www.elperiodismosecompra.com/). Quiero creer que ése es el futuro que espera al periodismo. Pero para recuperar la confianza de los ciudadanos harán falta muchos más proyectos, muchas más declaraciones de principios y muchos más editores-periodistas dispuestos a echarle paciencia y coraje. Por algún sitio hay que empezar. Bienvenido.


Carmen Fuente Cobo, periodista, profesora universitaria y ejecutiva en empresas de comunicación.