El futuro llega en cascada: 10 señales que cambiarán el mundo en 2026
En su carta anual, Amy Webb, CEO de Future Today Strategy Group, sostiene que el gran cambio no vendrá de una innovación aislada, sino de convergencias aceleradas entre sistemas que antes evolucionaban por separado: IA con biología, robótica con software, computación con energía, datos con materia. Estas convergencias colapsan plazos, desdibujan industrias y reescriben cadenas de valor. La disrupción ya no será gradual, sino repentina y en cascada. La tecnología deja definitivamente de ser un sector para convertirse en el sustrato invisible que estructura la economía, la geopolítica, el trabajo, la energía y la verdad misma.
Su prospectiva marca puntos de inflexión en materia de liderazgo: de gestionar tecnologías a orquestar sistemas convergentes, de optimizar personas a diseñar arquitecturas de trabajo híbridas, de comunicar confianza a probar autenticidad o de reaccionar a disrupciones a anticipar colisiones inevitables, entre otros.
Detalla Webb que la IA emerge como infraestructura básica. En 2025 se invirtieron cientos de miles de millones en IA, pero la adopción real sigue siendo desigual. La señal clave para 2026 no es el rendimiento técnico, sino si la IA logra transformar de forma estructural cómo se trabaja, se producen bienes y se genera crecimiento. De lo contrario, el riesgo de corrección económica es real. En paralelo, China avanza hacia una adopción coordinada y sistémica de la IA, mientras Estados Unidos lidera la innovación pero corre el riesgo de no traducirla en productividad sostenida.
En el artículo identifica diez grandes temas que definirán 2026: el internet post-búsqueda; el auge del trabajo ilimitado mediante robots y sistemas autónomos; la biología programable y el nacimiento de la bioeconomía; dispositivos que piensan localmente; nuevos materiales que reescriben las leyes físicas; la llegada de casos reales de computación cuántica; la 'militarización' de la confianza a través de medios sintéticos; la industrialización del espacio; y un reinicio de la globalización bajo el principio de “la seguridad primero”.
El liderazgo en 2026 no consistirá en optimizar lo existente, sino en preparar a las organizaciones para adaptarse cuando cambien simultáneamente el código de los negocios, de la naturaleza y de la verdad. Las empresas y gobiernos que no actúen ahora verán cómo sus opciones estratégicas se cierran más rápido de lo esperado. Las que sobrevivan no serán las más rápidas ni las más eficientes, sino las que entiendan antes las convergencias, gobiernen la IA como infraestructura, rediseñen el trabajo, protejan la confianza y construyan resiliencia deliberada.
Carta anual de Amy Webb, CEO de Future Today Strategy Group_
Como cada fin de año, Amy Webb, fundadora y CEO de Future Today Strategy Group, comparte su misiva donde revisa el recorrido de las señales vaticinadas en el periodo anterior y anticipa las que se avecinan. Su tesis central sostiene que la próxima gran disrupción no vendrá de una tecnología aislada, sino de la convergencia acelerada entre múltiples sistemas tecnológicos, científicos y económicos. En 2026, la ventaja competitiva dependerá menos de innovar primero y más de combinar antes.
"El año 2025 fue un periodo de profundos cambios tecnológicos. Y lo que es más importante, fue el año en que la tecnología dejó de ser una categoría aparte. La tecnología no es algo que se sitúe al margen de la geopolítica, la economía, el trabajo, la energía o la cultura. Ahora es inseparable de todas ellas. Cada gran fuerza que hoy moldea el mundo está, de una forma u otra, siendo amplificada, limitada o redirigida por el progreso tecnológico.
Cada gran fuerza que hoy moldea el mundo está, de una forma u otra, siendo amplificada, limitada o redirigida por el progreso tecnológico
Como era de esperar, la inteligencia artificial fue la noticia dominante. Solo en 2025, las grandes empresas tecnológicas invirtieron más de 400 000 millones de dólares en centros de datos e infraestructura de IA. Al ritmo actual, se gastarán casi 7 billones de dólares a finales de la década. (Aunque parezca increíble, 2030 está a solo cuatro años vista). Sin embargo, los ingresos anuales directamente atribuibles a la IA no llegarán ni de lejos a recuperar esa inversión. Es comprensible que la brecha entre la inversión y el rendimiento preocupe a mucha gente.
Parte de la explicación es sencilla: la mayoría de las empresas todavía tienen dificultades para entender qué hacer con la IA a gran escala. Abundan los proyectos piloto, pero aún no existe un amplio catálogo de flujos de trabajo duraderos. Durante el próximo año, la señal clave a observar no será el rendimiento ni las puntuaciones en benchmarks, sino la tasa de adopción formal dentro de las empresas. ¿Están las nuevas herramientas de IA cambiando de forma significativa cómo se hace el trabajo? ¿Están dando lugar a nuevos productos, nuevos mercados y crecimiento de ingresos? Si el principal resultado es un ahorro marginal de costes y una eficiencia incremental, eso debería preocuparnos. La promesa de la IA siempre ha sido la expansión, no solo la optimización. Al ritmo actual, las grandes tecnologicas se gastarán casi 7 billones de dólares a finales de la década. Sin embargo, los ingresos anuales directamente atribuibles a la IA no llegarán ni de lejos a recuperar esa inversión
Así pues, surge la pregunta inevitable: ¿miraremos atrás y diremos que en 2025 estábamos, efectivamente, en una burbuja? Quizá. Nuestras tecnologías más transformadoras —la electricidad, los ferrocarriles, Internet— siempre han venido acompañadas de momentos de exuberancia financiera. En ese sentido, los flujos de capital actuales no son inéditos. Al igual que esas tecnologías, la IA es una innovación maratoniana en un mundo de financiación sprint. En el desajuste entre los plazos de desarrollo a largo plazo y las expectativas inmediatas de los inversores es donde nacen las burbujas. En el último año, he visto demasiadas empresas invertir en IA sin desarrollar antes una estrategia clara y de largo plazo. Una corrección brusca del mercado en 2026 tendría consecuencias reales, con repercusiones mucho más allá de Estados Unidos.
A medida que Estados Unidos se retira del escenario global (una estrategia que considero profundamente errónea), está creando una oportunidad. China está adoptando un enfoque muy diferente hacia la IA. En lugar de correr hacia la inteligencia artificial general, se está centrando en la adopción rápida y coordinada de modelos existentes en todos los ámbitos de la sociedad china. Este enfoque se formalizará en el próximo plan quinquenal de China, que se anunciará en marzo. Establece un despliegue en tres fases: integrar la IA en seis dominios clave para 2027; lograr una adopción omnipresente como la electricidad o Internet para 2030; y evolucionar hacia lo que China denomina una “sociedad inteligente” para 2035, con la IA remodelando la cultura y la interacción humana de forma similar a como lo hizo Internet. La mayoría de las empresas todavía tienen dificultades para entender qué hacer con la IA a gran escala
Es un movimiento inteligente. Mientras EE.UU. impulsa la innovación a una velocidad vertiginosa, carece de los incentivos y de la coordinación necesarios para reconfigurar sistemas educativos, procesos empresariales e instituciones públicas al mismo ritmo. China está construyendo explícitamente ese tejido conectivo. Durante la próxima década, el riesgo no es que Estados Unidos no consiga innovar, sino que no logre traducir la innovación en un motor de productividad sostenido.
Más allá de la IA, 2025 marcó un punto de inflexión en múltiples frentes. La biotecnología experimentó avances en terapias génicas y celulares, vacunas contra el cáncer basadas en ARNm, fármacos diseñados por IA y biología sintética. La aprobación por parte de la FDA de Waskyra –una terapia génica desarrollada por una organización sin ánimo de lucro italiana– apuntó a modelos completamente nuevos para tratar enfermedades ultra raras. Los coches sin conductor ya operan en más de una docena de ciudades. Los robots están aprendiendo nuevas tareas a una velocidad asombrosa, acercándose cada vez más a las máquinas de uso general. Las interfaces cerebro-computadora han entrado en ensayos clínicos serios. Y en computación cuántica, la mejora de la estabilidad y los primeros éxitos en el mundo real están empujando al campo más allá de las pruebas abstractas y hacia el uso práctico.
Esto nos lleva al año que tenemos por delante.
La tecnología ya no es un sector. Es el sustrato de la economía global, la infraestructura invisible que da forma a cada industria, cada mercado y cada decisión.
Incluso las empresas alejadas de Silicon Valley sentirán estos cambios. Son sistémicos, no sectoriales. La tarea de un líder en 2026 es garantizar que su organización pueda adaptarse cuando el código de los negocios, de la naturaleza y de la verdad misma empiecen a cambiar.
Durante la próxima década, el riesgo no es que Estados Unidos no consiga innovar, sino que no logre traducir la innovación en un motor de productividad sostenido
Ya han surgido diez grandes temas que, en mi opinión, definirán el año que viene. Los comparto aquí, como hago cada año, para ayudar a enmarcar tus decisiones y conversaciones en los próximos meses.
10 grandes temas para 2026
1. Las convergencias impulsarán la próxima ola de disrupción y crecimiento
Prepárate para una cantidad masiva de convergencias: momentos en los que las tecnologías dejan de evolucionar de forma independiente y comienzan a evolucionarse unas a otras. La tecnología se está apilando, combinando y acelerando mutuamente: IA con biología, robótica con software, energía con computación, datos con materiales.
Las convergencias reescriben las cadenas de valor. Colapsan los plazos. Difuminan los límites entre industrias hasta que las propias categorías dejan de tener sentido.
En 2026, la disrupción vendrá menos de la invención y más de la combinación. El progreso se percibirá como repentino, porque ya no es lineal. Las capacidades se acumularán. Los costes caerán más rápido de lo esperado. Las curvas en S parecerán irregulares.En 2026, la disrupción vendrá menos de la invención y más de la combinación
El peligro es confundir la convergencia con el ruido. Parece desordenada. Se resiste a narrativas claras. Pero las convergencias remodelarán industrias, instituciones e incluso la identidad: cambiarán cómo trabajamos, cómo gobernamos y cómo definimos la ventaja competitiva.
La pregunta clave de 2026 no será qué tecnología es la más importante, sino qué combinaciones son importantes ahora, y quién está preparado para actuar antes de que esas colisiones se conviertan en algo inevitable.
2. El internet post-búsqueda
Pronto dejaremos de buscar exactamente lo que queremos en un navegador. Puede que incluso dejemos de navegar por completo. Sistemas de IA colaborativos lo harán por nosotros. Hace meses, Chrome de Google empezó a ejecutar Gemini de forma nativa. Perplexity lanzó su navegador Comet y lo puso a disposición de todo el mundo de forma gratuita. Poco después, Microsoft presentó nuevas funciones de Copilot para Edge, ahora rebautizado como “Your AI Browser”. En rápida sucesión, OpenAI lanzó su propio navegador impulsado por IA, ChatGPT Atlas. La antigua interfaz de pestañas y enlaces está siendo sustituida por otra basada en conversación e intención. Antes, la búsqueda era la puerta de entrada a internet. Ahora lo es la conversación. Ya no buscarás en Google qué batidora comprar. En un futuro cercano, lo más probable es que se lo preguntes a una IA, y esta te venderá una. Sin anuncios. Sin afiliados. Sin clics.Pronto dejaremos de buscar exactamente lo que queremos en un navegador. Ya no buscarás en Google qué batidora comprar. En un futuro cercano, lo más probable es que se lo preguntes a una IA, y esta te venderá una. Sin anuncios. Sin afiliados. Sin clics
La implicación: la economía de las referencias (referral economy) podría desaparecer de la noche a la mañana. Aquí está la tensión que nadie quiere reconocer. Google genera beneficios. OpenAI genera deuda. Su modelo depende del capital de los inversores y de horizontes a largo plazo. Entonces, ¿qué ocurre cuando una empresa de IA que genera pérdidas sustituye al guardián que impulsa billones en gasto de los consumidores? Estamos construyendo la próxima era del comercio sobre dinero prestado. Si los conductos de nuestra economía pasan de los beneficios a las promesas, más vale que estemos preparados para lo que venga después. (Ahora mismo, no lo estamos.)
3. El auge del trabajo ilimitado
Para que los robots actúen en el mundo físico, deben ver, comprender y adaptarse. Necesitan el equivalente a la conciencia contextual humana: la capacidad de procesar información multimodal y convertirla en acción. Hasta hace poco, esa barrera era demasiado alta.
En 2026, esa barrera empezará a derrumbarse. Los investigadores están combinando datos del movimiento humano, la teleoperación y los archivos visuales, enseñando a las máquinas a actuar observándonos actuar. Cuando Google DeepMind entrenó a un robot para atarse un zapato a finales de 2024, fue más que una demostración ingeniosa. Señaló un cambio: un momento Turing físico para la robótica, en el que la destreza, la intuición y la inteligencia incorporada pasan de la investigación a la realidad. Esto está preparando un “momento ChatGPT” para el mundo físico.
Nvidia apuesta abiertamente por una fuerza laboral robótica impulsada por IA como motor central de la reindustrialización estadounidense. Su liderazgo prevé que los robots cubrirán más de medio millón de puestos en la industria manufacturera. La empresa ya trabaja con Agility Robotics en almacenes automatizados, con Diligent Robotics en apoyo hospitalario, con Johnson & Johnson en robótica quirúrgica y con Figure AI en flotas humanoides para fábricas y, eventualmente, el hogar. Amazon avanza en paralelo con Blue Jay, una red de brazos robóticos aéreos diseñada para mover paquetes más rápido y a menor coste, con una trayectoria clara hacia menos trabajo humano. Elon Musk afirmó que sus robots Optimus alcanzarán cinco veces la productividad de una persona al año.
Por segunda vez en la historia moderna, la tecnología no ofrece herramientas para que las personas trabajen. Ofrece mano de obra ilimitada en sí misma. La pregunta no es si los robots reemplazarán los puestos de trabajo, sino quién será el propietario de la mano de obra cuando eso ocurra
Pero lo que realmente viene en masa no son los robots humanoides. Detrás de ellos habrá millones de robots no humanoides distribuidos en laboratorios científicos, obras de construcción, centros logísticos, granjas, estaciones de limpieza y prácticamente en todas partes. Especializados. Autónomos. Incansables. Por segunda vez en la historia moderna, la tecnología no ofrece herramientas para que las personas trabajen. Ofrece mano de obra ilimitada en sí misma. La pregunta que se nos plantea no es si los robots reemplazarán los puestos de trabajo. La pregunta es quién será el propietario de la mano de obra cuando eso ocurra.
4. “Vibe coding” el futuro de la vida con GenBio
La biotecnología utiliza la vida misma como herramienta. Células, bacterias y ADN se están convirtiendo en los pilares de la innovación. Así es como fabricamos vacunas, diseñamos cultivos que prosperan con menos agua y desarrollamos combustibles más limpios. Está surgiendo una nueva clase de modelos fundacionales biológicos. El Arc Institute y Nvidia desarrollaron un modelo a gran escala, Evo 2, capaz de leer, escribir y diseñar ADN, ARN y proteínas en todas las formas de vida. Piensa en Evo 2 como un ChatGPT de la biología. Esto significa que, además de la genIA, ahora tenemos genBio. AlphaGenome, de Google DeepMind, predice cómo se regulan los genes a lo largo de millones de pares de bases de ADN, revelando la arquitectura oculta del genoma.
Hemos empezado a programar la biología como programamos el software. Las startups ya están diseñando microbios que capturan carbono, producen plásticos, cultivan textiles y sintetizan fármacos sin necesidad de extraer, refinar ni transportar materiales. Estamos ante el nacimiento de la bioeconomía, un nuevo orden industrial en el que la biología se convierte en el sistema de fabricación más poderoso del planeta
Tu próximo proveedor de materiales podría ser un laboratorio biotecnológico, no una empresa minera. Tu próximo producto podría cultivarse, no fabricarse. La capacidad de diseñar con biología definirá la próxima generación de productos, cadenas de suministro, opciones sanitarias e industrias. Este es el nacimiento de la bioeconomía, un nuevo orden industrial en el que la biología se convierte en el sistema de fabricación más poderoso del planeta. El problema es que la biología no se depura fácilmente. Cuando puedes diseñar sistemas vivos, también heredas los riesgos de mutación, mal uso y consecuencias no deseadas. Un accidente de laboratorio, una filtración de datos o un organismo sintético que escape a la contención podría destruir la confianza –o ecosistemas enteros– de la noche a la mañana.
¿Cómo deberían gobernar los líderes y los consejos de administración la vida programable? ¿Quién posee la propiedad intelectual de un organismo vivo? ¿Cuál es la responsabilidad si un material bioingenieril se extiende más allá de su uso previsto? ¿Y cómo se audita una cadena de suministro compuesta por código vivo? Desde mi vista, la convergencia entre IA y biología da como resultado la plataforma tecnológica más trascendental del siglo XXI.
La convergencia entre IA y biología da como resultado la plataforma tecnológica más trascendental del siglo XXI
5. Los dispositivos pensarán por sí mismos
Un dispositivo nativo de IA no es solo hardware con funciones de IA. Es un sistema construido desde cero para ejecutar inteligencia de forma local: para pensar, razonar y actuar sin depender de la nube. Esto marca el próximo gran cambio en la tecnología de consumo.
Estamos entrando en una era en la que los dispositivos ya no son herramientas pasivas, sino participantes activos. Teléfonos, wearables y sistemas domésticos detectarán el contexto, interpretarán la intención y responderán de forma autónoma. Esto implica un nuevo ecosistema de dispositivos expresivos, adaptables y anticipatorios. Históricamente, el hardware ha sido un recipiente para el software. Estamos viendo cómo esa lógica se invierte. La IA no será solo la capa dentro del dispositivo, sino que el dispositivo se convertirá en la extensión de la IA
La primera ola está surgiendo. El R1 de Rabbit y el Humane AI Pin fueron prototipos tempranos (aunque fallidos), imperfectos pero orientativos. La próxima generación debutará el año que viene, a medida que empresas centradas en la IA como OpenAI hagan la transición al hardware. Los dispositivos nativos de IA señalan el fin del teléfono como nodo central de comunicación. En este nuevo modelo, las tareas sencillas se realizan sin conexión. Los procesos más complejos se sincronizan sin fricciones cuando es necesario.
Históricamente, el hardware ha sido un recipiente para el software. Estamos viendo cómo esa lógica se invierte. La IA no será solo la capa dentro del dispositivo, sino que el dispositivo se convertirá en la extensión de la IA. El objetivo no es simplemente un teléfono más inteligente o un asistente más potente, sino una nueva forma de interacción profundamente contextual, profundamente personal y muy probablemente post-pantalla. Se trata de un cambio radical con respecto a los paradigmas informáticos existentes. Aquí es donde la computación comienza a parecer sensible, aunque (todavía) no lo sea.
6. Reescribiendo las leyes de la materia
La tecnología está reescribiendo las leyes de la materia. Los metamateriales son estructuras diseñadas que desafían las reglas normales de la física. Se crean a través de la geometría, no de la química, y se comportan de formas que la naturaleza nunca concibió. Pueden desviar la luz o el sonido en sentido contrario; adoptar formas imposibles; cambiar sus propiedades en respuesta al calor, la presión o la luz. En esencia, son materia programable: sistemas físicos que se adaptan a su entorno en tiempo real. Los metamateriales son estructuras diseñadas que desafían las reglas normales de la física y se comportan de formas que la naturaleza nunca concibió
Cuando la IA y la biotecnología convergen con los metamateriales, el mundo empieza a verse increíblemente extraño. Investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania están desarrollando materiales que conducen electricidad sin resistencia a temperatura ambiente, lo que permitiría la transmisión de energía sin pérdidas. Un equipo de la Universidad de Pittsburgh ha creado un implante espinal autoalimentado que transmite datos desde el interior del cuerpo, impulsado únicamente por el movimiento del tejido vivo. En Escocia e Italia, los ingenieros han diseñado un metamaterial retorcido impreso en 3D que se reconfigura al impacto, ofreciendo protección contra colisiones de última generación para vehículos.
Las implicaciones son profundas. La última vez que un avance en la ciencia de los materiales remodeló la civilización fue con el descubrimiento de los semiconductores en la década de 1920, que condujo al transistor y a la era digital. Los metamateriales podrían marcar el siguiente gran salto.
7. Casos de uso reales de la computación cuántica
En mi carta anual del año pasado dije que 2025 sería el año en que la computación cuántica pasaría de la teoría a la acción; y así ha sido. El nuevo algoritmo Quantum Echoes de Google resolvió recientemente un cálculo trece mil veces más rápido que un superordenador convencional. Ese experimento marca el momento en que la teoría empezó a inclinarse hacia el despliegue.
El anuncio de la administración Trump de que podría adquirir participaciones en varias empresas cuánticas es una señal de que los gobiernos consideran la cuántica como un activo nacional. China ya ha comprometido más de 15.000 millones de dólares a la investigación cuántica. La competencia ya no es académica ni teórica: es estratégica. Los gobiernos han empezado a considerar la cuántica como un activo nacional
Incluso el Comité Nobel tomó nota. El premio de Física de este año fue para John Clarke, Michel Devoret y John Martinis, pioneros de los sistemas cuánticos capaces de almacenar y manipular información a nivel atómico. El galardón coincide con el centenario de la mecánica cuántica, un recordatorio de que algunas ideas tardan mucho en madurar. Los sistemas cuánticos aún cometen errores, pero los avances en corrección de errores están cerrando la brecha. Muchos investigadores esperan ahora máquinas estables y escalables antes de que termine la década. Las finanzas, los seguros, la logística y las ciencias de la vida dependen de la resolución de problemas de una complejidad abrumadora. La cuántica cambiará cómo se definen esos problemas, no solo la velocidad a la que se resuelven.
8. El uso de la confianza como “arma”
La ingeniería social solía basarse en el texto y el momento oportuno. Un correo verosímil o un mensaje alarmista podían bastar para engañar a alguien y conseguir una contraseña. Eso ya era malo. Lo que se avecina es peor.
La realidad se ha vuelto editable. La IA generativa convierte la persuasión en producción. Las herramientas comerciales de clonación de voz pueden reproducir el tono y timbre únicos de un CEO, mientras que los últimos generadores de vídeo pueden poner palabras en su boca. Los sistemas de traducción más recientes pueden transmitir autenticidad entre idiomas. Las herramientas diseñadas para acelerar la edición de podcasts o ayudar a los equipos globales pueden reutilizarse como armas. Veo 3 de Google y Sora de OpenAI facilitan la generación de vídeo y audio convincentes a partir de una sola foto o una breve muestra. En el próximo año, los medios sintéticos irán más allá de los deepfakes actuales para simular interacciones. Para los líderes y los consejos, esto apunta a una crisis emergente de gobernanza y autenticidad
Lo que antes era una falsificación costosa ahora es una simple llamada a una API. La psicología detrás de los ataques de ingeniería social no ha cambiado: los atacantes siguen aprovechándose de la confianza, el miedo y la voluntad de ayudar. Lo que ha mejorado es la entrega. Los ataques se están volviendo sincrónicos y quirúrgicos. Una sola llamada que suene exactamente como la de un directivo puede autorizar una transferencia bancaria. Un vídeo falso de emergencia puede convencer a un consejo de cambiar de estrategia.
La infraestructura de la confianza –tu marca, tus comunicaciones con inversores, tus informes internos– es ahora una superficie potencial de ataque. En el próximo año, los medios sintéticos irán más allá de los deepfakes actuales para simular interacciones con clientes y producir vídeos para inversores, indistinguibles de las imágenes en directo reales. ¿La ventaja? Escalabilidad infinita de la comunicación. ¿El riesgo? Manipulación infinita de la verdad. Para líderes y consejos, esto apunta a una crisis emergente de gobernanza y autenticidad. ¿Cómo verificas que los datos de tu informe trimestral no han sido manipulados sutilmente? ¿Cómo proteges tu marca cuando cualquiera puede fabricar “pruebas” de que tu empresa mintió, contaminó o engañó?
En el próximo año, creo que podríamos ver al menos una crisis geopolítica en la que la atribución se vea enturbiada por pruebas generadas por IA en ambos lados, y el público no pueda determinar qué vídeo inició el último conflicto. La autenticación por voz, vendida antes como una medida de seguridad práctica, pronto podría convertirse en un lastre.
9. Los primeros parques industriales fuera del planeta
Durante décadas, el espacio fue cuestión de banderas, imágenes y fascinación. Un puñado de satélites, algunas misiones de prestigio y muchas promesas de un futuro tipo Los Supersónicos. Entramos en una era de pragmatismo.
La órbita terrestre baja empezará a ofrecer oportunidades prácticas fuera del planeta en 2026. Pilotos de fabricación en órbita, biorreactores, investigación de materiales, servicios en el espacio…, ya no son hitos de ciencia ficción, sino pruebas reales de producción. El espacio se está convirtiendo en una extensión de la cadena de suministro. Lo que antes servía para apoyar la obtención de imágenes y las comunicaciones empieza ahora a apoyar la fabricación, reparación y experimentación que no pueden realizarse aquí en la Tierra.Pilotos de fabricación en órbita, biorreactores, investigación de materiales, servicios en el espacio…, ya no son hitos de ciencia ficción, sino pruebas reales de producción
Las megaconstelaciones, los activos de defensa proliferados y las plataformas comerciales están convirtiendo las órbitas en un espacio muy disputado. La congestión dejará de ser teórica. Las decisiones de maniobra ya tienen consecuencias económicas y de seguridad. Rusia, por ejemplo, no ha jugado limpio. En 2021 destruyó deliberadamente uno de sus propios satélites inactivos, creando miles de fragmentos de basura espacial que amenazaron a la EEI y a otros satélites en órbita. La basura espacial dejará de ser un problema ambiental abstracto para convertirse en una restricción operativa que afecte a los calendarios de lanzamiento, los costes de los seguros y el diseño de los sistemas.
Aquí es donde la gobernanza se vuelve crítica. Cuando el espacio se convierte en un lugar donde los activos funcionan, se rompen, colisionan e interfieren entre sí, las normas no pueden seguir siendo voluntarias. ¿Quién tiene preferencia de paso cuando las trayectorias entran en conflicto? ¿Quién paga cuando algo falla o se fragmenta? ¿Qué ocurre cuando un operador se niega a cumplir?
La basura espacial dejará de ser un problema ambiental abstracto para convertirse en una restricción operativa que afecte a los calendarios de lanzamiento, los costes de los seguros y el diseño de los sistemas
El potencial positivo es enorme: nuevos materiales, cadenas de suministro resilientes, capacidades imposibles bajo la gravedad. El lado negativo es evidente. Cuando llega la industria, también llegan la competencia, los accidentes y el conflicto. Por primera vez, la humanidad tendrá que gestionar una planta de producción que nunca toca el suelo.
10. El reinicio de la globalización con “la seguridad primero”
Durante treinta años, la globalización se optimizó en aras de la eficiencia. Los bienes se producían allí donde era más barato hacerlos. El capital fluía donde los retornos eran mayores. Las cadenas de suministro se juzgaban por su coste, no por las consecuencias. Esa era ha terminado. Lo que la reemplaza no es exactamente “desglobalización”, sino algo más rígido y más político: un reinicio de la globalización con la seguridad como principio rector.
En adelante, la seguridad nacional se convertirá en el principio organizador de la política económica. Los gobiernos no tratarán los mercados como espacios neutrales: intervendrán directamente y los considerarán terreno disputado. Semiconductores, energía, alimentos, datos, biotecnología y logística se reclasificarán como activos estratégicos. Esto significa que el avance tecnológico y la fortaleza económica no son adyacentes al poder nacional, sino que son poder nacional.
La lógica del comercio está cambiando. Las cadenas de suministro “justo a tiempo” darán paso a la redundancia “por si acaso”. La eficiencia cederá ante la resiliencia. Olvida el near-shoring: el friend-shoring sustituirá al libre comercio. La dependencia de los rivales se reinterpretará como vulnerabilidad, y la vulnerabilidad se tratará como un fracaso estratégico. El desacoplamiento no es total, pero sí deliberado, selectivo y permanente en sectores críticos. La frontera entre Estado y mercado se difuminará, con líderes nacionalistas interviniendo directamente en la asignación de capital, el desarrollo tecnológico y la estrategia corporativa
Las herramientas económicas se convertirán en armas en un amplio espectro de países. Los controles a la exportación, las sanciones, los subsidios, la política industrial y la selección de inversiones pasarán de los despachos cerrados a ocupar un lugar central de la política exterior. La política comercial se convertirá silenciosamente en política de defensa con otro nombre. La frontera entre Estado y mercado se difuminará, con líderes nacionalistas interviniendo directamente en la asignación de capital, el desarrollo tecnológico y la estrategia corporativa.
La seguridad dejará de ser algo que gestione solo el ejército. Se transformará en un proyecto de toda la sociedad, que abarcará infraestructuras, industria, trabajo y datos.
Todo ello implica que el multilateralismo se debilitará en la práctica, aunque sobreviva en la retórica. Las instituciones darán paso a acuerdos impulsados por ejecutivos. Las alianzas serán condicionales, transaccionales y situacionales. La confianza será más frágil. La fragmentación se convertirá en el estado por defecto del sistema.
En 2026, la globalización no desaparecerá. Se reconfigurará en torno a bloques fundamentales de bajo nivel: computación, energía, alimentos y materiales críticos. Los países dejarán de preguntarse “¿qué es más barato?” y empezarán a preguntarse “¿qué nos mantiene soberanos si ocurre lo peor?”.
1. La era de las convergencias. Entramos en un periodo en el que la IA, la biotecnología, la robótica, los nuevos materiales, la energía y la computación cuántica dejan de avanzar por separado, para evolucionarse mutuamente, colapsando plazos, desdibujando sectores y reescribiendo cadenas de valor. El riesgo estratégico no es quedarse atrás tecnológicamente, sino no reconocer qué combinaciones ya son inevitables.
2. La IA se convierte en infraestructura invisible. La IA navega internet por nosotros, ejecuta trabajo físico, toma decisiones operativas y se integra en dispositivos, fábricas, laboratorios y sistemas militares. El “internet post-búsqueda”, el trabajo robótico ilimitado y los dispositivos nativos de IA señalan el fin de interfaces, modelos de negocio y estructuras laborales tradicionales.
3. La biología se vuelve programable. La convergencia entre IA y biotecnología inaugura la bioeconomía: organismos diseñados para fabricar materiales, fármacos, energía y productos industriales. Programar la vida ofrece eficiencia radical, pero introduce riesgos sistémicos inéditos: mutación, uso indebido, fallos de contención y vacíos regulatorios. Gobernar biología programable será tan crítico como gobernar software crítico.
4. La materia, la energía y el espacio entran en juego. Los metamateriales, la computación cuántica funcional y la industrialización del espacio amplían el terreno competitivo más allá de lo digital. La energía emerge como el cuello de botella central de la era de la IA, redefiniendo geopolítica, localización industrial y soberanía nacional.
5. La confianza se convierte en campo de batalla. Los medios sintéticos transforman la confianza en una superficie de ataque. Voz, vídeo y datos pueden falsificarse a escala, poniendo en riesgo marcas, mercados, procesos de gobernanza y estabilidad geopolítica. La autenticidad deja de ser asumida y debe diseñarse, verificarse y protegerse activamente.
6. Globalización con la “seguridad primero”. La eficiencia deja paso a la resiliencia. La economía global se reorganiza en torno a bloques estratégicos (chips, energía, alimentos, datos, biotecnología). La política industrial, los controles y la intervención estatal se normalizan. La seguridad nacional se convierte en principio organizador de la economía.
Carta anual de Amy Webb, CEO de Future Today Strategy Group_
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Publicado en diciembre de 2025.
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