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El pragmatismo del prof. Fernández-Villaverde

17 de Junio de 2022//
(Tiempo estimado: 6 - 12 minutos)
Jesús Fernández-Villaverde

¿Cómo es posible que la economía española no haya crecido en 16 años o que la inflación esté al mismo nivel que a mediados de los 80? ¿Qué efecto tienen las sanciones occidentales contra Rusia? ¿Cuáles son las certezas para abordar la descarbonización de la economía mundial con garantías de éxito?

El economista Jesús Fernández-Villaverde ilumina con luces de largo alcance los grandes temas de la economía mundial, y española. Afincado en EE.UU. desde 1996, goza de la perspectiva que otorga la distancia y de su conocimiento y reputación como Catedrático de Economía de la Universidad de Pensilvania y miembro del National Bureau of Economic Research. Antes de pronunciar su conferencia magistral en la Fundación Rafael del Pino, tuvimos oportunidad de conocer su opinión sobre diversos retos de nuestro tiempo.

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Hace tres años, durante su estudio de los 200 años de historia de la energía, llegó a calcular que “en una fracción de segundo la humanidad consumía 18 teravatios de energía”. También abordó el fantástico impulso que habían tenido las leyes de propiedad del subsuelo en EE.UU. versus otros entornos, así como el desarrollo que el sector privado había otorgado a este asunto. Actualmente, en España estamos viviendo una situación muy conflictiva por la crisis energética, siendo un país que todavía tiene recursos sin explotar. ¿Cómo valora esa falta de lógica del aprovechamiento, cuando por ejemplo estamos comprando gas de EE.UU. y Canadá fruto de un fracking que España rechaza?

JESÚS FERNÁNDEZ-VILLAVERDE: La política energética española desde 1975, comienzo de la Transición, se ha basado lamentablemente en dos pilares. El primero es el postureo. España se embarcó en un proyecto de centrales nucleares muy grande –inspirado en el sistema francés que pretendía alcanzar un alto nivel de independencia energética–, lo cual tiene mucho sentido dada la estructura económica del país y el hecho de que no producimos petróleo ni gas.  

180 jfvillaverde2Las empresas privadas eléctricas invirtieron mucho dinero en este tipo de actividad pero, de la noche a la mañana, por unos motivos meramente electoralistas y de falta de liderazgo, se acabó. En 1982, el PSOE ganó las elecciones con un programa de parón nuclear que en ningún momento explicaba a los ciudadanos que no existía una buena alternativa y que esa decisión iba a suponer una dependencia del carbón y del gas. No solo se perdió muchísimo dinero con las centrales nucleares –varias de ellas ya acabadas o a punto de estarlo–, sino que demás el Estado cedió al chantaje terrorista de ETA. No olvidemos que tenemos acabada la central nuclear de Lemóniz, en el País Vaso.

Esta mezcla de postureo ideológico barato que motivó determinadas actuaciones en los años 80 y la cesión al chantaje terrorista nos hizo quedarnos con un parque nuclear subdividido y depender del gas argelino y de un carbón nacional que se tenía que haber cerrado mucho antes.

Lamentablemente, en los siguientes 30 años no hemos cambiado demasiado. La política energética española se ha hecho siempre a base de titular de periódico, y es algo que estamos viviendo hoy. En su momento, el fracking sonaba mal –ahora sabemos que en parte por el dinero de Putin, que se dedicaba a malmeter– y no hemos realizado este tipo de extracción ni inversión alguna en energías alternativas. La conclusión es que estamos utilizando gas canadiense, gas americano y dependemos de los argelinos (con quienes además hemos tensionado la relación y estamos pagando las consecuencias). 

Lo que los ciudadanos españoles deben entender es que el hecho de que hoy tengan una factura de la luz demencial no es una casualidad, no es mala suerte, es la consecuencia de 35 años de irresponsabilidad de política energética; y esa responsabilidad proviene de sus votos, por haber recompensado en las elecciones de manera sistemática a los políticos que proponían políticas energéticas basadas en el postureo y el populismo.

Recuerdo cuando, en 1981, Ronald Reagan vino a Europa y advirtió que no debíamos construir un gaseoducto con la Unión Soviética, pues eso nos convertiría en sus rehenes energéticos. En España, todos los editoriales de los principales periódicos le tildaron de loco. Curiosamente, Reagan alertó también de que, de construirse, Europa estaría financiando la maquinaria militar soviética. 41 años después ha quedado claro que tenía razón y que todo el buenismo europeo estaba completamente equivocado.


Hace 41 años que Ronald Reagan advirtió a Europa que construir un gaseoducto con la Unión Soviética nos convertiría en sus rehenes energéticos


F.F.S.: Según el director general de la Nuclear Energy Agency, William Magwood, para cubrir las expectativas de crecimiento energético y cumplir los objetivos de eliminación de emisiones de CO2 tendríamos que, por lo menos, triplicar la capacidad nuclear mundial. 

J.F.V.: Resulta evidente que, con el nivel actual de tecnología, no podemos tener un sistema eléctrico basado únicamente en eólica, solar e hidráulica, sino que debemos ir hacia un sistema donde la nuclear suministre un 40-50% de la electricidad y el otro 50% proceda de una combinación de las renovables. Ahora mismo es la única manera de conseguir un sistema descarbonizado para 2030.

¿Qué alternativas existirían? La primera: que contásemos con una tecnología de baterías mucho mejor de la que disponemos actualmente. Considero que una de las prioridades de las agencias europeas o estadounidense de investigación debería ser la capacidad de acumulación energética, pero hemos de ser conscientes de que esto no se hace la noche a la mañana y esa tecnología, en estos momentos, no existe.  

El segundo camino es avanzar hacia la fusión nuclear, pero de nuevo estamos muy lejos de alcanzarla. Si bien se han logrado progresos esperanzadores en los últimos 3-4 años, hay que seguir invirtiendo. Por lo tanto, dado que ni la fusión nuclear ni las baterías están disponibles y que existe gran incertidumbre acerca de si van a estarlo o no para 2030, la única manera con la que poder descarbonizar la economía mundial para entonces es con nuclear.  

F.F.S.: Uno de los grandes inconvenientes de las centrales nucleares era la solución de continuidad, pues no permitían subir o bajar carga en breves periodos . Sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías, la generación 4 permite una variabilidad en horas del output. ¿No eliminaría eso el concepto de almacenar energía? 

J.F.V.: Además, hay que considerar que no en todos los países ni en todas las circunstancias las centrales nucleares tienen el mismo sentido. Es muy distinto gestionar el sistema eléctrico de Andalucía, donde normalmente hace mucho sol y tiene una economía de servicios poco intensiva en electricidad, que el sistema eléctrico de Renania Westfalia en el norte de Alemania, que es extraordinariamente intensivo en energía y donde siempre está nublado.  

180 jfvillaverde centralesDesde hace años defiendo la energía nuclear y sus ventajas, pero esto no quiere decir que sea la solución de todo. Es importante tener una mente abierta hacia el conjunto de posibilidades y hacia descubrimientos de un nuevo tipo de generación de electricidad. Creo que debemos mirar el estado actual de la tecnología, hacer una predicción sensata de dónde va a estar la tecnología en 2030 y, en función de lo que sabemos y predecimos hoy, determinar qué cartera de generación eléctrica queremos tener y cómo llegar hacia allí. Esto es muy complicado y exige tomar decisiones de un modo mucho más complejo y racional que lo que hemos hecho en Europa, en particular en los últimos 40 años.


Para descarbonizar la energía mundial es necesario explorar toda la cartera de

tecnologías que nos puedan permitir hacerlo


En este sentido, espero que Europa vuelva a un cierto sentido de racionalidad, pues no podemos seguir el ejemplo Alemania, que ha cerrado las centrales para dedicarse a importar carbón y generar más CO2 que antes. Históricamente, hemos sufrido dos problemas con las nucleares. El primero era la discontinuidad de los programas, que siempre han ido empezando y parando, lo cual generaba una escalada de costes muy elevada, que particularmente ha estado vinculada con una falta de estandarización del producto que permitiese romper el coste de producción. El segundo inconveniente ha sido regulatorio, ya que los criterios de seguridad de una central nuclear deberían ser fijados ex ante, y no ex post, de todo lo que sea factible económicamente, porque entonces resulta imposible avanzar desde el punto de vista de mejora de los costes. 

F.F.S.: ¿Cuál es su opinión sobre el impacto que las sanciones pueden tener sobre Rusia?

J.F.V. En estos casos, es útil recurrir a la historia económica. Vemos así que la primera sanción empieza con el embargo comercial de Jefferson, el presidente de EE.UU. En aquel momento, Reino Unido y Francia estaban en mitad de las guerras napoleónicas y Jefferson decide que su país va a dejar de comerciar con estas dos naciones para, de alguna manera, evitar ir a la guerra y así conseguir sus objetivos de política exterior. Pero el embargo no funcionó. 

Si analizamos los años de uso de sanciones económicas observamos que, en general, su tasa de éxito es muy reducida, por varios motivos. En primer lugar, porque normalmente el tipo de regímenes cuyo comportamiento lleva a la comunidad internacional a castigarles no se basan en los mismos patrones que rigen las naciones democráticas occidentales. Por lo tanto, si impones una sanción económica en Dinamarca, el votante medio danés se enfada y esto lleva a la elección de un nuevo gobierno; y se acaba la sanción. Pero Rusia no funciona así. Que el ciudadano medio de Moscú esté en una situación muy difícil es algo que a Putin le importa relativamente poco.

El segundo motivo por el cual las sanciones van a tener un impacto inferior al deseado es porque se va a producir un efecto de sustitución. Es indudable que el no tener acceso a muchos de los bienes que importaban tradicionalmente desde Europa es algo que incomodará a los rusos, pero buscarán alternativas; puede que no sean agradables ni productivas, pero van a poder sobrevivir. Un buen ejemplo lo tenemos en la autarquía de España bajo el franquismo, algo que no motivó el fin del régimen.


Las sanciones contra Putin están cumpliendo una doble función: castigar a la economía rusa y dejar claro que no se está aceptando su comportamiento, aunque no vayan a suponer la caída del régimen


En ese sentido, considerar que las sanciones devendrán en la caída del régimen de Putin creo que es excesivamente optimista. De todos modos, que no tengan un efecto muy grande no quiere decir que no haya que imponerlas, pues están cumpliendo una doble función: castigar a la economía rusa y dejar claro que no se está aceptando el comportamiento de ese país. Yo mismo soy el primero que defiende que deberíamos cortar la importación de gas y petróleo de Rusia, aunque esto nos suponga racionar ambos durante los próximos seis meses; pero lo que está ocurriendo no se puede permitir 

F.F.S.: Las declaraciones a CBS de la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, en relación a su idea del socialismo (“My policies most closely resemble what we see in the U.K., in Norway, in Finland, in Sweden”), refuerzan el mito de las grandes ventajas de los países nórdicos basadas en el socialismo. Esto suscitó gran debate y encontró respuesta en su artículo para The Wall Street Journal. ¿Nos podría hablar de este asunto?

J.F.V.: Los rankings de libertad económica elaborados por instituciones como The Heritage Foundation o Freedom Foundation –ninguna de las cuales puede ser acusada de ser rojos peligrosos–, muestran que países como Dinamarca o Suecia ostentan los niveles de libertad económica más altos. Pero ¿qué han hecho allí? Los líderes han explicado a su electorado que, precisamente porque quieren tener un estado del bienestar generoso, han de contar con una economía eficiente, porque esta es la que genera los recursos que permiten pagar por un estado del bienestar generoso. Al tener esto, la gente está contenta y por tanto apoya la libertad económica. Podríamos decir que han encontrado el equilibrio correcto. Consiguen una sociedad que protege a los más débiles, que se asegura contra algunos riesgos serios y que requiere disponer de un sistema de protección social, pero a la vez son unos países con un dinamismo económico tremendo.


Mucha parte de la izquierda cree que el éxito de los países escandinavos está en el estado del bienestar tan grande, sin entender que este estado viene de su capacidad de tener libertad económica


Mucha parte de la izquierda en EE.UU., e incluso en España, cree que el éxito de los países escandinavos está en el estado del bienestar tan grande, sin entender que este estado viene de su capacidad de tener libertad económica, y además piensan constantemente en regular la economía y en destruir los incentivos. 

Además, el tipo impositivo efectivo sobre el rendimiento del capital en Suecia es más bajo que el tipo impositivo sobre el rendimiento del capital en EE.UU., y personas como Alexandria Ocasio-Cortez y Elizabeth Warren quieren incrementar el tipo impositivo sobre el capital. Por eso les digo que: “si lo que queréis es llegar a Suecia, estáis yendo en la dirección incorrecta”.


Jesús Fernández-Villaverde, Catedrático de Economía de la Universidad de Pensilvania y miembro del National Bureau of Economic Research.

Foto de apertura: © Daniel Santamaría. Foto central nuclear: © Lukáš Lehotský on Unsplash.

Entrevista publicada en Executive Excellence n180, mayo 2022.


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