¿Hemos llegado ya? Cripto, IA y la búsqueda de una salida, por Valla Vakili

Ya no hablamos de lo que hace la tecnología, sino de lo que significa, explica Valla Vakili. Cripto e IA no solo prometen mejoras, sino reemplazos completos: en cripto, reemplazar el dinero y los bancos; en IA, reemplazar el cuello de botella de la inteligencia humana. Pasamos de medir la tecnología en usuarios y facturación a medirla en afirmaciones sobre cómo debería organizarse la vida. Estas tecnologías no llegaron como productos, sino como movimientos cargados de creencias, atrayendo comunidades que comparten visiones de un futuro diferente. No es solo innovación técnica: es una narrativa de ruptura con lo existente, que pide quemar lo viejo para instalar lo nuevo, no porque esté probado, sino porque encaja en la visión.
Internet nos acostumbró a ver el progreso como una flecha ascendente, escalando usuarios y generando crecimiento. Cripto e IA retoman esa narrativa, pero su objetivo no es solo crecer, sino sustituir sistemas completos: tokens que desplacen las monedas oficiales, IA que realice el trabajo cognitivo en lugar de las personas. En ese contexto, el éxito incluye el desplazamiento, y participar en la tecnología se convierte en un acto de fe y de interpretación, donde buscamos señales de un futuro post-fiat y post-trabajo, y confiamos en quienes traducen hacia dónde vamos.
Según este experto en innovación, estas tecnologías llegaron en un momento de hartazgo con las instituciones y de frustración con un progreso que parecía detenido. Ofrecieron una salida: cripto frente a las limitaciones del sistema financiero, IA frente a la parálisis de la política, el clima y la economía. En un mundo fragmentado, donde las narrativas ya no sostienen nuestra experiencia, cripto e IA brindaron historias nuevas en las que creer, convirtiendo la creencia en producto y a las comunidades en redes de interpretación que reescriben el progreso.
Sin embargo, la promesa de salida debe reentrar, advierte Vakili. Las criptos necesitan ser usadas, la IA debe integrarse en cómo trabajamos y aprendemos. Entre la visión trascendental y la adopción práctica, las tecnologías se van institucionalizando, dejando atrás los mitos, priorizando despliegues y utilidades monetizables. Aun así, siguen llenando el vacío de la innovación estancada, encarnando el anhelo colectivo de algo distinto. Cripto e IA no crearon ese deseo, pero se convirtieron en su expresión más clara, ofreciendo no actualizaciones, sino salidas hacia otro mundo posible, donde la creencia compartida se transforma en nuestra herramienta final para encontrar sentido y renovar la esperanza de un futuro mejor.
Ya no hablamos de lo que hace la tecnología. Hablamos de lo que significa.
La cripto y la IA han introducido una nueva forma de pensar sobre la tecnología y el progreso. El marco tradicional –esto es algo más rápido, mejor y más barato– ha dado paso a algo diverso: un lenguaje de ruptura. Echar abajo lo existente, instalar algo nuevo y creer que será mejor. No porque se haya demostrado en la práctica, sino porque encaja con la visión.
En el caso de la cripto, la visión es reconstruir la arquitectura de las finanzas modernas. La moneda fiduciaria (divisa oficial) y el sistema bancario se perciben como restricciones que deben ser reemplazadas. En la IA, el alcance es aún mayor. La inteligencia humana es tratada como el cuello de botella. La superinteligencia se imagina como la liberación. Promete curar enfermedades, erradicar la pobreza y redefinir la civilización. ¿Ya hemos llegado? Cripto, IA y la búsqueda de una vía de escape
Ya no hablamos de lo que hace la tecnología. Hablamos de lo que significa.
La cripto y la IA dado paso a una nueva forma de pensar sobre la tecnología y el progreso. El marco tradicional —más rápido, mejor, más barato— ha dado paso a otra cosa: un lenguaje de ruptura. Quemar lo que existe, instalar algo distinto y creer que será mejor; y no porque se haya demostrado en la práctica, sino porque encaja con la visión.
En el mundo cripto, la visión es reconstruir la arquitectura de las finanzas modernas. La moneda fiduciaria (divisa clásica) y el sistema bancario se consideran limitaciones que deben ser reemplazadas. En la IA, el objetivo es aún mayor. La inteligencia humana es tratada como el cuello de botella. La superinteligencia se imagina como la liberación. Promete curar enfermedades, erradicar la pobreza y redefinir la civilización.
Si en ciclos anteriores, la tecnología prometía mejoras, hoy exige sustitución. No se nos invita a probar lo nuevo. Se nos dice que despejemos el terrenoEse cambio es importante. Tecnologías como la cripto y la IA no se limitan a situarse por encima de los sistemas existentes. Pretenden reconfigurar los sistemas financieros, el mercado laboral y la economía del conocimiento. Actúan como un espejo frente a nuestras complejas instituciones sociales y económicas, y en su reflejo ven un código mejor.
Antes, la tecnología se medía en usuarios y facturación. Ahora se mide en afirmaciones respecto de cómo debería organizarse la vida. Nuestro papel también cambia. Pasamos de ser participantes a seguidores; de elegir herramientas a adoptar creencias.
En este artículo, analizo cómo la cripto y la IA han transformado la forma en que hablamos de tecnología, por qué ese cambio se produjo en este momento concreto, y si indica un reajuste duradero en nuestras expectativas sobre cuál es la finalidad de la tecnología.
La soledad del entusiasta de IT
Antes de la cripto y la IA, hubo otras revoluciones prometidas.
Interfaces por voz. Redes 5G. Dispositivos inteligentes que cambiarían nuestra forma de vivir. Cada una tuvo sus defensores, personas que creían que hablar con la tecnología o navegar con baja latencia transformaría la experiencia humana. Las pantallas eran torpes. LTE era lento. El futuro sería manos libres, sin interrupciones, sin fricciones.
Pero esos defensores solían estar solos. Cada empresa tenía unos pocos, pero nunca suficientes. Suficientes para reconocerse en reuniones, pero no para cambiar la cultura. Su entusiasmo nunca se escalaba, independientemente de los dispositivos que se vendieran; seguía pareciendo una historia de IT, y ellos seguían sonando como entusiastas de IT.
La cripto y la IA llegaron de manera diferente. No nacieron dentro de empresas. Llegaron con movimientos; corrientes tempranas, autoorganizadas e ideológicamente impulsadas
No solo productos, sino profetas. Comunidades extensas, con cismas internos y visiones divergentes del futuro. El fin de las monedas oficiales. El fin del trabajo humano.
Inventores carismáticos. Implicaciones de alcance mundial. Sistemas enteros sobre el tapete. Nada de esto ocurrió con el 5G ni con la voz. Ni con la nube, el móvil, las redes sociales, el gaming o el comercio electrónico. Ni siquiera con la búsqueda.
Lo más parecido fue el propio Internet: una tecnología que creció con el uso que le dimos y no solo gracias a nuestra fe en ella. Internet fue objeto de hype, pero su transformación vino del uso. Escaló con, y a través de, nosotros.
La cripto y la IA activaron sistemas de creencias y visiones globales colectivas. Forman comunidades organizadas con protocolos, canales mediáticos y redes de capital. Lo que antes parecía marginal ahora avanza con fuerza institucional. Da forma a cómo pensamos sobre el propósito y el recorrido de la tecnología.
Arriba y hacia la derecha
Internet nos enseñó a ver el progreso como una flecha que apunta hacia arriba y a la derecha. Las tecnologías que despegaron empezaron siendo pequeñas, encontraron su encaje en el mercado y escalaron rápidamente. Comercio electrónico, videojuegos, redes sociales, móviles, nube. Crecer significaba más usuarios. Adopción implicaba éxito.
La cripto y la IA todavía mantienen esa narrativa. Todo el mundo quiere crecer. Pero el crecimiento ya no es el único objetivo. Estas tecnologías pretenden sustituir la forma en que movemos el dinero, realizamos el trabajo y estructuramos los sistemas. El reemplazo forma parte de la propuesta.
En la cripto, hacia arriba y a la derecha significa menos monedas y menos intermediarios. Un sistema financiero de dos niveles sustituido por tokens descentralizados, contratos inteligentes y blockchains públicos.
En la IA, hacia arriba y a la derecha significa menos humanos. No ordenadores que asistan en el trabajo cognitivo, sino que lo realicen. Las personas se desplazan del centro a la periferia. De tomadores de decisiones a supervisores.
Cuando el éxito incluye el desplazamiento, el sentido del progreso cambia.
Ya no se trata de escalar nuevas herramientas. Se trata de construir otra cosa al otro lado. Y eso transforma lo que significa participar en el cambio tecnológico.
Dime qué significa
Entender las olas tecnológicas pasadas era tarea de analistas y periodistas. Descifraban el ecosistema a través de newsletters diarias, informes anuales en Internet, análisis profundos de modelos de negocio y dinámicas de mercado.
Si estabas construyendo algo en comercio, videojuegos o redes sociales, acababas en las diapositivas de Mary Meeker (analista de Internet famosa por los cientos de diapos de sus informes). Todos –constructores, usuarios, analistas– compartían un mismo conjunto de marcos mentales. Sabías lo que se contaba, y lo que era bueno.
La cripto y la IA no encajan en esos apartados. Han generado nuevas categorías de comentaristas tecnológicos: traductores y pronosticadores.
Estas voces no analizan lo que hace la tecnología, sino que interpretan lo que significa. Hacia qué futuro apunta y en qué se debe creer.
¿Qué significa que Bitcoin va a reducirse a la mitad? ¿Qué significa que Ethereum completó la fusión? ¿Qué significa que el último modelo lingüístico muestra señales de razonamiento en cadena? Esto no son actualizaciones de producto. Son señales a descifrar.
Los pronosticadores van más allá. Narran el futuro en retrospectiva. Bitcoin importa porque reemplazará el dinero fiat. La IA importa porque nos conduce a la superinteligencia. Lo que hacen hoy estas tecnologías solo importa en función de cómo nos llevan al mañana. Aquí es donde estamos en esa línea temporal.
Aunque todavía hay análisis de casos de uso y modelos de negocio –especialmente en la IA–, la conversación es otra, y a menudo liderada por otras personas.
Lo que atrae ahora es la interpretación. Los traductores y pronosticadores no explican lo que es. Revelan en lo que se está transformado. Lo que viene. Son creadores de significado para tecnologías que nadie comprende del todo.
Estamos aceptando la idea de que la tecnología esté fuera del alcance de nuestra comprensión. Y ya ni siquiera esperamos marcos compartidos; esperamos interpretaciones creíbles
Y a medida que cambian los marcos, también cambian los roles. La tecnología siempre ha tenido insiders y outsiders, constructores y usuarios. Ahora, la división es entre creyentes y no creyentes. Intérpretes y adeptos. Entre quienes pueden moldear la narrativa, y quienes deben confiar en ella.
Salida
La criptomoneda y la IA llegaron en un momento de frustración acumulada. Las instituciones que impulsaron olas anteriores de innovación empezaban a sentirse como obstáculos. Y las historias que contábamos sobre el progreso resultaban cada vez más difíciles de creer.
En el ámbito financiero, la regulación protegía a los incumbentes de las disrupciones que transformaron otras indistrias. Los bancos mejoraban las interfaces, no los modelos de negocio. En tecnología, las grandes plataformas absorbían las ganancias del móvil y la nube. El camino hacia el crecimiento y la salida de las start-ups se estrechaba.
Cripto y la IA prometían una salida. No solo mejores productos, sino nuevos sistemas. Un modo de esquivar los cuellos de botella institucionales de las finanzas. Una nueva vía de crecimiento, más allá del control de las plataformas dominantes
También llegaron en un momento en que nuestras narrativas sobre el progreso se habían desmoronado. Para los creyentes en cripto, la vieja historia –ahorrar, jubilarse algún día– no tenía sentido en un mundo marcado por la crisis financiera, los salarios estancados y la inflación de activos. Para los creyentes en la IA, la ruptura era aún más amplia. El progreso en política, clima y tecnología parecía enfrentarse a un muro: polarización extrema, fenómenos meteorológicos extremos, degradación digital.
En ambos casos, una nueva historia –HODL, AGI– ofrecía algo en lo que creer. "Hold on for dear life" (mantener la posición sin importar los vaivenes) convertía el quedar fuera del sistema financiero en una forma de resistencia, incluso de superioridad. La Inteligencia Artificial General (AGI) prometía superar la parálisis sistémica con una nueva forma de inteligencia capaz de actuar donde los humanos ya no podían. Ambas prometen un futuro mejor si se es capaz de creer durante suficiente tiempo.
En un mundo de narrativas fragmentadas y disputadas, donde la coherencia solo se sostiene ignorando la realidad vivida, cripto e IA ofrecían un camino singular. Una vía de salida del mundo actual hacia algo mejor.
Reentrada
Tanto cripto como la IA son tecnologías de salida y, para cumplir su promesa, deben reentrar. Cripto debe transformar la infraestructura financiera y el intercambio cotidiano de valor. La IA debe rehacer cómo trabajamos, aprendemos, creamos, descubrimos y consumimos. Su éxito depende de reemplazar lo que ya existe.
Aquí es donde el peso de la trascendencia empieza a notarse. Los movimientos prometen un destino. Las tecnologías necesitan adopción. Al final, el futuro tiene que aterrizar.
Entonces, la pregunta es: ¿Estamos buscando señales de que se acerca un futuro post-fiat y post-trabajo, o nos conformamos con mejorar los sistemas actuales?
En IA, la narrativa entusiasta aún se basa en alcanzar la superinteligencia. Esa visión deja poco espacio para hacer las herramientas seguras, fiables o ampliamente utilizables. Lo que más importa es la proximidad con el final del camino. Todo lo demás puede esperar.
Sin embargo, muchas empresas trabajan desde la base hacia arriba. Construyendo aplicaciones, persiguiendo cuota de mercado, dejando las grandes preguntas a otros. No persiguen la trascendencia. Envían producto.
Cripto vivió antes una versión similar. ¿Nos llevaría alguna red que no fuera Bitcoin a un mundo post-fiat? Probablemente no. Pero surgieron stablecoins en múltiples cadenas, permitiendo nuevas formas de intercambio de valor y una adopción institucional lenta. Durante este proceso, cambió la narrativa. Menos mitos, más implementación.
Si los stablecoins son el descenso hacia lo práctico de las cripto, la capa de aplicación lo es para la IA. Ambas están encontrando impulso no en visiones de éxtasis, sino en despliegues monetizables. Cambian la trascendencia por la absorción institucional, la salida por la actualización, la creencia por los beneficios.
Rampas de salida
La salida es en gran parte un fenómeno de economías avanzadas. En las partes del mundo donde el problema principal es el acceso, tecnologías como cripto e IA cumplen funciones diferentes. Para muchos, en economías en desarrollo, las cripto no son el objetivo final en sí mismo, sino un puente hacia sistemas globales. La IA no es trascendencia, es una herramienta para dar saltos tecnológicos.
En Occidente, la salida se ha convertido en el prisma a través del cual los movimientos interpretan el cambio tecnológico. Primero con cripto, y ahora con IA, el ciclo de expectativas se ha reinterpretado como una historia de trascendencia. Una historia sobre cómo superar los límites de los sistemas existentes. Y puede que no haya vuelta atrás.
La fragmentación, la polarización, la pérdida de sentido y la desconfianza institucional –fruto de décadas de “conmoción estilo siglo XXI”– han creado un terreno fértil para las narrativas de salida. Nuestras tecnologías más avanzadas están más que preparadas para responder a ese momento narrativo.
Cripto e IA materializan sueños que todavía no logramos comprender del todo. Construyen comunidades paralelas donde la incoherencia de la vida moderna se colapsa en forma de código Un nuevo sistema financiero con sus propias redes, protocolos y monedas. Potencia de cálculo que, en una sola orden, promete absorber el trabajo de toda la economía del conocimiento. Estos son mitos, técnicamente plausibles, de salida. Y resultan creíbles de la misma manera en que los esfuerzos por restaurar la confianza institucional o reconstruir la cohesión social ya no lo son.
De esa manera, la creencia se convierte en el producto. Así es como crecen estas tecnologías, cómo se financian, cómo se entienden sus hojas de ruta. Pero también es algo más. En una cultura privada de coherencia, la herramienta que nos queda para generar significado es la creencia. Lo que comenzó como una forma de vender el futuro se ha convertido en una forma de comprender el presente.
Seguimos las narrativas y participamos en ellas. Reposteamos, debatimos, retuiteamos. Adoptamos el marco del intérprete y lo compartimos como si siempre hubiéramos hablado así sobre la tecnología. Juntos reescribimos la historia del progreso, y nuestro papel en contarla.
Hay algo estimulante en perseguir la plenitud a través del código. El poder, la velocidad, las hazañas. Estas alimentan nuestra capacidad de imaginar un futuro donde todo será distinto.
Y ese anhelo de algo distinto no va a desaparecer. Hay demasiada fatiga acumulada con lo que tenemos, demasiado reconocimiento de que en la industria, la economía y la sociedad todo ha seguido igual durante demasiado tiempo.
Cripto e IA no crearon ese anhelo. Pero se han convertido en las expresiones más claras del mismo. Han ocupado el vacío que dejó la innovación estancada y la renovación institucional paralizada. Si la cultura de la actualización pertenecía a una era previa, hoy estas tecnologías se ofrecen como reemplazo; no como mejoras de lo que tenemos, sino como salidas hacia algo diferente.
1. De mejoras a reemplazos. Cripto e IA no prometen solo avances técnicos, sino la sustitución de sistemas completos (dinero, bancos, trabajo humano), transformando la tecnología en una narrativa de ruptura.
2. La creencia como producto. La adopción de estas tecnologías ya no se basa en probar utilidades, sino en compartir visiones de futuro, convirtiendo la fe colectiva en el motor de su crecimiento.
3. Participar es creer. Pasamos de usuarios a creyentes, siguiendo a intérpretes y pronosticadores que no explican qué hacen estas tecnologías, sino qué significan y hacia dónde nos llevan.
4. Salida y reentrada. Aunque prometen escapar de las limitaciones del presente, cripto e IA necesitan integrarse en la vida cotidiana para cumplir su promesa, migrando de mitos a implementaciones prácticas.
5. Respuesta al estancamiento: Cripto e IA ocupan el vacío dejado por la innovación estancada y las instituciones paralizadas, ofreciendo no simples mejoras, sino salidas hacia un futuro diferente que reaviva el anhelo de cambio.
Valla Vakili, Strategic Growth Executive, Enterprise Innovation expert and former Global Head of Insights and Innovation, Visa.
Este artículo, escrito originalmente en inglés y difundido por Valla Vakili en diversos medios digitales (tales como Field Notes, LinkedIn...), se publica en español en Executive Excellence con la autorización expresa del autor.
"Este artículo forma parte de una exploración continua sobre cómo los negocios, la cultura y la tecnología se están transformando entre sí".
Imagen recurso en apertura: © wirestock en Freepik / Imagen puerta giratoria: © Zack Yeo en Unsplash. Foto de Valla Vakili: © druckerforum.org / Publicado en junio de 2025.
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