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The Meritocracy Paradox: Where Talent Management Strategies Go Wrong and How to Fix Them

PORTADA Simon Bolivar

Emilio J. Castilla / Columbia University Press

La meritocracia —la idea de que las personas deben ser recompensadas en función de su talento y esfuerzo— es uno de los ideales más celebrados en la educación, las empresas y el gobierno. Da forma a la manera en que las organizaciones reclutan, evalúan y promocionan, con la promesa de un sistema justo en el que los mejores llegan a la cima. Sin embargo, cada vez recibe más críticas por agravar la desigualdad y reforzar los sesgos. ¿Cómo un ideal que nació con el propósito de nivelar el terreno de juego ha terminado contribuyendo a la injusticia y al privilegio? ¿Qué ocurre cuando las organizaciones adoptan la meritocracia como principio rector sin cuestionar cómo se define o aplica? Y, lo más importante, ¿cómo pueden los líderes de hoy reconocer y corregir lo que está fallando?

2025N meritocracy emilioEn The Meritocracy Paradox, Emilio J. Castilla ofrece respuestas oportunas a estas preguntas fundamentales. Analiza la estructura y la cultura de la meritocracia dentro de las organizaciones, mostrando ejemplos reales –desde procesos de contratación y bonificaciones por mérito en empresas hasta decisiones de admisión en universidades de élite– para evidenciar cómo los sesgos personales y las barreras sociales pueden socavar los valores y resultados que estos sistemas pretenden garantizar. Una lectura imprescindible para quienes quieran comprender y mejorar la intersección entre mérito, justicia e igualdad de oportunidades en las organizaciones

Castilla aporta marcos prácticos, respaldados por la investigación, que ayudan a las organizaciones a alcanzar una verdadera equidad y ofrecer oportunidades reales para todos. Basándose en intervenciones efectivas guiadas por datos, presenta estrategias concretas para mejorar los procesos de reclutamiento, selección, evaluación, promoción y compensación, demostrando cómo los líderes motivados pueden identificar y corregir las deficiencias con soluciones específicas, rentables y de eficacia comprobada.

The Meritocracy Paradox es una lectura imprescindible para quienes quieran comprender y mejorar la intersección entre mérito, justicia e igualdad de oportunidades en las organizaciones.


 Contenido relacionado ⇒ Emilio J. Castilla: una mirada empírica al lugar de trabajo

Entrevista publicada en Executive Excellence n182, octubre 2022

5 key takeaways

1. Decir que una organización es meritocrática puede aumentar los sesgos, no disminuirlos. En la entrevista, Castilla advierte de la “paradoja de la meritocracia”: cuando las empresas se presentan explícitamente como justas o meritocráticas, los managers pueden creer que ya no necesitan vigilar sus prejuicios, lo que favorece sesgos de género u otros.

No basta con proclamar la meritocracia; hace falta evidencia, supervisión y mecanismos activos que controlen los sesgos.

2. Importancia de medir, recolectar datos y validar los procesos de evaluación. El profesor de MIT aboga por que los criterios de contratación, promoción y recompensa se basen en datos empíricos: ¿qué métricas reales predicen el éxito en ese puesto?

Hay que invertir en analítica de RRHH, revisión de métricas, auditorías internas..., para asegurarse de que los procesos de mérito funcionan de verdad y no están contaminados por factores irrelevantes.

3. Definir claramente qué significa “alto potencial” (high potential). No todos los directivos tienen la misma idea de lo que significa “potencial”: algunos lo relacionan con juventud, ambición, visibilidad, agresividad, otros con capacidades de liderazgo, empatía u otros rasgos.

Antes de evaluar quién tiene “alto potencial”, asegurarse de que todos en la organización entienden y comparten lo que eso significa, y basarse en criterios claros, medibles, y alineados con los valores y necesidades reales de la empresa.

4. Las habilidades sociales / inteligencia emocional importan tanto (o más) que los “hard skills” conforme uno escala posiciones. 

Castilla habla de que en niveles superiores, no es suficiente con los conocimientos técnicos o la experiencia; la empatía, la capacidad de escucha, la autorregulación personal, la conciencia de los demás son muy importantes.

No hay que descuidar esas competencias blandas; sino invertir en desarrollarlas y valorarlas explícitamente.

5. Comenzar con pequeños cambios reflexivos para corregir injusticias, no esperar al diseño perfecto. Cuando los datos muestran disparidades injustificadas, no es necesario (ni quizá posible) rediseñar todo de golpe, pero sí hacer pequeños ajustes para eliminar los sesgos descubiertos.

Es deseable comenzar cuanto antes con acciones incrementales, pues esos cambios acumulativos pueden generar transformaciones importantes.