No necesitas ser Superman

Todos tenemos diferentes fuerzas e inseguridades. Los líderes con verdadero coraje y valor apartan sus dudas y miedos y dicen: “Sígueme”. Tras mi accidente a caballo en el año 95, cuando tenía 42 años, quedé paralizado y con no más de un 50% de posibilidades de supervivencia. Hasta entonces, mi identidad como actor, como marido y como padre, había estado centrada en hacer cosas, era una persona muy activa y disfrutaba de una vida intensa. De repente, me encontré sin poder hacer nada por mí mismo. Después del accidente, tuve que aprender a vivir de una forma nueva, al igual que mi mujer, y a relacionarme con mis hijos (de 15, 11 y tres años) y con quienes me rodeaban.
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