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La fortaleza del sistema bancario canadiense, un modelo a imitar

(Tiempo estimado: 6 - 11 minutos)

En pleno proceso de retirada, la -hasta hace muy poco- presidenta y directora ejecutiva de la Asociación de la Banca de Canadá, Nancy Hughes Anthony, nos recibe durante su visita a Madrid, con motivo de su conferencia “Canadá y España: la importancia de un sistema financiero estable y fuerte”, pronunciada en la Fundación Rafael del Pino.

Presidenta del Consejo Directivo de la Federación Internacional de la Banca y anteriormente presidenta y directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Canadá, Hughes Anthony fue una de las primeras graduadas del Directors Education Program del Corporate Governance College y ha sido miembro del Consejo Asesor de la Norman Paterson School of International Affairs, de la Universidad de Carleton. Fue galardonada por el Woman's Executive Network en 2003, por su capacidad de liderazgo y su trayectoria profesional.

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: El sector bancario canadiense es un positivo ejemplo dentro del mundo financiero. ¿Cuáles son las razones de la estabilidad y salud que gozan los bancos canadienses desde su perspectiva como presidenta de la Asociación Bancaria de Canadá?

NANCY HUGHES ANTHONY: Canadá tiene cinco o seis grandes bancos. Cuando hablamos del éxito de los bancos canadienses, estamos refiriéndonos fundamentalmente a éstos. Una de las razones de la salud bancaria reside en la diversificación que tiene la estructura nacional. Si las cosas no son muy positivas en el Este del país, están erradicadas en el Oeste, lo cual aporta cierta flexibilidad en términos de alcance geográfico. Otro aspecto es que son bancos que se dedican a lo que podríamos denominar banca universal. Dentro de cada grupo bancario, tienen banco de inversión y banco de retail. La lección que pudimos aprender de una serie de instituciones en los Estados Unidos fue que, si el banco está excesivamente asociado con una región geográfica o se dedica a un tipo específico de banca, no tiene la flexibilidad necesaria para modificar los planes y compensar lo que ocurra.

F.F.S.: Otro aspecto llamativo del entorno bancario canadiense es que superan por mucho las normas del Bank for International Settlements. ¿Por qué y qué beneficios aporta? ¿No es una ralentización del crecimiento?

N.H.A.: Incluso antes de la crisis financiera las normas de Basel II decían que había que tener un 4% de fondos propios. Nuestro regulador no estaba contento y lo subió al 7% de capital propio y un 10% del capital total. El mercado demandaba que los bancos estuviesen en un nivel del 12% de capital propio, con lo cual tenían fondos tres veces superiores a las normas Basel II, llegando hasta un 16% de capital total. 

Muchos decían que estas cantidades eran excesivas, pero los hechos acaecidos han demostrado que es una gran ventaja frente a la capacidad de absorción de pérdidas. Aún no estando los bancos canadienses en el centro de la crisis, se vieron afectados de forma colateral. Por ejemplo, en el momento que existieron problemas de liquidez en los mercados internacionales, los bancos canadienses lo sintieron, al igual que el resto del sistema financiero mundial. Lo que sí es cierto se tenían más recursos y liquidez que otros, gracias a este colchón extra de capital. 

Frente a la pregunta de si nos cuesta más o ganamos menos teniendo más capital propio y total, la respuesta es evidente: por supuesto. Pero lo que también es cierto es que, en los últimos años, se ha podido demostrar que los bancos canadienses han sido capaces de seguir funcionando y prestando dinero. Además esto ha sido un factor de atracción en el mercado, facilitando la llegada de capital adicional por la fortaleza y seguridad que demostraban.

F.F.S.: Los bancos canadienses están regulados federalmente por dos instituciones: la OSFI y la FCAC. ¿Cómo trabajan de forma conjunta? ¿Qué diferencias se dan con respecto al sistema regulatorio bancario europeo?

N.H.A.: Lo maravilloso de los reguladores canadienses es que su sistema de regulaciones es muy simple, claro y transparente. La Oficina del Superintendente de las Instituciones Financieras (OSFI) ejerce una función de regulación prudente. El supervisor puede supervisar básicamente aquello que desee, sin limitación. Todo lo que que esté relacionado con una supervisión prudente entra dentro de su esfera, en el entorno bancario. Sería algo parecido al Banco de España en vuestro contexto. 

La Oficina Financiera del Consumidor de Canadá (FCAC) es un organismo que hemos tenido ya hace bastantes años y que se ocupa más de temas desde la perspectiva del consumidor, como pueden ser quejas o similares. Como ejemplo, cuando recientemente el Gobierno implantó regulaciones sobre la conducta con las tarjetas de crédito y cómo debían actuar los bancos respecto de ellas, trasmitieron esas regulaciones a la Oficina Financiera del Consumidor de Canadá para su puesta en práctica. 

Lo realmente positivo del sistema regulatorio de Canadá es que tenemos a la OSFI, al Ministerio de Finanzas, al Banco de Canadá, quien regula las tasas de interés y se preocupa de la inflación, y a la Oficina Financiera del Consumidor de Canadá. Todos ellos, podrían “tomar juntos un taxi”, sin problemas. La sencillez de nuestro sistema regulatorio hace que la regulación sea muy directa. En este sentido, creo que la experiencia europea también es más clara que la norteamericana, que encuentro confusa. Allí es difícil ver quién regula, aunque hacen esfuerzos para clarificarlo, lo cierto es que sigue siendo más complicada y confusa que las nuestras. 

El pertenecer al G-20 es una ventaja para el sistema canadiense, aunque seamos un país pequeño. Estamos allí donde se están realizando las regulaciones, lo cual permite que nuestras aportaciones en estos procesos sean tenidas en cuenta.

F.F.S.: ¿Cuál es el nivel de independencia de la OSFI respecto de la política?

N.H.A.: Supongo que, técnicamente, podría ser dirigido, pero al trabajar de una forma transparente cualquier tipo de dirección habría de hacerse pública, de manera que tendría que ser muy cauta. Sería muy complicado que el Ministerio de Finanzas diese indicaciones que no estuviesen directamente orientadas al beneficio público.

F.F.S.: Los mercados hipotecarios están en el centro del huracán de la actual crisis. ¿Cómo describiría el mercado hipotecario canadiense?

N.H.A.: El mercado hipotecario ha sido un factor fundamental en el colapso financiero. La situación subprime en los Estados Unidos es lo que todos apuntan como un mal ejemplo. En el mercado hipotecario canadiense, los bancos generan hipotecas y las mantienen. Dicho de otra manera, tienen significativas cantidades de deuda hipotecaria en sus balances. Los bancos, evidentemente, quieren que se paguen las hipotecas y existen regulaciones gubernamentales que obligan a asegurar la operación de la hipoteca solicitada. Hay aseguradores tanto públicos como privados. Por ello, entre otras cosas, el mercado hipotecario canadiense es extremadamente estable. 

En nuestro país, no existe la posibilidad de deducciones de intereses hipotecarios, como en Estados Unidos. La cantidad de impagos superiores a 90 días está en torno al 0.4% de manera constante a lo largo del tiempo. Canadá no ha sufrido el fenómeno subprime y su mercado hipotecario es un entorno seguro para depósitos bancarios. Y los canadienses pagan. Evidentemente éste es un factor que ha contribuido a nuestro éxito. Ciertamente, hemos visto una pequeña inflación en los precios, pero nada parecido a lo que ha ocurrido en España.

F.F.S.: Los bancos canadienses ocupan la primera posición del ranking de bancos más solidos creado por el World Economic Forum. Sin embargo, no es un hecho muy conocido. ¿Cómo han llegado a ocupar esta privilegiada posición?

N.H.A.: Realmente, no creo que hayamos llegado de repente a esta posición; sino que más bien no hemos sido valorados. Nuestro ministro de Finanzas suele decir que el entorno bancario canadiense es aburrido. Puede que ahora ser aburrido sea bueno. En Canadá, realizamos estudios sobre lo que el público piensa de los bancos canadienses. Los últimos resultados han sido muy positivos, ya que los ciudadanos se ha dado cuenta de que nosotros no tenemos a Northern Rock o a otros bancos que hayan quebrado en nuestro entorno.

Quizás, en vez de quejarse por tener que pagar 50 céntimos más de cargo por una operación, empiezan a comprender por qué se necesitan bancos sólidos y sistemas fuertes. 

F.F.S.: En un mercado libre, todos han de competir, al menos en teoría, en igualdad de condiciones. En términos generales, en el sector financiero esto no se está dando, pues muchos bancos se han beneficiado de las ayudas financieras frente a sus delicadas situaciones y gozan ahora de fondos públicos y pueden competir gracias a ellos. ¿Cuál es su opinión frente a esta situación?

N.H.A.: Creo que tienes toda la razón y esto es lo que el G-20 está tratando: cómo hacer que los bancos “culpables” sean responsables de sus propias acciones y no tengan que recurrir a fondos públicos. Canadá es un firme creyente en que las instituciones tengan que construir su propia capacidad, de manera que puedan absorber sus pérdidas. Frente a esta posición, encontramos el entusiasmo europeo, en parte liderado por el presidente francés Sarkozy, que aboga por la imposición de una tasa bancaria. La idea es imponer una tasa a todo el mundo para generar una gran reserva, que no sé dónde estará localizada, pero que estará a disposición para el primer banco que caiga. Estoy siendo quizás un poco exagerada, pero hemos de eliminar todas las cuestiones de riesgo moral y asegurarnos de que cada institución viva con las decisiones que ha tomado, ya sean buenas o malas. Además es importante que la supervisión sea adecuada y equitativa para todos. Éste es un tema extremadamente sensible. 

En muchos países, podemos ver cómo los líderes políticos influyen en los bancos, ya que incluso nombran a sus gestores, mientras que otros países -y pongo como ejemplo Canadá- cumplen a rajatabla. Creo que la estructura del G-20 desea solucionar estos problemas y, como dije, esperamos que todo este concepto de que cada institución tenga su propia voluntad y capacidad para disminuir su tamaño y no tener acceso a fondos públicos es muy importante. No creo que el público en general pueda afectar otro programa de rescates.

F.F.S.: Según usted, ¿cuáles son los ingredientes de una economía estable?

N.H.A.: Para mí, un buen sistema bancario es uno de los ingredientes esenciales para una economía estable. Los gobiernos tienen un papel a desempeñar, evidentemente, pero sin un buen sistema bancario es difícil tener una buena economía. Para ello, se requiere de buenos bancos y buenos banqueros. Son ellos los que toman las decisiones y deben también ser responsables de las mismas, buenas o malas. 

Los ingredientes aplicables, de forma universal, para una receta con éxito son: un buen marco de política gubernamental, una estructura bancaria apropiada para el mercado, incentivos adecuados a los banqueros y los bancos, una regulación y supervisión sólida y unos mercados de vivienda con un funcionamiento adecuado.

F.F.S.: ¿Existen, comparativamente hablando, muchos puntos en común en las estructuras financieras y económicas española y canadiense?

N.H.A.: Canadá representa el 8% del NAFTA y España el 10% de la Unión Europea. Canadá es evidentemente más grande que España y su población algo más pequeña (34 millones de habitantes).

El comercio es muy importante para ambos países. La capital diferencia entre uno y otro radica en que Canadá tiene su propia moneda y los cambios en el valor del dólar canadiense permiten absorber parte del impacto del choque global; otra importante diferencia es la situación del desempleo, donde España está alrededor del 20% y Canadá sólo tiene una cuarta parte de esa cifra.

Respecto a las cifras de la crisis subprime, éstas sólo han representado un impacto del 2% para los bancos de Canadá y las pérdidas bancarias españolas sólo representan un 3% de las pérdidas europeas. Es decir, ambas cifras son extremadamente pequeñas, si las comparamos con el impacto devenido en otras economías. Por eso pienso que se puede hacer la afirmación de que en ambos países los bancos no adquirieron grandes cantidades de productos financieros tóxicos, que llevaron a la caída de algunos bancos de otros países. 

Tanto Canadá como España son países con grandes bancos comerciales. Ambos tienen un reducido número de grandes bancos. En España hay dos, mientras que en Canadá hay cinco. Hasta cierto punto, esta circunstancia representa una fortaleza, ya que se generan eficiencias de escala. En mi país, tendemos a creer que si los grandes bancos tienen buenos resultados, el resto de los bancos va bien, aunque ese análisis en España quizás no sea tan certero. El sistema de las cajas y algunos bancos están en dificultad y ésta es quizás la mayor diferencia que existe entre ambos países. En Canadá no tenemos ninguna institución similar a las cajas.

Si realizamos una comparativa entre los cinco bancos grandes canadienses todos tienen mucho en común. Todos ellos están muy bien capitalizados (mejor capitalizados que los bancos españoles) y son muy rentables. 

Volviendo al tema de las subprime, creo que ambos países pueden estar orgullosos y decir que evitaron, en su gran mayoría, los problemas que se generaron. Los dos tuvieron pérdidas similares, muy pequeñas, en este frente.


Entrevista publicada en Executive Excellence nº80 abr11

 

 


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