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Los héroes no son diferentes a ti

09 de Enero de 2019//
(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

Una de las creencias más extendidas entre la población es pensar que aquellas personas que consiguen resultados, digamos extraordinarios, son personas especiales, mejores o que tienen talentos innatos superiores a los del resto.

Te diré que no es así. El problema nunca es nuestra incapacidad para hacer algo, sino la creencia de que no somos capaces. No es una cuestión de poder, sino de creer que se puede. La principal debilidad humana es que nos infravaloramos, que creemos que no somos suficientemente buenos, las dudas que tenemos sobre nosotros mismos. Tim Ferriss, autor de La semana laboral de 4 horas, escribe: “Si eres inseguro, ¿sabes qué? El resto del mundo también. No sobrevalores a la competencia y te minusvalores a ti”.

Todos tenemos dudas, miedos e inseguridades, aunque no lo creas, incluso las personalidades más arrolladoras y ‘aparentemente’ sólidas que te vienen a la cabeza, porque biológicamente estamos programados para la supervivencia y no para el reto. Por tanto, lo seguro y cómodo prevalece casi siempre frente a la incertidumbre y el desafío.

Te pondré un ejemplo que cuenta Adam Grant, profesor de Wharton, en su libro Originales: Cómo los inconformistas mueven el mundo. El conocido artista Miguel Ángel, que pintó la Capilla Sixtina en Roma o esculpió El David en Florencia, tampoco era un portento de seguridad y confianza en sí mismo, sin embargo, hoy día es recordado, admirado y reconocido por la grandeza de sus obras.

Según Grant, cuando el Papa le pidió a Miguel Ángel que pintara la Capilla Sixtina en 1506, este se sintió tan abrumado que huyó a Florencia y se escondió porque no se sentía capaz de llevar a cabo aquel encargo. El Papa tuvo que ‘perseguir’ literalmente al artista y rogarle una y otra vez para que aceptara el trabajo, hasta que finalmente lo consiguió. La insistencia de una figura de autoridad como el Papa le convenció sobre sus posibilidades acerca de aquel desafío.

Otro ejemplo es el de Steve Wozniak, cofundador de Apple con Steve Jobs. Cuando en 1977 un inversor les ofreció a ambos financiar el lanzamiento de la compañía, Wozniak se vio tan asustado que quiso ‘esperar un tiempo’ antes de dejar su trabajo. No se sentía preparado ni en condiciones para abordar aquel descomunal proyecto. Necesitó del empujón de Jobs, varios amigos y sus propios padres, para que aceptara el desafío.

La diferencia entre los ‘supuestos’ héroes y el resto de los mortales se resume en una palabra: valentía.

1. VALENTÍA para empezar: se pusieron en marcha. Dieron el primer paso. No existe el momento adecuado para mejorar tu vida. En el momento que te muevas, descubrirás tu fuerza. La acción amansa los miedos, porque ningún miedo es tan grande como en nuestra cabeza. Por el contrario, la inacción los hace más grandes, al ver que no nos atrevemos. El miedo se alimenta de miedo; la confianza se alimenta de acción.

2. VALENTÍA para perseverar: no desistieron a pesar de todas las vicisitudes. Ninguna biografía de éxito es una línea recta. El camino siempre está plagado de obstáculos (dudas, miedos, inseguridades, bajones, deslealtades, injusticias, envidias...), por lo que siempre existen tentaciones para abandonar. De hecho, es lo que la mayoría hace, porque la tentación de volver al refugio suele pesar más que el deseo de seguir luchando.

En última instancia, eso es todo lo que necesitas para triunfar: valentía. Como nos recordaba Amelia Earhart, la célebre aviadora estadounidense: “Lo más difícil es la decisión de actuar. El resto no es más que tenacidad”. Entre tu estado ‘actual’ y tu estado ‘deseado’ sólo existe una palabra: aprendizaje. El éxito no es más que una cuestión de estudio (conocimiento), práctica (experiencia) y feedback (mejora). Pero para que ocurran cosas tienes que hacer cosas; y para hacer cosas tienes que atreverte (ser valiente).

Todas las personalidades de referencia que te vienen a la cabeza (Nelson Mandela, Winston Churchill, Rosa Parks, Martin Luther King...) tuvieron su ‘momento de valentía’ (dar el paso, empujón o como lo queramos llamar) que desencadenó todo lo que vino después y les cambió la vida.

En la mayoría de los casos, su valentía fue forzada por las circunstancias o por alguien que les empujó. Casi todos necesitamos ese pequeño (gran) empujón que genera inercia positiva en nuestra vida. La valentía no tiene por qué venir necesariamente de ti, a veces la descubrimos gracias a otras personas que nos estimulan y retan. No es casual que Zig Ziglar, uno de los personajes incluidos en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 15ª edición), dijese: “Mucha gente ha llegado más lejos de lo que pensaba que podía llegar, porque alguien más pensó que podía hacerlo”.

La grandeza está dentro de todos nosotros, sólo hay que activarla. Repito, de todos, y lo único que necesitamos es desbloquearla. Por eso es bueno estar cerca de gente inspiradora, que nos desafía y lleva al límite, al mismo tiempo que nos acompaña ‘emocionalmente’ por el camino, cuando las fuerzas flaquean y las dudas hacen acto de presencia.

No puedes cambiar tu vida de la noche a la mañana, pero sí empezar a cambiarla. Y ese es el secreto, lo poco con constancia y paciencia acaba siendo mucho. Pero tienes que dar un primer paso. Ese pequeño paso te saca de donde estás, y cada paso nuevo te acerca aún más a tus objetivos, y siempre por delante de quienes no tuvieron el valor de comenzar. Busca siempre ‘apoyos emocionales’, gente que te eleve y no te arrastre. Nos sentimos más seguros y confiamos cuando alguien nos alienta y vamos acompañados. Con otros, todo es más fácil. La confianza (en uno mismo) también se construye en plural.

Tim Ferriss, al que citábamos anteriormente, en su reciente libro Armas de Titanes, nos dice: “Los superhéroes que tienes en mente (ídolos, iconos, titanes, multimillonarios, etc.) son casi todos defectos andantes que han explotado al máximo una o dos capacidades. Los seres humanos son criaturas imperfectas. Triunfas porque localizas tus capacidades únicas y te concentras en desarrollar rutinas en torno a ellas. Todo el mundo libra una batalla que tú desconoces por completo. Todo el mundo lucha. Los héroes no son distintos. Consuélate con ello”.

Sólo necesitas descubrir tus puntos fuertes, ponerte en marcha y no desistir jamás. 

La conclusión es clara: no te puede ir mal. 


Francisco Alcaide Hernández, conferenciante, escritor y formador en liderazgo y motivación. Autor del bestseller Aprendiendo de los mejores (15ª edición)

(www.franciscoalcaide.com / www.conferenciasfranciscoalcaide.com)

Texto publicado en Executive Excellence nº154