Religión y crisis
Aristóteles decía que “lo que más le gusta al ser humano es charlar con los amigos”. Pues bien, precisamente en una agradable conversación de buenos amigos a la luz de la luna en una de esas veladas de finales de verano que se celebran alrededor de una mesa con un buen gin tonic, en las que preside la generosidad de la amistad y en las que la hora y la compañía te invitan a desnudar la sinceridad de la confianza, uno de ellos, catedrático para más señas, le decía a otro, padre agustino -por cierto, ejemplo de sacrificio, cultura y virtud-, que el catolicismo podría estar influyendo en nuestro comportamiento ante la crisis económica.
Contenido sólo para suscriptores
El contenido completo de este artículo sólo está disponible para suscriptores. Por favor, haz clic aquí a continuación para ver las opciones de suscripción disponibles:
Si ya tienes una suscripción activa, inicia sesión aquí: