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Alf Rehn: la arquitectura de la innovación

(Tiempo estimado: 8 - 16 minutos)
Alf Rehn
Resumen en 2 minutos

¿Cómo sostener una innovación viva, humana y duradera, capaz de enfrentar crisis, inspirar a las personas y aprovechar las oportunidades que traerán las nuevas tecnologías?

La innovación atraviesa una crisis causada por un exceso de clichés vacíos que generan cansancio y escepticismo en las organizaciones. En lugar de repetir frases hechas, el profesor Alf Rehn propone construir una verdadera “arquitectura de la innovación”, concebida como un edificio sólido con cimientos, infraestructura, conexiones y un propósito claro. Los cimientos no son los productos ni los procesos, sino la cultura y las capacidades que permiten a las personas sentirse escuchadas, valoradas y con libertad de experimentar. Sin esta base, cualquier esfuerzo resulta frágil.

Luego viene la infraestructura: sistemas, recursos y herramientas que deben estar bien conectados, evitando la fragmentación que bloquea el paso de las ideas desde los experimentos hasta su realización. A esto se suma el propósito, entendido como el “gesto arquitectónico” que da sentido y atrae talento: innovar no por moda, sino para mejorar vidas, generar sostenibilidad o resolver problemas humanos.

Rehn plantea tres pruebas para evaluar la solidez de esa arquitectura y anima a atreverse a experimentar, aceptar ideas “peligrosas” o incómodas, y cultivar la escucha colectiva más que la genialidad individual, si se quiere lograr una innovación sostenible.

En su opinión, nos abocamos a una era de innovación aumentada, en la que tecnologías como la IA, la realidad virtual o la computación cuántica, transformarán radicalmente la manera de crear y probar ideas, y  donde el gerente de innovación se convertirá en una especie de cíborg intelectual, con superpoderes de creación. A pesar de que la innovación aumentada permitirá no solo producir más rápido sino cambiar el modo en que pensamos, diseñamos y creamos, Rehn resalta el papel humano: "Las máquinas no tienen valores, por lo que el rol de las personas será más crucial que nunca para dotar de significado a esas herramientas".


El profesor de la University of Southern Denmark, Alf Rehn, entiene la innovación como una práctica viva, compartida y profundamente humana. Su concepto de "arquitectura de la innovación" se inspira en la definición de Louis Kahn: "La arquitectura es la creación reflexiva del espacio". Lejos de sonar como algo alejado del trabajo diario con innovación, Rehn llama la atención sobre los paralelismos: "Sabemos que para construir un edificio, incluso uno sencillo, no basta con ser un buen ingeniero ni con tener todos los materiales: hormigón, madera, acero. No. Hay que ser capaces de pensar en el edificio completo. Hay que ir más allá de las partes y concebir el conjunto. Hay que tener un plan integral que no solo cree habitaciones, paredes y conexiones, sino algo más grande. La arquitectura es una buena analogía para la innovación, porque nos permite pensar en cuáles son las partes necesarias para construir un gran edificio, empezando por lo básico: los cimientos".

2025N Alf Rehn MIMEn su intervención para ReinforceUA (iniciativa puesta en marcha por MIM-Kyiv Business School para acceder al conocimiento de los mejores pensadores de todo el mundo y servir de apoyo intelectual e inspiración para la comunidad empresarial ucraniana), Rehn profundizó en los distintos elementos de la arquitectura de la innovación, así como en los desafíos que plantea la era de la "innovación aumentada".

Sin trucos

Como profesor de innovación, sé que se espera de mí que diga que la innovación es maravillosa y que todos deben adoptarla. Pero la realidad es más compleja. Es cierto que se han producido logros positivos; sin embargo, también percibo una crisis no solo motivada por la pandemia o las guerras, sino por el propio discurso vacío que rodea la innovación. Cada año se publican más de 1.200 libros sobre creatividad e innovación. Eso equivale a más de tres al día. ¿Significa esto que somos más innovadores? Probablemente no. Al contrario, el exceso de discursos ha creado un tsunami de clichés: “innovar o morir”, “pensar fuera de la caja”… Frases huecas que no inspiran, sino que generan escepticismo y fatiga

El exceso de discursos en torno a la innovación ha creado un tsunami de clichés y frases huecas que no inspiran, sino que generan escepticismo y fatiga

He visto cómo estas palabras de moda generan estrés en las organizaciones. Cuando antes un anuncio de innovación despertaba entusiasmo, hoy provoca cansancio: “Otra vez lo mismo, otra lluvia de ideas inútil”. Esta “fatiga de la innovación” refleja que hemos vaciado de sentido el término. Por eso necesitamos un mejor discurso, uno más respetuoso y significativo, que demuestre que la innovación importa a todos, no solo a directivos o consultores.

Además, nos acercamos a una época en la que podremos alcanzar logros que hoy parecen milagros. Pero no se trata solo de conseguir innovaciones por accidente, sino de crear organizaciones capaces de innovar de manera sostenida. 

Necesitamos un mejor discurso, uno más respetuoso y significativo, que demuestre que la innovación importa a todos, no solo a directivos o consultores

No creo en las píldoras mágicas que muchos venden. Ninguna fórmula aislada (“seguridad psicológica”, “innovación en el modelo de negocio”, “centrarse en el consumidor”) garantiza por sí sola el éxito. Pero como anhelamos soluciones rápidas, solemos caer en lo que llamo “los trucos mágicos de la innovación”. El ejemplo más común es la “sala de creatividad”: un espacio colorido, con pizarras y post-its, presentado como símbolo de transformación. En realidad, transmite lo contrario: que la creatividad está confinada en un lugar cerrado, mientras el resto de la organización sigue funcionando igual.

La innovación no puede depender de un truco ni de un lugar específico. Se necesita una arquitectura completa: como un edificio, que no se sostiene solo con buenos materiales, sino con un diseño integral. 

Cimientos sólidos

2025N Alf Rehn plano casaMi idea de construir una auténtica “arquitectura de la innovación” exige pensar en todas las partes y, sobre todo, en los cimientos; porque igual que ninguna casa se sostiene sin base, ninguna organización puede innovar de manera sostenible sin cultura, propósito e infraestructura que lo permitan. Cuando se habla de innovación, muchos directivos piensan en sus procesos, productos o servicios. Sin embargo, estos son resultados, no cimientos. Los verdaderos cimientos de toda organización innovadora siempre son la cultura y las capacidades. Sin ellas, cualquier esfuerzo se parece a construir una casa sobre la arena: pueden tenerse ideas brillantes, pero acabarán desmoronándose por falta de base. Los verdaderos cimientos de toda organización innovadora siempre son la cultura y las capacidades

Además, todas las organizaciones tienen ideas. Lo he comprobado en los cientos de empresas de todo el mundo con las que he trabajado, incluso en lugares como Corea del Norte: siempre hay gente pensando en cómo mejorar. El problema no es la ausencia de ideas, sino la ausencia de un entorno cultural que las cuide y las impulse. Una cultura innovadora es aquella en la que todos se sienten con derecho y motivación para compartir, trabajar y experimentar con sus ideas. El problema no es la ausencia de ideas, sino la ausencia de un entorno cultural que las cuide y las impulse

No sirve de nada pagar a una consultora millones por una estrategia sofisticada de innovación si las personas no sienten que sus ideas son valoradas. Por eso, la primera tarea de un CEO es preguntarse: ¿tenemos una cultura que realmente respete y alimente cada idea, venga de donde venga? Si la respuesta es no, los cimientos son débiles y nada más importará. Una cultura innovadora es aquella en la que todos se sienten con derecho y motivación para compartir, trabajar y experimentar con sus ideas

Infraestructura y conexiones

Una vez establecida la cultura, puede levantarse la infraestructura de innovación: procesos, sistemas, recursos y herramientas. Pero esta infraestructura solo es útil si está bien conectada. De lo contrario, es como una casa con cañerías magníficas pero inodoros mal ubicados.

Muchas empresas son expertas en diseñar sistemas fragmentados. Un ejemplo: una multinacional con recursos ilimitados tenía un sistema excelente para financiar pequeñas pruebas de ideas y otro para manejar proyectos de más de 10 millones de euros. Sin embargo, no tenía nada entre los 50.000 y los 10 millones. El resultado: una tubería que generaba experimentos iniciales, pero sin un canal que los llevara hasta la comercialización. Grandes habitaciones, sí, pero sin puertas que las conectasen.

No basta con tener procesos; hay que pensar en cómo se relacionan, cómo se comunican, cómo permiten que una idea dé pequeños pasos hasta convertirse en un proyecto sólido

El rol del arquitecto de la innovación es asegurar estas conexiones. No basta con tener procesos; hay que pensar en cómo se relacionan, cómo se comunican, cómo permiten que una idea dé pequeños pasos hasta convertirse en un proyecto sólido.

El propósito como “gesto arquitectónico”

2025N Alf Rehn grupoAun con buena cultura y buena infraestructura, la innovación puede quedarse vacía si no tiene un propósito. En arquitectura se habla del “gesto” de un edificio, aquello que expresa en el espacio que ocupa. En innovación, ese gesto es el propósito: ¿para qué innovamos?

Un caso claro lo ofrece un empresario alemán al que conocí, cuya compañía producía químicos de limpieza industrial. Tenía cultura e infraestructura, pero no lograba atraer talento joven. Se dio cuenta de que lo que faltaba era propósito. Junto con Naciones Unidas, transformó sus químicos en tabletas para purificar agua en campos de refugiados. De pronto, la narrativa cambió: “Este es nuestro propósito. No limpiamos mataderos. No producimos químicos para cervecerías. Estamos salvando vidas. Estamos haciendo que los alimentos y el agua sean seguros para todos, estén donde estén en el planeta”. El resultado fue un aumento exponencial de personas deseosas de trabajar en la empresa. El propósito transformó su arquitectura de innovación en algo significativo.

El test de estrés de tu arquitectura de innovación

Para comprobar la solidez de la arquitectura de innovación, propongo tres pruebas simples:

  1. La escucha en reuniones

Basta con observar cualquier reunión: ¿todos son escuchados, o solo unos pocos dominan la conversación? Si la diversidad de voces está ausente, los cimientos culturales son débiles. Una organización innovadora escucha a todos, sin importar jerarquía, género o procedencia.

  1. Acceso a recursos para experimentar

Pregunten a un miembro joven de la organización: “Si tuvieras una gran idea y necesitaras una pequeña cantidad de dinero para probarla, ¿sabrías cómo conseguirlo?”. Si no, la infraestructura es deficiente. Lo mismo vale para mandos intermedios con ideas de mayor escala. Una buena arquitectura debe permitir que cualquier persona sepa cómo obtener recursos para comenzar a innovar.

  1. El propósito compartido

Consulten a la alta dirección: “¿Por qué innovamos?”. Si la respuesta es un cliché como “innovar o morir”, no hay un propósito real. La innovación debe tener razones claras y humanas: salvar vidas, crear sostenibilidad, mejorar la sociedad. El propósito motiva a las personas y conecta el trabajo diario con algo trascendente.

La innovación debe tener razones claras y humanas: salvar vidas, crear sostenibilidad, mejorar la sociedad

No pretendo decir que lo que planteo sea suficiente ni que transformará mágicamente a su organización de la noche a la mañana. Lo que sí puede hacer es iniciar una conversación: ¿para qué innovamos?, ¿por qué trabajamos en esto?, ¿tenemos sistemas que permitan a cualquier persona, incluso al trabajador más humilde, probar sus buenas ideas?

He visto demasiadas ideas valiosas morir porque quien las propuso no tenía “el aspecto correcto” o no sonaba como debía. Por el contrario, las organizaciones que sobresalen en innovación sostenible no son las que exhiben procesos elegantes, sino aquellas que construyen desde la base cultural y el propósito.

Innovar exige atreverse. Probar ideas que pueden parecer tontas o absurdas al inicio, porque muchas de las transformaciones que cambiaron el mundo fueron primero ridiculizadas. En mi libro Dangerous Ideas sostengo que todas las ideas verdaderamente disruptivas pasaron por esa fase: fueron vistas como estúpidas antes de ser reconocidas como brillantes.

Una buena arquitectura de innovación, sustentada en un propósito sólido, da espacio para que esas ideas “peligrosas” sobrevivan y prosperen. Y esto será aún más importante en el futuro inmediato, porque lo que viene llevará nuestras capacidades y arquitecturas de innovación al límite.

El horizonte de la innovación aumentada

Estoy convencido de que, en los próximos diez años, nuevas tecnologías harán posibles formas completamente diferentes de innovar. Las empresas deben prestar atención, para estar preparadas y adaptarse con rapidez conforme maduren.

El impacto sobre nuestras capacidades de tecnologías clave como la IA y el aprendizaje automático, junto con la realidad virtual, la aumentada y la extendida, a menudo agrupadas bajo la etiqueta de “metaverso”, será aún más transformador. Muchos las consideran exageradas o sobrevaloradas. Y puede que lo sean en el corto plazo, pero en el largo plazo probablemente las estamos subestimando.

A esto se suman avances como el internet de las cosas, la disponibilidad de mejores conjuntos de datos y el potencial de la computación cuántica. Estas herramientas permitirán nuevas formas de experimentar, crear y rediseñar procesos que hoy ni siquiera podemos imaginar.

Pensemos en la IA que ya crea imágenes o vídeos. Comenzaron siendo versiones primitivas que replicaban y variaban lo existente. Pero empiezan a explorar variaciones de diseños, procesos industriales o configuraciones de fábricas completas. En una fábrica convertida en un gemelo digital perfecto se podrían probar todas las variaciones tecnológicas posibles hasta encontrar la combinación más eficiente. Esto cambia nuestra concepción de la producción, la eficiencia y el desarrollo de nuevos productos, incluidos los farmacéuticos.

Actualmente, probar innovaciones suele ser caro, lento y, a menudo, destructivo. Con IA y entornos digitales es posible crear copias perfectas de objetos y someterlas a pruebas extremas sin fabricar nada físico, lo que reduce los costes, acelera los tiempos y abre posibilidades casi infinitas. Un arquitecto, por ejemplo, podrá construir digitalmente una casa con materiales que normalmente no podría probar, y su cliente recorrerla en detalle mucho antes de poner un ladrillo. En esta era, el gerente de innovación se convertirá en una especie de cíborg intelectual, con superpoderes de creación

En esta era, el gerente de innovación se convertirá en una especie de cíborg intelectual, con superpoderes de creación. Podrá pedir a su IA: “Muéstrame cómo se vería este barco si estuviera hecho de aluminio, madera, acero o incluso papel”, y obtener decenas de alternativas antes del desayuno. Algo que un ingeniero naval de hace veinte años no lograría en toda su carrera.

La innovación aumentada significa que nuevas tecnologías, formas organizativas y actitudes están transformando el campo mismo de la innovación. No se trata solo de producir más rápido, sino de cambiar cómo pensamos, diseñamos y creamos. 

No se trata solo de producir más rápido, sino de cambiar la forma en que pensamos, diseñamos y creamos

Un futuro híbrido

Hasta ahora, hemos entendido la innovación como algo humano. La creatividad, el diseño y las ideas eran facultades exclusivas de las personas. Hoy debemos aceptar que entramos en una era híbrida, donde la innovación será el resultado de la colaboración entre inteligencia humana y artificial.

Esto no significa que los humanos dejen de importar. Al contrario: se vuelven aún más esenciales, porque las máquinas no tienen valores. La IA puede generar miles de ideas, pero no sabe cuál es significativa para su sociedad, su cultura o su empresa. Esa decisión nos corresponde a nosotros. 

La IA puede generar miles de ideas, pero no sabe cuál es significativa para su sociedad, su cultura o su empresa. Esa decisión nos corresponde a nosotros

Por eso, la innovación aumentada no busca reemplazar lo humano, sino ampliar nuestras capacidades. La tarea es crear organizaciones que aprovechen estas herramientas, pero siempre sobre cimientos culturales sólidos y con un propósito humano claro.

Para mí, ese es el verdadero futuro de la innovación. No está en las salas de creatividad ni en los lemas vacíos, sino en la capacidad de construir culturas, arquitecturas y propósitos sólidos, capaces de resistir las tormentas más duras y de florecer con fuerza cuando vuelva a brillar el sol.

Reflexiones finales y consejos prácticos

2025N Alf Rehn 400Con frecuencia me preguntan cuál es mi definición favorita de innovación. He leído muchas, incluida la de Joseph Schumpeter, quien la veía en términos muy prácticos: todo aquello que reduce costes o aumenta ingresos. Pero para mí, esa definición se queda corta. Prefiero pensar en la innovación como una idea novedosa que se realiza y encuentra aceptación en un mercado. Y subrayo tres puntos: debe haber una idea, debe contener novedad, y debe llevarse a la práctica hasta ser aceptada. No basta con que sea un capricho o un deseo, tiene que desarrollarse y encontrar un mercado. El mercado aquí no siempre es económico; puede ser educativo, social o cultural. Un jardín de infancia es un mercado. Un hospital es un mercado. La innovación puede y debe suceder en todas estas esferas. 

Innovar no es algo que ocurra todo el tiempo ni en todas partes; es un proceso exigente que requiere propósito y sustancia

Eso sí: debemos tener cuidado con lo que llamamos innovación. Hoy vemos la palabra en todas partes; parece que cualquier cambio menor se bautiza como “innovador”. Tengo coleccionada publicidad absurda, como un sacapuntas descrito como “revolucionaria innovación en el afilado de lápices”. No exagero: ¡un sacapuntas! Eso no es una revolución, ni siquiera es innovación. Debemos tratar la palabra con humildad y seriedad. Innovar no es algo que ocurra todo el tiempo ni en todas partes; es un proceso exigente que requiere propósito y sustancia.

Es más –y este es un punto importante–: no todas las empresas necesitan innovar sin descanso. Algunas organizaciones sobreviven y prosperan haciendo lo mismo durante siglos, siempre que lo hagan con excelencia. Hay templos sintoístas en Japón que se construyen hoy con los mismos métodos de hace mil años, y la organización que los edifica sigue existiendo porque mantiene viva una tradición con calidad insuperable. Innovar no siempre significa cambiar por cambiar, sino saber cuándo escuchar, cuándo adaptarse y cuándo sostener lo que ya funciona. Innovar no siempre significa cambiar por cambiar, sino saber cuándo escuchar, cuándo adaptarse y cuándo sostener lo que ya funciona

La escucha es un pilar esencial. A mis 50 años me descubro tentado a responder a mis estudiantes con el típico “yo sé más, tengo más experiencia, soy profesor”. Pero debo detenerme: la innovación no nace de mi ego, sino de nuestra capacidad colectiva de escuchar voces nuevas, frescas, incluso incómodas. He aprendido a recordar que la innovación no es individual, es social. Se trata de si todos, como comunidad, nos permitimos probar y equivocarnos.

Un ejemplo claro lo viví trabajando con una gran empresa en la que, pese a que se habían multiplicado los proyectos de innovación, no surgía nada nuevo. El CEO, cansado de esa dispersión, declaró una moratoria: seis meses sin nuevos proyectos de innovación. Todos quedaron atónitos, incluso yo; pero ocurrió algo revelador. Los que estaban agotados pudieron respirar, dedicarse a su trabajo y recargar energías. Y los apasionados de la innovación se volvieron “guerrilleros”: se reunían en secreto, planificaban con entusiasmo y regresaron al final de la pausa con ideas mucho más potentes. Al terminar la moratoria, toda la organización estaba renovada. Esa sacudida cultural permitió reconstruir cimientos. No se trató de una “píldora mágica”, sino de identificar tensiones internas y provocar un cambio que templara el “acero cultural” de la empresa.

Cuando la innovación es social, como comunidad nos permitimos probar y equivocarnos

Atreverse a experimentar es imperativo, para las grandes y también para las pequeñas y medianas empresas de cualquier sector, incluido el agrícola. Aunque se piense que la agricultura es un terreno tradicional, puede convertirse en un campo de innovación radical. En Dinamarca, muchas explotaciones tradicionales lideran el mercado mundial de marihuana medicinal. Lo lograron porque se atrevieron a probar un nuevo cultivo, legalizado para fines médicos, y encontraron ahí un modelo de negocio exitoso.

Además de atreverse, mi segunda recomendación es adoptar tecnología, incluso soluciones simples y baratas. Recuerdo el caso de estudiantes que desarrollaron un sistema de cámaras con IA para monitorear partos de cerdas. Detectaban cuándo una madre estaba a punto de dar a luz y alertaban al granjero, evitando la muerte de uno de cada ocho lechones. Este barato sistema de IA salvó miles de animales y mejoró notablemente los márgenes de las granjas. Eso también es innovación: experimentar y aplicar tecnología de forma práctica y accesible. El futuro de la innovación no está en clichés ni en salas llenas de post-its de colores. Está en culturas que escuchan, arquitecturas que conectan y propósitos que inspiran

Por eso, insisto: el futuro de la innovación no está en clichés ni en salas llenas de post-its de colores. Está en culturas que escuchan, arquitecturas que conectan y propósitos que inspiran. Está en tener el valor de desafiar lo establecido, en experimentar y en combinar humanidad y tecnología con valores claros. Y está en sistemas que permitan que cualquier persona, sin importar su origen, pueda levantar la mano y decir: “Yo también puedo crear”.

Ese es el camino hacia la verdadera innovación sostenible. Una innovación que no es un eslogan, sino una práctica viva, compartida y profundamente humana.

5 key takeaways

1. Necesitamos un nuevo discurso sobre innovación: respetuoso, significativo y libre de clichés, basado en conversaciones auténticas con las personas de nuestras organizaciones.

2. Debemos diseñar una verdadera arquitectura de innovación. No confiar en trucos mágicos, sino pensar como arquitectos: ¿cuáles son nuestros cimientos?, ¿qué infraestructura tenemos?, ¿cómo se conectan sus partes? y, sobre todo, ¿cuál es el propósito que lo guía todo?

3. Tecnología y humanidad se entrelazan de formas inéditas en la era de la innovación aumentada. Tecnologías como IA, realidad virtual y computación cuántica cambiarán cómo innovamos. Pero las máquinas no tienen valores: los directivos deben liderar con visión humana para que la tecnología amplíe, en lugar de vaciar, el significado de innovar.

4.  La innovación sostenible requiere inclusión activa. El reto está en crear condiciones para que las diversas voces de la organización puedan aportar, y traducir esas diferencias en ideas, aprendizajes y soluciones que fortalezcan la arquitectura de innovación.

5. La infraestructura de innovación debe ser accesible y continua. A veces hay fondos para grandes proyectos y pequeños experimentos, pero no para las fases intermedias. Al final, las ideas se estancan y nunca llegan a convertirse en productos o servicios reales. Cualquier persona, desde un joven talento hasta un mando intermedio, debería saber cómo y dónde conseguir recursos para probar una idea, sin importar su escala.


Alf Rehn, profesor de innovación, diseño y gestión de la University of Southern Denmark, líder intelectual reconocido internacionalmente, conferenciante, autor y asesor estratégico, en su intervención para el proyecto ReinforceUA, iniciativa en cuya difusión colabora Executive Excellence, de la mano de su partner internacional Thinkers50 (Alf Rehn fue finalista del premio Thinkers50 Innovation Award 2015).

Puede ver aquí el vídeo completo de la conversación con Vyacheslav Pokotylo, profesor de Estrategia de MIM-Kyiv Business School.

Foto de apertura de Alf Rehn / Imágenes recurso © Freepik / Publicado en septiembre de 2025.


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