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Reinventando la implementación de proyectos de desarrollo

27 de Septiembre de 2018//
(Tiempo estimado: 5 - 9 minutos)

Quito, Ecuador, tiene más de 2,5 millones de habitantes, que realizan 5,6 millones de trayectos al día. La cantidad de vehículos privados crece cada año casi un 10%. Alrededor del 35% de todas las carreteras alcanzan un punto de saturación en las horas punta. La cantidad de horas dedicadas al transporte diario ha aumentado tres veces en los últimos diez años, lo que ha tenido un impacto directo en la productividad y los planes de desarrollo de la ciudad.

En 2012, el gobierno local, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras instituciones de desarrollo, financió un proyecto para crear la primera línea de metro de Quito. El metro de 15 estaciones funcionará completamente bajo tierra en un recorrido de 22 kilómetros de largo, y ofrecerá una opción de movilidad sostenible y eficiente para 360.000 pasajeros por día.

Utilizando un nuevo enfoque para la gestión del proyecto en combinación con prácticas ágiles y coaching con las partes interesadas, la iniciativa pudo producir beneficios para la ciudad de Quito antes de que se concluyera el proyecto. Dos estaciones ya están en funcionamiento, lo que ha tenido un impacto positivo en la productividad de las empresas locales, así como en la vida de miles de ciudadanos locales. 

A pesar del éxito con el metro en Quito, el crecimiento sostenible sigue siendo un desafío para la mayoría de los países de la región de América Latina y Caribe (ALC), especialmente después de la recesión de 2016. Se espera que estas economías registren un crecimiento del PIB del 1,9% en 2018 y 2,6% en 2019. Esta perspectiva mejorada puede verse afectada por una considerable incertidumbre tanto nacional como internacional, incluyendo, entre otros factores, cambios potenciales a la política de EE.UU., flujos de capital volátiles y espacio fiscal decreciente.

Varios países se enfrentan hoy a mayores obstáculos, si cabe. Las políticas que solían reforzar efectivamente el crecimiento en el pasado pueden dejar de hacerlo, por lo que se destaca la importancia de aplicar nuevos métodos para impulsar la innovación como motor del crecimiento y del desarrollo. 

Las inversiones públicas, junto con la reforma regulatoria, son quizás las estrategias más importantes para que las regiones se desarrollen y mejoren las vidas de sus ciudadanos. La paradoja es que, en muchos casos, la inversión pública está disponible pero no se utiliza en su totalidad. Por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo tiene un presupuesto de 13.100 millones de dólares en préstamos para este año. Sin embargo, en promedio, solo el 60% de los recursos asignados anualmente a proyectos de inversión pública en América Latina y el Caribe se ejecutan.  

Dos de los mayores retos de los países en desarrollo son los de identificar los proyectos idóneos para ser financiados y desarrollar las capacidades técnicas para ejecutarlos con éxito. 

Esta incapacidad para conectar los fondos disponibles con la innovación también ocurre en otras partes del mundo, incluida una gran parte de los fondos europeos de cohesión. 

Por lo tanto, además del requerimiento obvio de más recursos de inversión pública, la necesidad de impulsar la innovación y de administrar esos recursos de manera más eficiente se ha vuelto crítica para continuar desarrollando la región. Para lograr este aumento de la eficiencia, es necesario crear nuevos métodos de trabajo, especialmente en las áreas de implantación de políticas y ejecución de proyectos. 

En 2013, el Banco Interamericano de Desarrollo, que cuenta con más de 50 años de experiencia en proyectos de desarrollo en la región, bajo el liderazgo de su presidente Luis Alberto Moreno, diseñó un nuevo método para abordar estas carencias estructurales: el “Project Management for Results” (Metodología PM4R, www.pm4rglobal.org). Este nuevo enfoque ha demostrado ser una herramienta muy efectiva para acelerar la implantación de políticas, mostrando un promedio de 12% de ahorro en el tiempo de ejecución del proyecto del BID. Una mejora de la eficiencia del 12% se traduce en aproximadamente 6.000 millones de dólares de ahorro que se pueden utilizar para financiar proyectos sociales adicionales.

Durante los últimos cinco años, el Banco Interamericano de Desarrollo ha estado aplicando su metodología PM4R para aumentar las competencias en gestión y de liderazgo, así como para mejorar las capacidades de dirección de proyectos de los gobiernos locales, empresas y organizaciones sin fines de lucro en toda la región de América Latina y el Caribe. Más de 300.000 personas han estado expuestas a la metodología a través de cursos MOOCs (Massive Online Open Courses) y más de 700 equipos y 7.000 personas han sido certificados en 26 países en LAC. 

Personas y propósito 

Una de las innovaciones más exitosas en los proyectos de desarrollo ha sido el cambio de enfoque: de herramientas y técnicas a personas y equipos. En lugar de perder mucho tiempo tratando de convencer a los equipos para que apliquen un conjunto de herramientas en un proyecto, los esfuerzos se centran en cómo mejorar la dinámica del equipo y el entorno del proyecto. 

El nuevo enfoque no solo se usa con el equipo del proyecto, sino también con las partes interesadas clave, que, en el caso del metro en Quito, consistía en más de nueve organizaciones (BID, Banco Mundial, CAF, Banco Europeo de Inversiones, Municipalidad, Metropolitan Subway Public Company, asociaciones del sector del transporte, asociaciones de vecinos, medios de comunicación, etc.). Durante un período de dos meses, las partes interesadas clave recibieron capacitación para desarrollar un conjunto común de principios de trabajo y una mentalidad de “un solo equipo”, lo que condujo a un entorno creativo que fomentaba el compromiso y a una cultura basada en los resultados. 

Otro cambio importante fue modificar el enfoque del caso de negocio al propósito del proyecto. La gente puede discutir sobre un caso de negocio, a menudo basado en suposiciones, pero es más difícil discutir sobre el propósito de un proyecto. Se hizo evidente que el nivel de compromiso es mucho mayor cuando se habla de mejorar la vida de las personas al reducir el tiempo de traslado al trabajo que cuando se habla de un 10% de retorno de la inversión. 

Según uno de los miembros del equipo que trabajó en el proyecto de metro de Quito: “Al principio éramos escépticos, pero también teníamos curiosidad por probar este nuevo enfoque. En el pasado, todos trabajábamos en nuestras propias áreas, en silos. Por primera vez en mi carrera, me sentí parte de un equipo más grande, un equipo con el propósito de hacer algo grandioso para mi ciudad, Quito. Eso fue un impulso moral, no solo para mí, sino para todo el equipo”.

¿Y el futuro? 

Sobre la base de esta experiencia exitosa, podemos afirmar que, si los países desean aumentar el impacto de sus políticas, las implementaciones tendrán que volverse cada vez más ágiles en sus enfoques. 

Como hemos explicado, la nueva orientación del BID se ha materializado en un cambio de la herramienta hacia la mejora del equipo y el empoderamiento de sus miembros. Los métodos ágiles optimizan aún más el aspecto soft (blando) de los proyectos, colocando a las personas en el centro de su metodología. Agile se ha utilizado durante más de una década en proyectos relacionados con TI con excelente trayectoria.

La evolución del Banco Interamericano de Desarrollo pasa por conseguir un crecimiento sostenible en la región de ALC. Gracias a un fuerte componente ágil (PM4R Agile), la organización se ha convertido en un premier en el sector de desarrollo. El nuevo enfoque ágil del BID se está probando actualmente en un proyecto que la entidad está financiando en la provincia de Buenos Aires, donde vive casi el 40% de los argentinos y representa el 35% de la población menos favorecida del país. 

En 2016, el gobierno de Buenos Aires comenzó un plan integral para invertir 1.100 millones de dólares para mejorar la infraestructura de la ciudad y resolver la actual escasez de servicios públicos, en particular, el acceso a agua potable y saneamiento (el 19% de la población no tiene acceso al agua pública y el 57% no tiene acceso a redes públicas de saneamiento). 

El desafío era hacerlo rápido, pues ya que históricamente la inversión pública mostraba una demora promedio de un 50% en la implementación de la política, principalmente debido a retrasos en la coordinación interinstitucional (es decir, burocracia interna). Como uno de los principales objetivos de la contribución del Banco Interamericano de Desarrollo al proyecto fue fortalecer las habilidades de gestión e implementar más rápidamente las obras públicas, decidimos aplicar nuestros nuevos métodos ágiles. Enseñamos a los principales interesados del proyecto la metodología IDB-PM4R Agile. Los resultados fueron mejores de lo que esperábamos. Las partes interesadas se involucraron de una manera mucho más colaborativa y constructiva, sintiéndose parte integral de este importante proyecto para Buenos Aires. El impacto en la implementación en los primeros tres meses posteriores al taller fue fenomenal, con una tasa de finalización del trabajo planificado del 92%. 

Según uno de los miembros del equipo de implementación: “Los resultados de la metodología ágil han sorprendido a todos, el equipo comenzó a ejecutar el plan de trabajo de inmediato y a hacer las cosas, en lugar de los típicos retrasos que solíamos tener antes. El uso de la metodología nos ha ayudado a organizar quién hace qué y eliminar largos períodos de tiempo perdido”. 

El éxito de esta metodología aún no se ha demostrado en otras regiones, tanto en ALC, pero ¿por qué no en otras áreas de desarrollo en el mundo? 

Estamos seguros de que al adoptar estos nuevos métodos ágiles y de proyectos, con un mayor enfoque en el equipo y las personas, la implementación de políticas se convierte en el motor que impulsará un desarrollo más rápido y sostenible en aquellas áreas del mundo que más lo necesitan. 


Ernesto Mondelo, director de la Oficina de Proyectos del Banco Interamericano de Desarrollo, y Antonio Nieto-Rodríguez, líder mundial en gestión de proyectos e implementación de estrategias. Director de la Oficina de Gestión de Programas de GlaxoSmithKline Vaccines y ex presidente mundial del Project Management Institute. 

Texto publicado en Executive Excellence nº151 septiembre 2018.