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El encuentro de cuatro imperios: cuando la investigación esclarece los hechos

07 de Octubre de 2022//
(Tiempo estimado: 2 - 4 minutos)
Javier Fernández Aguado y una carabela

Cuando cursaba mis iniciales estudios universitarios conocí al capellán de aquella institución académica: don Antonio Ruiz Retegui (+2001). Charlé con él con motivo de mis investigaciones sobre Descartes, que culminaron en mi primera tesis doctoral. Don Antonio era un extraordinario docente. Me confió con sano orgullo que era el profesor mejor valorado. Me habló de que solía poner una prueba en la primera sesión: dictaba nombres de personajes para que los asistentes los ordenasen cronológicamente.

181 portada elencuentrodecuatroimperiosHe replicado aquel experimento en universidades de diversos países. Los resultados han sido pasmosos: Julio César, en el siglo X o XII; Hitler, en el II o el III; Stalin, en el V o el VII; Tomás de Aquino, en el XIX o el XX; Nerón, en el VII o IX a.C. El elenco de disparates es portentoso. He recordado estos sucesos con ocasión de mi reciente libro sobre la llegada de los españoles a América. La ignorancia de muchos es ¡abismal!

En El encuentro de cuatro imperios. El management de españoles, aztecas, incas y maya (Kolima) analizo las enseñanzas que pueden extraerse de las culturas precolombinas y de las aportaciones españolas del siglo XVI y posteriores. Era entonces España un faro cultural de primer orden en el que se encuadró la Escuela de Salamanca, hontanar en el que siguen bebiendo los mejores intelectuales interesados por la gestión de personas y organizaciones.

Escasas vicisitudes se encuentran tan documentadas. Los reyes españoles -¡clara era su conciencia de estar realizando una portentosa labor!- desplegaron profundo interés en que se escribieran y archivaran leyes, careos, juicios o controversias. Primero, entre otros lugares, en Simancas (Valladolid) y luego en Sevilla. Los reyes españoles desplegaron profundo interés en que se escribieran y archivaran leyes, careos, juicios o controversias

Tal como detallo en mi investigación, el 14 de octubre de 1785, a las 16:45 h, llegaron a la lonja del comercio de Sevilla veinticuatro carretas arrastradas por mulos desde Simancas, tras haber transitado por Despeñaperros. El peso transportado fue de mil novecientas nueve arrobas de documentos. Carlos III, el ministro malagueño José de Gálvez y Juan Bautista Muñoz, cosmógrafo, fueron los responsables de la fundación del Archivo General de Indias. En los diez kilómetros de estanterías de ese registro se halla la documentación de los hombres del descubrimiento y sus avatares. Toda una fronda estructurada de manuscritos.

Queda verificado, salvo puntuales borrones, el loable papel de la Iglesia en América. Su relevancia se debió tanto a la expansión de la fe como a la inculturación. Los misioneros se esforzaron con denuedo por dominar idiomas autóctonos y calar en las culturas indígenas. La Iglesia erigió innumerables colegios para nativos y colonos. Fray Pedro de Gante, apenas culminada la conquista de México, fundó una escuela para los naturales en el convento de San Francisco. En 1536 arrancó para hijos de los caciques el Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco, promovido por el obispo mexicano Juan de Zumárraga bajo el patrocinio del virrey Antonio de Mendoza, que también fue el motor de un centro de formación para mestizos, nominado San Juan de Letrán (1547). Mendoza y Zumárraga, al igual que otros miles de españoles, siempre confiaron más en la preparación intelectual que en la imposición. Los misioneros se esforzaron con denuedo por dominar idiomas autóctonos y calar en las culturas indígenas. La Iglesia erigió innumerables colegios para nativos y colonos

Los ingleses nunca trataron de convertir a los aborígenes al cristianismo ni de formarlos. Su objetivo fue, salvo puntuales excepciones, explotar territorios, y poco importaba si para ello tenían que aniquilar a poblaciones enteras. Un ejemplo es la Compañía Británica de las Indias, desalmada sociedad privada que esquilmó lo que hoy son la India y Pakistán.

La llegada de los españoles a América no fue un picnic. Como tampoco la romanización ni la expansión de Alejandro Magno. El foco de sospecha puesto con saña iletrada sobre lo obrado por los españoles en el proceso de colonización ha sido tan injusto como espurio. Al igual que en 2000 años liderando equipos (Kolima, 2020), me he documentado exhaustivamente a lo largo de tres décadas.


 Javier Fernández Aguado, socio director de MindValue.

Artículo publicado en octubre de 2022.


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