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La regeneración

26 de Mayo de 2016//
(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)

Las cohortes generacionales están formadas por los individuos nacidos más o menos en el mismo periodo de tiempo y como consecuencia tienden a tener las mismas expectativas y comportamientos. Frecuentemente estas personas son educadas de una manera similar y tienen experiencias parecidas como niños, adolescentes y adultos jóvenes, épocas sensibles para conformarles moral y políticamente.

Estas experiencias compartidas constituyen lo que se ha dado en llamar “marcadores generacionales”, que son los que nos dan pistas sobre cómo actuarán y tomarán decisiones cuando estas personas alcancen el poder en el futuro. 

En estos momentos que yo denomino de talenflación, porque hay mucha gente disponible –en el paro– y sin embargo existen muchos perfiles imposibles de encontrar –especialmente para tareas digitales–, se produce un asunto que quita el sueño a los líderes analógicos –que, dicho sea de paso, asisten como testigos de cuerpo presente, pero sin comprender la gran transformación del modelo de negocio que está viviendo el mundo de la empresa– y que es, ni más ni menos, cómo comprender y gestionar a los denominados millennials o generación Y. 
En estos momentos que yo denomino de talenflación, porque hay mucha gente disponible –en el paro– y sin embargo existen muchos perfiles imposibles de encontrar –especialmente para tareas digitales–, se produce un asunto que quita el sueño a los líderes analógicos

Sin estar esto resuelto, comienza a aproximarse ya al mercado laboral una nueva cohorte de profesionales pertenecientes a la denominada generación Z o “regeneración”, porque, como luego señalaremos, tendrán que cambiar parte de las cosas que hemos hecho muy mal sus progenitores. El nuestro bien podría ser un mundo en el que los miembros de la generación del baby boom hayan consumido la mayor parte de los recursos creados, en una orgía final de consumismo cristalizada en crisis de capitalismo de casino, dejando a los más jóvenes, a la generación Z, la muy bien denominada “regeneracionista”, el papel de arreglar un mundo seriamente deteriorado.

Hacia el 2020 cuatro generaciones distintas formarán la población activa: la generación del baby boom (los nacidos entre 1945 y 1964), la generación X (los nacidos entre 1965 y 1979), la generación Y (los nacidos entre 1980 y 1995) y la generación Z (es decir, los nacidos entre 1995 y 2010). Estamos hablando de nuestros hijos, esos que mientras ven la televisión contestan mensajes por snapchat y ven una película en el ordenador, todo a la vez. 

En 2015, la generación Z ya había cumplido 20 años y en 2025 tendrán alrededor de 35. A partir de 2020 desempeñarán un papel cada vez más importante en las empresas de todo el mundo. Llamada por algunos la “re-generación” y por otros la “generación de Internet”, este grupo que se caracteriza por su transparencia y conectividad considera que la mejor forma de trabajar creativamente en el futuro es minimizando la diferencia entre trabajo y juego. Por eso, los trabajos más gratificantes para ellos serán aquellos que les apasionen y sean, al mismo tiempo, su pasatiempo favorito. 

Es una generación que ha decido representarse a sí misma: saben que son su propia empresa y manifiestan su YO S.A. Veamos por ejemplo una descripción contemporánea en Facebook de una chica de 18 años, a la que podemos llamar Cristina: “Me encantan los tatuajes, los coches minis, los Red Sox, el iPhone, UGG, entrenar, beber bebidas para chicas, las postales de Papyrus, JUICY COUTURE, Sephora, estar morena, los tejanos Hudson y Britney Spears. Por cierto, ¡¡¡lo pasé muy mal con un chico en el colegio!!! Ahora estoy libre, así que HOLA a los chicos”. 

Como consumidores no suelen ser fieles a ninguna marca y tampoco lo serán a ninguna empresa; desmitifican la gran empresa y prefieren trabajar para sí mismos. Han perdido el sentimiento “del nosotros” en la empresa y su lealtad es solo vertical: a a su propio YO S.A. Dado que esta regeneración no idealiza a las grandes corporaciones, muchos de ellos ven el emprendimiento como principal salida. En este sentido, un estudio reciente llevado a cabo por Universum –empresa especializada en employer branding– concluye que el 55% de los adolescentes universitarios encuestados en 45 países manifiesta interés en lanzar su propia startup.

Bilingües, creativos, con dominio absoluto de la tecnología y autodidactas –cambiaron el Espasa Calpe por Wikipedia–, cuestionarán todo lo establecido en la empresa, igual que lo hacen en sus casas.

Si la generación Y fue testigo de la emergencia de las tecnologías de la interacción social, los miembros de la generación Z son los primeros que la dan por hecho. Estos sí que son nacidos digitales, se han empapado a través de la televisión y de las redes sociales de la “realidad” y han abrazado la intrusión en sus dormitorios de noticias globales las 24 horas. 

Son extremadamente colaborativos, saben que el “todo” es mayor que la “suma de las partes” y buscan la transparencia –a la gente puede que le molestara WikiLeaks o los papeles de Panamá, pero eso es solo la punta del iceberg. Ahora las herramientas tecnológicas disponibles permiten conocer lo que está pasando en real time e incluso coordinar respuesta colectivas–. Les gusta compartir y quieren sentirse apoderaros para aportar, entre otras cosas porque están acostumbrados a que la transmisión de la información no tenga jerarquías, por lo que tampoco aceptarán el ordeno y mando tradicional de los jefes analógicos. Además, son conscientes de conceptos como: “crisis de vivienda”, “segunda recesión”, “flexibilización cualitativa” o “inmigración”, y les preocupa que los casquetes polares se estén derritiendo. Son una generación de realistas y pragmáticos. 

Para ellos, el reto es repensar, renovar y regenerar, pues muchas de las cuestiones a las que se enfrentan –el cambio climático, la limitación de los recursos, el envejecimiento de la población, la globalización del terrorismo o la inmigración, por ejemplo– requieren acciones más tangibles que nunca.

Aumento de la vida laboral 
Esta regeneración, la que buscará actitudes éticas, autonomía y lograr objetivos a corto plazo, es también la que renovará el acuerdo tradicional sobre el trabajo. Si para nosotros era: “Trabajo… para recibir un salario… que utilizo para comprar cosas… que me hacen feliz”, para ellos será: “Trabajo… para tener experiencias de aprendizaje productivas y divertidas… que son la base de mi felicidad”. 

Cuando escribo estas líneas, le confieso que tengo una gran preocupación, porque la buena noticia de que la mayoría de los nacidos de la generación Z vivirán más de 100 años, contrasta con la no tan buena de que serán pocos los que a partir de los 65 años podrán asegurarse una pensión que les proporcione la calidad de vida que les gustaría. El cálculo es fácil: cuando en 1880 se crearon en el mundo desarrollado las pensiones, la esperanza de vida al nacer estaba por debajo de los 50 años. Ahora imaginemos que la mayoría de la generación Z sigue trabajando hasta que cumple 65 años, pero que más de la mitad de ellos viviera hasta los 100 años; es decir, 35 años de jubilación y un 30% de lo ganado en su vida laboral destinado a esta etapa: algo insostenible, ¿no le parece? Pero es que además, la mayoría de nosotros no soportaría 30 ó 40 años sin hacer nada. Antes la carrera era rápida –recuerde las no tan lejanas salidas de los bancos, de operadores de comunicación, e ingenieros jubilados a los 48 años de edad–, pero ahora se convertirá en un maratón.

Con esta expectativa de que muchos miembros de la generación Z vivirán tantos años, las vidas laborales de más de 60 años serán la norma. Las compañías tendrán que cambiar sus supuestos acerca de la productividad de los trabajadores mayores de 60, 70 e incluso 80 años. 

Además, con respecto a las fuerzas de la demografía y la longevidad, podemos esperar impactos significativos. Si una proporción importante de la cohorte generacional Z, como ya hemos apuntado, vivirá más de 100 años, en una generación más esta transformará nuestros supuestos acerca del trabajo, la edad, el envejecimiento y el sistema de salud. Muchos de estos miembros saludables de la generación Z querrán trabajar productivamente hasta los 70 u 80 años, y será una prioridad de los gobiernos, empresas y sindicatos encontrar la manera de apoyar sus aspiraciones. ¡¡¡Ojalá estos también se regeneren!!! 


  José Manuel Casado, presidente de 2.C Consulting

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº130 mayo2016

 


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