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Conectando con los albores de la humanidad

(Tiempo estimado: 3 - 5 minutos)
Evolución de la especie

¿Cuál es la esencia de la naturaleza humana? ¿Cuáles son nuestras señas de identidad? Sobrepasados por una incipiente IA y sus efectos, recuperamos en este punto algunas palabras del paleontólogo Martínez Mendizábal para reposar y tomar conciencia de nuestra evolución y esencia como seres humanos.

Doctor en Biología y autor de numerosos artículos en las más prestigiosas revistas científicas del mundo, Ignacio Martínez Mendizábal fue uno de los integrantes del equipo que recibió el Premio Príncipe de Asturias por sus hallazgos sobre la evolución del hombre en los yacimientos de Atapuerca.

Cooperación

“Darwin probó el proceso evolutivo, más allá de cualquier duda razonable, y nos dio una dimensión histórica: las personas somos como somos porque tenemos una larga historia evolutiva detrás. De manera que, si queremos conocer la naturaleza humana, tenemos que conocer la historia.

Darwin pensaba que había existido un largo proceso evolutivo, en el que se habían sucedido una serie de etapas que finalmente habían conducido a la formación de sociedades complejas, en las que unos individuos trabajaban por el bien común, ayudándose los unos a los otros. Esa es la adaptación final del ser humano”.

“La mayor parte de las hembras de los primates apenas colaboraban entre sí, acaso las madres con las hijas; sin embargo, en la especie humana hay una solidaridad femenina asombrosa, desde el punto de vista zoológico. Hay mujeres que colaboran con otras, las defienden y protegen aunque no las conocen. Algo que también sucede entre generaciones, pero que no ocurre entre los primates.Somos una especie tremendamente cooperativa

Somos una especie tremendamente cooperativa. Posiblemente, esa sea la primera seña de identidad, la diferencia que nos desgajó, que empezó a separarnos del linaje de los demás primates. Por supuesto, podemos buscar los rastros de esta cooperación a lo largo del registro fósil”.

“Hace alrededor de 2,5 millones de años, el Este de África sufrió uno más de los muchísimos cambios climáticos que han tenido lugar en la historia de nuestro planeta. El cambio en la vegetación supuso la extinción de la mayor parte de las especies de homínidos, pero nuestra familia se salvó. En ese momento apareció una rama, una criatura que cabe calificar de asombrosa, pues tenía algo que no se había visto hasta ese momento. Es el comienzo del linaje humano, lo que los científicos llamamos el género Homo.

Si hubiera quedado alguno de esos primeros humanos, no nos parecería un chimpancé, sino una persona rara, pero persona al fin y al cabo. A partir de aquí, nos podemos llamar como humanos; concretamente con un nombre que forma parte del acervo cultural: Homo Habilis, el humano capaz de hacer cosas”.

Creatividad

“Además de destacar el enorme tamaño del cráneo cerebral en su fósil, al Homo Habilis le sucedió algo extraordinario: tuvo una idea. Este hecho es único. Hasta entonces, los organismos se habían ido adaptando debido a un mecanismo de cambios al azar en el material genético, y sufriendo una selección natural. Sin embargo, esto no fue algo genético. Por primera vez, a alguien se le ocurrió una idea. En su cabeza, se formó la imagen de algo que no existía. Diré más, fue el primer rebelde de la historia, porque inauguró algo que caracteriza a nuestro linaje: que no nos resignamos.Nadie crea nada si primero no se rebela contra lo que hace y siente el deseo de construir algo que no existe, de cambiar la realidad

A ese primer individuo se le ocurrió que una piedra redonda podría llegar a ser otra cosa. La golpeó y obtuvo una arista, un filo, algo tan sencillo como todo eso, pero que nos ayudó a sobrevivir en la sabana africana cuando el entorno viró hostil. Esa primera idea, que nos transmitimos culturalmente, nos salvó. Esta es la segunda seña de nuestro linaje: la creatividad que hunde sus raíces en esa rebeldía. Nadie crea nada si primero no se rebela contra lo que hace y siente el deseo de construir algo que no existe, de cambiar la realidad.

Cada uno de esos golpes no tiene sentido en sí mismo, sino solo en función del resultado final. Ahora el presente está determinado por el futuro, golpeo una piedra para conseguir algo que va a ser. A día de hoy, a eso le llamamos planificación. Esta capacidad es exclusiva de las personas y, normalmente, olvidamos que la tenemos”.

Amor

“Una mamá chimpancé, cuando su bebé muere, se deprime, permanece con él e intenta reanimarle, hasta el momento en que se da cuenta de que ya no se va a levantar; entonces lo abandona. Es un planteamiento práctico, aunque siga deprimida durante mucho tiempo. Las personas mantenemos la relación con los muertos y les transferimos el amor que sentimos por ellos en vida.

Hay quien opina que tiene que ver con el sentimiento de trascendencia, pero yo creo que no necesariamente, porque aquellas personas que no tienen ese sentimiento expresan el mismo impulso –no conozco a ningún ateo que abandone a sus muertos–. Lo hacemos por una cuestión muy sencilla: porque les queremos”.

Martínez Mendizábal nos recuerda la doble naturaleza de los humanos:

  • Individual, en la que la creatividad y la imaginación son nuestras señas de identidad, pero con dos correlatos, pues como seres rebeldes y conscientes de nuestros intereses, cuando hacemos algo queremos tener muy claro qué es lo que vamos a ganar. Rebeldía y egoísmo.
  • Social, pues estamos programados por la naturaleza para cooperar y comprometernos con los demás, aunque para que esto funcione debemos renunciar a nuestro bien en aras del bien común.  

Contenido relacionado: Guías para dar sentido a la naturaleza humana


Publicado en abril de 2024.

Ilustraciones: © Freepik.

 

 


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