Oportunidades en el sector comercial aeroespacial
Durante la presentación del nuevo International MBA de IE Business School, tuvimos la oportunidad de charlar con el astronauta Michael López-Alegría. Ex director de Operaciones de la NASA y comandante de la Estación Espacial Internacional, compartió con los presentes su conocimiento sobre los vuelos comerciales al espacio y las oportunidades de emprendimiento que presentan. Junto con Marc Randolph, cofundador de Netflix –y como ejemplo de dos expertos que han dado pasos para transformar el mundo–, hablaron sobre la relevancia del liderazgo y el pensamiento emprendedor en la gestión empresarial.
El bagaje profesional de López-Alegría suma cuatro misiones de la NASA, en las que ha acumulado 257 días fuera de la Tierra, además de haber batido el récord de paseos espaciales de la agencia espacial estadounidense.
Durante los últimos años, López-Alegría ha reconducido su carrera, pasando de ser presidente de la Federación de Vuelos Espaciales Comerciales, a convertirse en consultor para las empresas privadas interesadas en viajar al espacio. “Durante 50 años, los astronautas de diferentes países han llegado a la órbita espacial y han estado en el espacio, por ejemplo, para construir la Estación Espacial Internacional, pero ahora se plantea una realidad diferente, pues las empresas también pueden viajar al espacio, lo que abre las puertas a muchas personas (…). Se ha producido un cambio de tendencia en los vuelos espaciales que han pasado de ser financiados por los países a ser financiados también por empresas con fines comerciales”, señaló durante su intervención.
Precisamente, esa capacidad de adaptación a las tendencias y nuevos entornos es perseguida también por el International MBA del IE, cuyo rediseño ofrece a los alumnos la posibilidad de elegir entre formarse como “transformadores”, que quieran tener un impacto con su trabajo en el mundo empresarial, o como “creadores”, emprendedores que quieran poner en marcha sus propias empresas. En palabras del decano de IE Business School, Santiago Íñiguez de Onzoño, “el International MBA refuerza el carácter internacional, emprendedor, social, humanístico e innovador del programa, además de potenciar el desarrollo de carrera y las soft skills”.
Para López-Alegría, serán los perfiles académicos basados en la innovación, el espíritu empresarial y un pensamiento ajeno a lo convencional, los que sirvan para trabajar en el mundo corporativo con éxito o para emprender proyectos propios.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: En octubre de 2013 veíamos cómo la India lanzaba con éxito su primera misión a Marte. ¿Qué posibilidades de innovación tienen los países emergentes para el desarrollo espacial? ¿Qué papel van a jugar países como China, India y Rusia, que tan bien conoce?
MICHAEL LÓPEZ–ALEGRÍA: Los papeles son distintos. China e India están en un grupo, y Rusia en otro bien diferenciado; de hecho, forma parte de la cooperación internacional que actualmente tenemos con los europeos, japoneses, canadienses y americanos. De momento, la política americana de la NASA dicta no mantener relaciones con China, por cuestiones de derechos humanos y también por temor a posibles intentos de robo de tecnología.
Mi opinión es que esta situación debe cambiar, porque el futuro de la exploración por parte de los Estados –no me refiero al sector comercial aeroespacial– pasa por ser una exploración internacional, pues no hay ningún país con capacidad financiera suficiente para abordar este reto de manera individual; y si hubiese alguno, ese sería China.
No sé cuántos años tardará, pero en un corto plazo será necesario abrirse e involucrar dentro de la comunidad internacional a los países que ha mencionado (China e India), además de a Israel, que tiene un gran potencial. Esta unión será fundamental si queremos ir más allá, ya sea a la Luna, a Marte o a otro lugar del espacio.
F.F.S.: Durante casi tres años ha sido presidente de The Commercial Spaceflight Federation, la asociación más importante a nivel mundial de empresas privadas dedicadas al mundo aeroespacial. ¿Cuál es el rol del sector privado?
M.L-A.: Es muy interesante, porque el papel del sector privado está cambiando mucho. Antes se suponía que eran los Estados quienes solo podían llevar gente al espacio. Siempre ha sido papel de ellos el abrir la frontera; pero, una vez que la frontera está abierta y la seguridad está establecida, es momento para que los negocios entren y añadan su valor, teniendo siempre una motivación última de lograr beneficios.
Actualmente, la tecnología permite el acceso y cada vez son más las personas que pueden fabricar, diseñar y construir, con un poco de inversión, cohetes, satélites u otros aparatos. Como en todo negocio, la cuestión es que sea rentable, que detrás de eso exista un business plan que cuadre. Empresas como SpaceX o Virgin Galactic han hecho sus cálculos y han invertido grandes cantidades de dinero para poner en práctica sus ideas. De momento, van teniendo éxito, pero muy lentamente.
Ahora bien, todavía no se ha establecido la economía en la órbita terrestre baja, aunque llegará. Hemos visto que las empresas están llevando carga a la ISS (International Space Station), con la NASA como cliente. En el futuro, cada vez habrá más clientes o empresas que jueguen un papel.
F.F.S.: En nuestro encuentro anterior, en 2011, nos comentaba que había llegado a un punto de estabilización en su curva de aprendizaje, tras haber conseguido grandes logros en lo profesional, y que todavía no había encontrado ninguna otra cosa que le apasionase de verdad. ¿Ha podido reconducir su carrera durante este tiempo?
M.L-A.: Precisamente, eso es lo que me ha aportado este mundo de empresas comerciales espaciales; una nueva pasión.
Es curioso porque, al principio, era bastante escéptico. Creía que el espacio era solamente para gente preparada y profesional; pero después de hacer una misión con un turista espacial, mi mentalidad al respecto ha empezado a cambiar. Ahora, gracias a esa experiencia, “drink the kool-Aid”, como dicen los norteamericanos (NdeR. Expresión utilizada cuando una persona cree fervientemente en algo, a pesar de que no parezca muy lógico. Tiene su origen en el suicidio colectivo de Jonestown de 1978, en el que fallecieron más de 900 personas por la ingesta de una bebida mezclada con cianuro). Ahora digo que “no solo lo he bebido, sino que lleno los vasos”.
Creo que el sector comercial va a aportar mucho valor y permitirá a los Estados concentrarse en lo que es más difícil, como es viajar más allá, eventualmente a la Luna, a un asteroide, a Marte…, y dejar a las empresas comerciales estar dentro de la órbita terrestre baja o tener un mercado propio. Esa es mi nueva pasión.
Estas empresas cuentan con muchos expertos, pero les resulta interesante contar con alguien como yo, que siempre he sido parte del programa estatal y, como astronauta, he vivido la experiencia de viajar al espacio.
F.F.S.: Su nueva faceta de consultor conlleva mucha responsabilidad, pues no es fácil dar una opinión dentro de los consejos de administración u otras esferas de decisión. ¿Cuáles son las mayores complejidades para desarrollar su labor de consultor de una forma responsable?
M.L-A.: Diría que es la independencia. Como consultor, tienes la responsabilidad y la libertad de decir lo que de verdad crees, pero debes educarte para eso. Si alguien te está pidiendo consulta es porque no sabe muy bien sobre el tema, por lo tanto primero tienes que informarte lo más posible y después ser honesto en tu opinión.
La cuestión es que, siendo consultor, ofreces tu juicio, pero luego el cliente puede hacer lo que quiera en su decisión final; es decir, tu opinión no siempre es considerada. De momento me está yendo muy bien, pero algún día me gustaría participar en un proyecto donde tenga propiedad, donde yo tome las decisiones y también el riesgo.
Entrevista publicada por Executive Excellence nº122 junio 2015